Translate

domingo, 31 de enero de 2021

Algunos confunden la Biblia con el menú de un restaurant

Usted entra y le entregan una carta de varias páginas, a veces con fotografías. Contiene todo lo que brindan. Suelen clasificar la oferta: entrantes, menú del día, carnes, pastas, bebidas, postres… La tarea es sencilla: usted elige lo que quiere, pero aun lo que eligió lo puede modificar; no más llame a la dependiente, y pregúntele: “¿Podría cambiar la guarnición de arroz moro por arroz blanco?”. La muchacha, que anda detrás de la mejor propina, le dirá: “Of course, Sr.”, y le hará sentir cómodo con una amable sonrisa. Asunto concluido. Ya sirvieron la coca cola, pero te arrepentiste, viste en visión un té frío. No hay problema. Usted elige lo que quiere. Así funciona el restaurante.

Para muchos la Biblia es así, un lugar dónde buscar solo lo que nos gusta. Elegimos en ella los textos y pensamientos de nuestra preferencia. Lo demás, no tiene nada que ver con nosotros. A ese “menú de restaurante” van los ingenieros sociales a la búsqueda de lo necesario para justificar guerras y filosofías. Allí van los homosexuales y promiscuos de ambos sexos, en pro del amor libre. En los últimos tiempos los triunfales “pare de sufrir” del Brasil, eligieron consumir las promesas de victoria, mientras los heraldos de la teología de la prosperidad han visto en ella un documento que autentica la legitimidad de la riqueza personal, a expensas de la extorsión de las congregaciones.

“Una carta de restaurante” en que elegimos qué comer, según nuestro gusto, y no otra cosa. Los demás ingredientes del menú: llevar la cruz, morir al yo, perdonar setenta veces siete, valorar al otro más que a nosotros mismos, no mentir, no infamar, llorar con los que lloran…, esos platillos no los gustaremos; no son de nuestra preferencia.

“Una carta de restaurante” donde elegimos qué comer. Para muchos es lo que la Biblia ha venido a ser.  



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su comentario a este artículo se recibe con respeto y gratitud.