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miércoles, 7 de noviembre de 2018

¿Quién es la persona más célebre de todos los tiempos?


La lista de personas que han hecho marca indeleble en la historia de la humanidad, y por ende ocupan un escaño significativo en el mundo de las celebridades, es inmensa. Se extiende desde Sócrates hasta Russell, pasando por Platón, Julio César, Alejandro Magno, Constantino, Copérnico, Colón, Galileo, Bach, Newton, Napoleón, Lincoln, Pasteur y Einstein, como referentes principales de lo que es, al final, una inacabable estela de nombres. Frente a eso el acto mismo de conferir un lugar cimero parece sembrado de indefinición. ¿Cómo determinar quién está sentado para siempre en el punto más alto, como la persona más célebre de todos los tiempos?
En 1999, Martin James Kettle (1949), destacado escritor y periodista británico, publicó en el diario El Guardian un artículo, que tituló: “When fame is an open book” (“Cuando la fama es un libro abierto”). Allí hizo una interesante afirmación cuando sentenció que el número de libros publicados acerca de una persona dice mucho a la hora de determinar su nivel de celebridad. Esta línea de pensamiento le llevó a consultar el fondo bibliográfico de una sede que, por su prestigio, sería aceptada por todos: la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos (1).
El intenso trabajo que realizó se desarrolló en un clima de expectación. Para que se tenga una idea de la dimensión que tuvo aquella empresa baste decir que fue necesario realizar un análisis computarizado de los dieciocho millones de libros que constituían, para entonces, el vasto universo literario disponible allí. Concluido aquel arduo trabajo la magna investigación arrojó un resultado sorprendente: Jesucristo se levantaba como el personaje más célebre de la historia; 17.239 libros estaban escritos acerca de él. A una distancia inmensa le seguía William Shakespeare, alejado hasta casi la mitad de aquella impresionante cifra, con 9801. Más lejos aún, Lenin, con 4.492; Lincoln, con 4.378 y Napoleón I, con 4.007, completarían los puestos tercero al quinto (2).
Se trataba de una investigación sobria y desapasionada. No existía un terreno predisponente para tal conclusión. Los lectores de ese importante periódico estaban generalmente en la izquierda del espectro político británico (3). El propio Martin Kettle era hijo de dos importantes activistas comunistas (4). Jesús, la persona más célebre de la historia, fue una sorprendente conclusión.
Perdura como la celebridad mayor de todos los tiempos un hombre que apenas viajó. No escribió siquiera un libro, ni tuvo propiedades; al morir solo dejó la túnica sin costuras que vestía. Vivió los días de la era predigital en los que no tuvo las ventajas intrusivas de la tecnología. La influencia directa de su vida singular la ejerció en el reducido marco de tres años. Si algo no tuvo fue el favor de los poderosos. Sus pocos amigos le desampararon en la hora suprema de la prueba. Murió crucificado entre malhechores.
El mundo haría adicionalmente todo lo posible para borrar su nombre. Trescientos años de cruenta persecución romana, a los que se sumaron, en el tiempo, la ofensiva del racionalismo, y las fuerzas combinadas del darwinismo y el comunismo, todo esto hizo de Jesús un candidato idóneo para perecer sumergido en los gélidos mares del olvido.
Eran los finales de la década de 1960; apenas había aprendido a leer, cuando entre las páginas empolvadas del viejo diccionario de la casa, una de las llamadas ediciones revolucionarias, leí en el artículo correspondiente a Jesucristo: “Profeta cuya existencia no ha sido probada”. ¿Cómo alguien tan poco favorecido por la fría indiferencia de los hombres se levantó en los tiempos como la celebridad mayor?
A dos mil años de aquellos días Jesucristo camina por encima de todos los que han determinado un antes y un después, sea en la ciencia, sea en la filosofía, la música, el arte o la guerra. Sócrates partió en dos la filosofía: los hombres hablan de filosofía presocrática y filosofía postsocrática. Pasteur, con la teoría microbiana de la enfermedad partió en dos la medicina: antes de Pasteur, y después de Pasteur. Freud, con la novedosa proyección del psicoanálisis y el descubrimiento del mundo interior, partió en dos la psiquiatría, esta sería antes de Freud y después de Freud. Einstein, con la curvatura espacio-tiempo partió en dos la física: antes de Einstein y después de Einstein. Jesús partió en dos toda la historia: antes de Jesucristo y después de Jesucristo. Él determina nuestra era. Su nombre se levanta incomparable, relegando en la dirección de una grieta sombría, a los nombres de los más encumbrados estadistas, científicos, aventureros, navegantes y artistas.
Todo lo que de bueno vino después: hospitales, escuelas públicas, universidades, todo encuentra convergencia retroactiva en él. Instituciones tan importantes como Cambridge, Oxford y Harvard, fueron inspiradas en su mensaje (5). La influencia de Cristo puso fin al sangriento circo romano, dio un golpe demoledor a la esclavitud, dignificó a la mujer y atrajo la atención sobre los huérfanos y desamparados. El mundo nunca volvió a ser el mismo tras Su paso por él.
El célebre historiador norteamericano Jaroslav Jan Pelikan (1923-2006), profesor emérito de la Universidad de Yale, prominente estudioso de las historias del cristianismo y la edad media, escribió: “Jesús de Nazaret ha sido la figura dominante en la historia de la cultura occidental desde hace casi veinte siglos” (6) (7).
Es el eje mismo de todos los acontecimientos humanos; cuanto ha sucedido gira en torno a Él. Los angloparlantes, en un conocido juego de palabras, gustan decir: “History is his story”, porque en verdad la historia es Su historia. De aquel reducido número de doce discípulos que se sentaban alrededor de Él, su Obra ha crecido sostenidamente hasta alcanzar hoy a dos mil millones de seguidores, la tercera parte de la humanidad, que le confiesa como salvador personal. El magnum opus que nos trajo la historia de su vida, la Biblia, es el libro más leído, traducido y amado de todos los tiempos.
Más allá de todo lo que se pueda decir, Jesús resalta en los tiempos como la única esperanza de salvación y vida eterna. La Biblia le llama:

“…el más hermoso de los hijos de los hombres...” (Sal. 45: 2a),
“…el camino, y la verdad, y la vida…” (Jn. 14:6b);
“…la luz del mundo…” (Jn. 8:12b);
“…la resurrección y la vida…” (Jn. 11:25b);
“…el hijo del hombre…” (Jn. 5:27b);
“…el hijo de Dios…” (Lu. 1:35d);
“…el alfa y la omega, principio y el fín…” (Ap. 1: 8a);
“…Rey de reyes y Señor de señores…” (Ap. 19:16b);
“…salvador…” (Lu. 2:11b).

El mundo de las artes, el deporte y la ciencia, podrá traer nuevos nombres a la atención de la gente; el elitismo humano encumbrará nuevas figuras; la gente disputará premios; se seguirá hablando de Oscar, Grammy y Emmy; suntuosas academias se desbordarán con nacientes representaciones que, como estrellas, rutilarán en las galerías de la fama, pero hagan lo que hagan, y logren lo que logren, perdurará para siempre la persona de Jesucristo como la celebridad mayor, y la influencia más noble que haya tenido la humanidad en todos los tiempos. Es el hombre más grande que ha existido. Es el Salvador, el Rey y el Señor de la historia.


           ____________


(1) La Biblioteca del Congreso es una fuente de recursos incomparable. Su vasta colección abarca más de 164 millones de artículos que incluyen una cifra superior a 38 millones de libros y materiales impresos en 470 idiomas; a lo que se agregan más de 70 millones de manuscritos; la más grande colección de libros poco conocidos en América del Norte; y la más grande colección de materiales legales, películas, mapas, partituras musicales y grabaciones sonoras. (Library of Congress. Información general. https://www.loc.gov/about/informacion-general/ Accedido el 6 de noviembre de 2018, 7:44 PM)
(2) Martin Kettle. “When fame is an open book”. The Guardian. Publicado el lunes 13 de septiembre de 1999. Puede consultarse en: https://www.theguardian.com/world/1999/sep/14/martinkettle Accedido el 6 de noviembre de 2018, 7:00 PM.
(3) Artículo: “The Guardian”. https://es.wikipedia.org/wiki/The_Guardian Accedido el 6 de noviembre de 2018, 8:42 PM.
(4) Artículo: “Martin Kettle”. https://en.wikipedia.org/wiki/Martin_Kettle Accedido el 6 de noviembre de 2018, 8:48 PM.
(5) Sergio Rodríguez Varela. “Cristo y su influencia en la historia de la humanidad”. El Centro. http://www.diarioelcentro.cl/opinion/cristo-y-su-influencia-en-la-historia-de-la-humanidad Accedido el 6 de noviembre de 2018, 9:36 PM.
(6) S.a. “Seis imborrables huellas de Jesús en la historia”. Protestante digital.com. http://protestantedigital.com/cultura/27861/Seis_imborrables_huellas_de_Jesus_en_la_historia Accedido el 6 de noviembre de 2018, 9:44 PM.
(7) Artículo: “Jaroslav Pelikan”. https://es.wikipedia.org/wiki/Jaroslav_Pelikan Accedido el 6 de noviembre de 2018, 10:04 PM.


jueves, 1 de noviembre de 2018

Hava Nagila

Hava Nagila, canción tradicional hebrea, llena de vida, muy popular, para muchos es la canción judía más conocida del mundo; siempre está presente en sus festivales de música. La melodía es antigua, y la letra con que se canta data de 1918, y contiene el Salmos 118: 24: “Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él.”

El conjunto todo, es una celebración por la victoria británica en Tierra Santa durante la Primera Guerra Mundial unida a la Declaración Balfour que tanto favoreció al pueblo judío. La historia detallada de esta bellísima composición puede ser consultada en: 

Enlace Judío México. “¿Cómo nació el famoso ‘Hava Nagila’?” 

https://www.enlacejudio.com/2018/01/14/como-nacio-hava-nagila/ Publicada: 14 de enero de 2018.

 

 

Hava Nagila. Transliteración del hebreo al español e interpretación.

 

Hava nagila / Alegrémonos

Hava nagila / Alegrémonos

Hava nagila venismejá / Alegrémonos y seamos felices

 

Hava neranená / Alegrémonos Cantemos

Hava neranená / Alegrémonos Cantemos

Hava neranená venismejá / Alegrémonos Cantemos y seamos felices

 

Uru, uru ajim! / ¡Despertad, despertad, hermanos!

Uru ajim belev sameaj / Despierte hermano con un corazón feliz

Uru ajim / Despierte hermano

belev sameaj / Con un corazón feliz

Uru ajim, uru ajim! / ¡Despertad, hermanos, despertad, hermanos!

Belev sameaj / Con un corazón feliz