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miércoles, 27 de enero de 2021

La cultura de las imágenes

Es algo muy propio de la postmodernidad, contexto sociocultural y psicológico en que vivimos. Se llama: la cultura de la imagen. Es la precedencia de las imágenes sobre las ideas, y eso no es bueno. La gente prefiere retratarse con una estrella de fútbol como Lionel Messi, y no con el escritor Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, 2010. Todos conocen a Shakira, y correrán donde ella, pero a muy pocos les interesa estar cerca de Isabel Allende o de Carmen Posadas. No se desbordan las salas en los lanzamientos de libros, por el mismo camino que puede entenderse que nunca estén abarrotadas las bibliotecas. ¿Dónde está la gente? Se fueron a los estadios, donde los espectáculos visibles y llenos de imágenes, echan fuera la «molesta carga de las ideas».

Este desequilibrio en la balanza que ocurre cuando en sus platillos contrarios se colocan imágenes e ideas, es peligroso. Claro que las imágenes tienen belleza, nadie lo niega, producen un sentido de placer estético que no se puede desconocer; pero, como todos los extremos de la vida, su hegemonía daña, porque roba lo que nunca se debió perder: la cultura de las ideas. Facebook, Instagram, Pinterest, las redes de imágenes en general, absorben toda la atención. Se comportan como drogas y generan auténticas dependencias. La gente quiere ver al presidente, sobre todo si tropieza con la escalera, pero no quieren oír su discurso o entender su plataforma de trabajo.

Cautiva «el hombre que hace», y no «el hombre que piensa». En los trasiegos del tiempo en que vivimos es raro que el pensamiento deslumbre. Era el asombro de Charles Chaplin ante Albert Einstein. ¿Cómo el genio físico judío-alemán podía llevarse la admiración del mundo entero sin que la gente entendiera una sola palabra de lo que decía? La respuesta hoy es sencilla: le construyeron una imagen.

Luche contra esa inclinación de la cultura postmoderna. “Dejad las simplezas, y vivid, y andad por el camino de la inteligencia” (Pr. 9: 6). “Compra la verdad, y no la vendas; la sabiduría, la enseñanza y la inteligencia” (23: 23).

Lea, piense, escriba, dialogue con gente que sepa y le aporte, escuche y razone. Luche, porque Dios le hizo a usted un ser pensante, y aquellos que marcaron la historia, desde Juan el Bautista hasta el Señor Jesús tuvieron largos tiempos en el desierto. Allí no había nada que ver y mucho de qué hablar con el Rey del cielo. Allí no hay imágenes, sino ideas.




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