Me avergonzaba confesar que a la obra principal de un escritor tan laureado como Gabriel García Márquez no le había prestado atención. Fue así que leí, hace algunos años, Cien años de soledad. Resultó ser un penoso ejercicio de disciplina intelectual; el contenido de la narración es tan abigarrado y la cantidad de personajes tan grande que terminé llenando de apuntes una libreta entera, tratando de entender aquella trama distorsionada que tejía una historia casi sin sentido.
Al terminar, extrañado y confundido, mientras veía a todos aplaudir aquel “logro literario”, concluía para mis adentros, algo lacónico: “Este libro solo pudo haberlo escrito un enfermo mental”.
Cuando supe, más tarde, lo esquivo que había sido el escritor colombiano con mi vecino cercano en Santa Amalia, el benemérito Ciro Bianchi Ross, me indispuse más todavía contra él. Su lauro internacional no significaba nada para mí. En fin de cuentas, el Premio Nobel de literatura no es serio, al menos desde que se lo dieron a Bob Dylan.
Hace un par de años, en una tarde de ocio, navegando por YouTube, me encontré una entrevista realizada al renombrado escritor por Ana Cristina Navarro, y debo de haber estado muy desocupado cuando me dispuse a atenderlo. Por primera vez, sin embargo, me sorprendió oírle decir algo que me arrancara un aplauso del alma. Es que siempre creí ser el único que pensaba así, y este extraño escritor me acompaña en la locura: cuando le preguntaron acerca de escribir en otro idioma, él dijo: “Yo no puedo concebir una lengua más rica, más maravillosa, más radiante que la lengua castellana” (1).
Al fin estoy de acuerdo con algo que haya salido de Gabriel García Márquez. Qué lástima que haya escrito Cien años de soledad…
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(1) Gabriel García Márquez. Entrevistado por Ana Cristina Navarro. RTV. TVE 1995. 3 de junio de 2014. https://www.youtube.com/watch?v=2FW4K2Npjlg Accedido: 23 de septiembre de 2020, 4:40 PM.
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