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viernes, 31 de julio de 2020

Las personas no son hechos, sino procesos

Algunos no entienden que el ser humano está en formación hasta el día en que parte de este mundo. Miran a las personas como esquemas fijos, inmutables. Aferrados a una trinchera no conciben el cambio de la gente sino como una traición; y los cambios en la percepción del mundo son inevitables para todas las esferas de la vida, desde la política hasta la poesía. No es deshonesto el que reconfigura su concepción del mundo a la luz de nuevas verdades. La cosmovisión está en permanente revisión para el hombre que piensa.
En el evangelio la construcción de la fe es todo un proceso; “...aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior, no obstante se renueva de día en día” (II Co. 4: 16). Es posible creer que ya se llegó, y que todo permanecerá como un mar quieto hasta el fin, pero lejos de eso: “...la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Pr. 4: 18). Quizá por eso, León Felipe escribió: «No en la primera, sino en la última página de la crónica es donde está escrito el nombre verdadero del héroe; y no al comenzar sino al acabar la jornada, es cuando acaso pueda decir el hombre cómo se llama» (1).


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(1) León Felipe. Ganarás la luz. Madrid: Cátedra, 1999, p. 90.


jueves, 30 de julio de 2020

Somos la luz del mundo

Jesús dijo: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.  Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (Mt. 5: 14-16). Con estas palabras Jesús define la identidad y la función de la Iglesia.
La metáfora de la luz es clara: no solo embellece el mundo con la visión de los colores, también permite la comprensión de todo lo que nos rodea al hacer visibles las cosas. Las sombras tienen que ver con lo siniestro, lo oculto, lo perverso. La luz da sentido y belleza al mundo en que vivimos. Es la metáfora de la Iglesia. El cuerpo de Cristo no es una luz más, como lo pretenden el humanismo, la filosofía o los gobiernos de este mundo. No, la Iglesia no es una luz, la Iglesia es la única luz de este mundo.



miércoles, 29 de julio de 2020

Para que todo aquel que en él cree no se pierda

El texto más conocido de las Escrituras, aquel al que Martín Lutero llamó “la Biblia en miniatura”, se encuentra en Juan 3: 16. Allí se lee: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Estas palabras deben entenderse en dos direcciones: una tiene que ver con la salvación eterna; la otra con la vida de este mundo. Es penoso ver a mucha gente morir sin salvación, pero también es penoso verlas vivir perdidas en laberintos de los que, muchas veces, nunca salen.
No basta el brillo del genio para orientarnos con atino. El alemán Martin Heidegger (1889-1976), para muchos el filósofo más influyente del siglo XX fue un nazi consumado, y un completo antisemita, y por más que intentó redimirse tras la guerra perdida conservó su carné del partido nazi siempre muy cerca de sí desde 1933 (1). Jean-Paul Sartre (1095-1980), uno de los escritores y filósofos más notables del mismo siglo XX apoyó en sus obras la revolución cultural china que acabaría con la vida de millones de personas. La llamó: “fenómeno purificador” (2). El afamado pensador alemán, Friedrich Nietzsche (1844-1900), que tanto marcó la filosofía de su tiempo en la metafísica, la epistemología, y ética, murió loco.
Perdidos; así vivieron, y Cristo murió para que nadie se pierda, ni en lo tocante a la salvación eterna, ni en lo referido a esta vida. Él dijo con claridad meridiana: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14: 6).


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(1) Rosalía Sánchez. “La doble cara nazi y antijudía de Heidegger”. EL Mundo. https://www.elmundo.es/cultura/2014/03/11/531ee49ee2704ec7078b456f.html Actualizado: 11 de marzo de 2014. Accedido: 29 de julio de 2020, 8:30 AM
(2) Mario Vargas Llosa. El País. “La batalla de un hombre solo”. https://elpais.com/elpais/2015/05/29/opinion/1432916049_367629.html Publicado: 30 de mayo de 2015. Accedido: 29 de julio de 2020, 8:00 AM.



martes, 28 de julio de 2020

El peligro de la representación actoral de Cristo

“La Pasión del Cristo” resultó ser la película más taquillera de los Estados Unidos en todos los tiempos. Tuvo un costo de $ 370.8 millones. Recaudó $ 611 millones. Mel Gibson, su director, pagó treinta millones de dólares de sus fondos personales, a sabiendas de que ningún estudio aceptaría el proyecto. El conocido actor Jim Caviezel, asumió el papel de Jesús (1).
En las lejanas décadas pasadas se tenía temor acerca de representar a Jesús abiertamente en una película o teatro. Nótese que en el largometraje “Ben Hur”, estrenado en 1959, el actor que representó a Jesús se presentaba siempre de espaldas, y en la escena con Pilato, el productor colocó una sombra sobre su rostro de modo que no se definiera el rostro del actor. En los años siguientes estas cosas dejaron de hacerse y se comenzó a representar a Jesús abiertamente. A veces pienso: ¿cuánto de acertado hubo en esta decisión?
En “La pasión de Cristo” sucedieron cosas muy extrañas al protagonista en su representación de Jesús: Jim Caviezel perdió cuarenta y cinco libras; accidentalmente fue azotado con un látigo dos veces, abriéndosele una herida de catorce pulgadas; se dislocó el hombro; la prolongación de la escena de la cruz le causó neumonía e hipotermia. Mientras estaba allí, suspendido en el madero, fue alcanzado por un rayo. Finalmente, tras la filmación tuvo que sufrir cirugías de corazón abierto.
Tales cosas son muy significativas. Pienso que, representar a Jesús en la cruz, es algo en extremo delicado y peligroso. Allí cargó Dios los pecados del mundo. Al hacerlo se está rememorando la hora de la maldición suprema. Quizá la representación ingenua en una iglesia local no tenga tanta connotación antes Dios, pero “La pasión de Cristo” sería vista por millones de personas de todas las naciones y culturas. Fue estrenada el 25 de febrero de 2004, y acudieron el primer día 3.8 millones de personas. Tan solo la primera semana se vendieron nueve millones de copias en DVD (2). La presentación sería mundial y extensiva.
El promedio de la gente olvida lo que fue la cruz. Para muchos es un sitio de gloria. Lo llevan por amuleto en la cadena de oro que les rodea el cuello; y la cruz es un lugar muy delicado, donde Dios colocó el inmenso peso del pecado humano y descargó, a la par, la maldición de su ira: “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (He. 10: 31).
Un rayo cayó sobre el actor Jim Caviezel mientras colgaba de la cruz; esto es muy significativo: “...porque maldito por Dios es el colgado...” (Dt. 21: 23). “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: ‘Maldito todo el que es colgado en un madero’)” (Gá. 3: 13).
Pienso que es muy peligrosa la representación actoral de Cristo. 


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(1) Tiempo Digital Staff. “¡La Pasión de Cristo es la película clasificada R más taquillera en los Estados Unidos, de todos los tiempos, a $ 370.8 millones!” https://tutiempodigital.com/la-pasion-de-cristo-es-la-pelicula-clasificada-r-mas-taquillera-en-los-estados-unidos-de-todos-los-tiempos-a-370-8-millones/ Publicado: 11 de junio de 2019.
(2) Bartunek, John (2006). La Pasión por dentro. Los secretos de "La Pasión de Cristo" vistos por dentro. Madrid (España): Vozdepapel. ISBN 84-96471-29-2.



lunes, 27 de julio de 2020

Vey iz mir

Vey iz mir. Es una voz perteneciente al yiddish, lengua de las comunidades judías asquenazíes que se desarrollaron en el centro y el este europeo. Se les conoce también como judeoalemán.​ La ortografía usa los caracteres del alfabeto hebreo (1). Como locución esa voz significa: “Ay de mí”. Fueron las palabras que pronunció Einstein, cuando supo del lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima, el 6 de agosto de 1945, a las 8:15 (hora local).
Más que un lamento ocasional, la expresión es una filosofía de vida en que se condensan tristeza, frustración y culpa. Leó Szilárd, un físico húngaro, también judío, advirtió a Einstein que ya los alemanes trabajaban en el desarrollo de una bomba atómica. El padre de la Teoría de la Relatividad, espantado, aceptó la proposición de firmar una carta en la que urgían al presidente de los Estados Unidos a acelerar la investigación nuclear con el fin de adelantarse a los nazis. Alex Sachs, un economista amigo del presidente Franklin D. Roosevelt, se la entregó el 11 de octubre de 1945. Esto fue determinante en el inició del Proyecto Manhattan que dirigió la construcción de la bomba atómica, y del que fue excluido Einstein por su reconocido pacifismo (2).
Ahora se veían los efectos de aquella catástrofe, y Einstein murió culpándose por su papel en la hecatombe. No había tirado del gatillo, pero despertó la consciencia respecto a la necesidad de hacerlo. Nunca se lo perdonó.
Al menos aquel Vey iz mir, se oyó en boca de él. Cuantos genocidas murieron entre sábanas blancas mientras la humanidad esperaba que aquella locución de vergüenza y arrepentimiento se asomara siquiera tímidamente a sus labios. Un día, delante del Trono blanco (Ap. 20: 11), la pronunciarán. Para entonces será tarde...


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(1) Ethnologue. Languaje of the world.  https://www.ethnologue.com/subgroups/yiddish Accedido: 27 de julio de 2020, 2:15 PM.
(2) Rodrigo Padilla. “Los remordimientos de Albert Einstein”. XL Semanal. https://www.xlsemanal.com/conocer/historia/20200727/albert-einstein-historia-segunda-guerra-mudial-nazis-bomba-nuclear.html Accedido: 28 de julio de 2020, 2: 40 PM.





domingo, 26 de julio de 2020

La importancia de saber a dónde vas

Una de las escenas más memorables de la historia del cine tiene lugar en los minutos finales de “Luces en la ciudad”. Agonizaba el cine mudo y Charles Chaplin lanza su último destello. Mantiene el mutismo de los actores, pero incorpora una novedosa banda sonora como fondo de presentación. En 1931, después de ciento noventa días de épico rodaje se hizo el estrenó. Fue un éxito inenarrable (1).
Chaplin, que compartió el protagonismo del filme con Virginia Cherril, más que ser un genio de la interpretación artística, era un gran director y antes de comenzar el filme tenía concebida la escena final; de hecho, todo el rodaje está en función de llegar a esos cinco minutos, dominantes de toda la trama (2). El argumento se mueve a través de una historia de amor. Chaplin, en su condición de Charlot, eterno vagabundo, se encuentra accidentalmente con una bella muchacha ciega que vende flores; esta le cree un hombre acaudalado y toca sus manos con el propósito de hacer la lectura física propia de una invidente; buscaba conseguir que este le comprara alguna flor. Conmovido, Charlot libra, durante todo el filme, una tragi-cómica batalla para conseguir el dinero que permita a la joven conservar la renta de su hogar y operarse a fin de ver.
La clave de todo el filme está en la escena final. Cada minuto del complejísimo rodaje estuvo en función de llegar allí. La joven florista puede recuperar la vista, ya no vende flores en las aceras y ahora tiene una confortable tienda. Charlot, que vagabundea por las calles tras salir de la cárcel, tiene un inesperado encuentro con ella. La florista interpretando que aquel vagabundo era alguien a quien no le sonreía la vida le ofrece una flor. Ante la resistencia de él, que está muy sorprendido, ella le toma de las manos para entregársela; en ese instante, a través de la memoria que le quedó del día en que lo tocó siendo ciega, inesperadamente le reconoce. A mitad de camino entre el asombro y la ternura, la estupefacción y el amor, la transformación del rostro de Virginia Cherril, en el papel de la florista, al descubrir en aquel insospechado vagabundo a su gran benefactor, es uno de los puntos más altos de la dramatización escenográfica de todos los tiempos.
La clave del filme es esa escena final. Todo está, desde el principio, cuidadosamente construido para llegar allí. El triunfo rotundo de “Luces en la ciudad” dependió por completo de un Chaplin que sabía a donde iba en cada minuto de aquel legendario rodaje.
Es importante saber a dónde vamos. Es un secreto determinante del éxito. “Prosigo a la meta al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3: 14). Estas palabras fueron pronunciadas por un hombre que vivía con una certeza absoluta acerca de a dónde iba. Hacen, al oído que las oye, el estampido de una bala de cañón. Fueron pronunciadas por el apóstol Pablo y cobran mayor significado si advertimos que la carta a los Filipenses, en que se registran, es una epístola carcelaria. Pablo está preso al escribirla. El chirrido intermitente de sus cadenas arroja una lectura de restricción, inamovilidad y derrota. Su soledad de la que sabemos por otras cartas nos hace llegar un eco de desesperanza, pero Pablo sabe a dónde va... Esta es la epístola donde escribe: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4: 13); “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil. 4: 19). Esta epístola, escrita en las peores condiciones, presenta a un hombre que se alza triunfal sobre la certeza del llamamiento supremo que le llegó en aquel candente camino a Damasco (Hch. 9: 1-15). Pablo sabe a dónde va, y la epístola a los Filipenses lejos de ser el epítome de la tristeza es el colofón mismo del gozo en Cristo: “Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo” (Fil. 2: 17, 18).
Han perdido la visión de futuro las personas que se quitan la vida. Se les apaga el deseo de vivir a los que no han alcanzado a tener el vislumbre de la aurora eterna de los que un día vinieron a la fe.
La resurrección de Israel es el acontecimiento bíblico-profético más importante del siglo XX. La bendita nación de Dios se levanta hoy con los más impresionantes índices de desarrollo social; marchan a la cabeza del mundo en innovaciones, iniciativas empresariales, informática, agricultura y un sinnúmero de áreas más. A la hora de explicar las razones que les llevaron allí no se olvide que el pueblo que protagonizó tales logros fue el pueblo que por dos mil años se despedía en sus rituales de Pascua y Yom Kipur, diciendo: “L’shana haba’ah b’Yerushalayim” [“El año que viene en Jerusalén”] (3). Todo cuanto hicieron a lo largo de dos mil años giraba en torno a esa meta bíblica, anunciada por los profetas. Ellos sabían a dónde iban, y con fe resistieron las gélidas reclusiones en los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau.
Nunca Jesús aparece apurado o ansioso en los evangelios. Todo estaba cronometrado en el reloj del Padre, empujándolo a la cruz: traiciones, celos, infamaciones, intentos de despeñarle, todo se movió en la voluntad permisible del Padre y en la visión consciente del Hijo. Permanentemente tenían a la vista el rumbo a donde iban, aquel en que se entroncaban la muerte y la resurrección.
¿A dónde vas hoy? ¿Tu meta es este innoble y perecedero mundo donde se alternan aplausos y abucheos? De glorias desvanecidas se teje el pasado. Un día estuvo cuajado de sueños que como brisas fugaces se disiparon. “Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti” (Sal. 39: 7).
A las puertas del fin el temido libro de Apocalipsis se ha vuelto el más revisado. Es el libro que descorre las cortinas y nos muestra el lugar a dónde vamos:

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: ‘He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor’... (Ap. 21: 1-4).

La consciencia de ese “a dónde vas” no se puede perder frente a los avatares de los tiempos inciertos que vivimos. A la actual pandemia de Covid-19 siguieron explosiones sociales; se presume la llegada de un cercano colapso económico; el mundo, apagado, parece perder sus colores. Una sombra lúgubre se cierne sobre una humanidad que ha perdido el rumbo y navega a la deriva. Sus valores perdidos le llevan ya a un puerto azufrado, donde está pronta a recalar su nave desarbolada.
Como parte de este mundo no nos podemos sustraer a las tensiones del tiempo presente. Si fuéramos totalmente inmunes a la turbación no habría Jesús pronunciado aquellas palabras: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí” (Jn. 14: 1), tras las cuáles hizo una declaración de rumbo a su Iglesia: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (v. 2, 3).
El poder absorbente de las presiones busca cegarnos a la visión del fin, pero el cristiano es uno cuya predicación y vida toda descansa en un mundo por venir.
“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Ro. 8: 18).


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(1) Lucia Pradillos. “Crítica de Luces de la Ciudad dirigida por Charles Chaplin”
https://cinemagavia.es/luces-de-la-ciudad-pelicula-critica/ Publicado: 23 de marzo de 2018. Accedido: 23 de julio de 2020, 10: 19 PM.
(2) testamentodrcaligari. “Luces de la Ciudad (City Lights, 1931)” de Charles Chaplin
https://eltestamentodeldoctorcaligari.com/2015/01/12/luces-de-la-ciudad-city-lights-1931-de-charles-chaplin/  12 de enero de 2015. Accedido: 24 de julio de 2020, 9:38 AM.
(3) Augusto Reynaud. Enlace judío-México. “El próximo año en Jerusalén”. https://www.enlacejudio.com/2017/12/15/proximo-ano-en-jerusalen/ Publicado: 15 de diciembre de 2017. Accedido: 24 de julio de 2020, 8:19 PM.







sábado, 25 de julio de 2020

De la abundancia del corazón habla tu Facebook

Las redes sociales han venido a ser algo más que un simple entretenimiento o un medio de comunicación; son, al presente, un reflejo del corazón y la mente del que publica. Algunos parecen estar ajenos a lo mucho que dicen de sí con las imágenes y videos que suben. Es tan relevante el material que se publica, que las autoridades de inmigración de los Estados Unidos han decidido evaluar el contenido Facebook de los aspirantes a residencias y ciudadanías. Pese a la protesta de muchos pienso que hacen bien.
Me he encontrado más de una vez haciéndome preguntas acerca de la salud mental de algunos, a juzgar por sus publicaciones. Han vuelto una moda subir videos con las más grotescas e irresponsables escenas de violencias. Fotografías cargadas de sensualidad, textos irrelevantes, toda una extraña conjunción de morbosidad acidificada por la ignorancia, campea por todos los medios sociales.
El más influyente filósofo inglés del siglo XX, Sir Bertrand Russell dijo que, con la televisión, se había “expandido el ámbito de la estupidez humana” (1). Este Premio Nobel de Literatura murió en 1970. No es difícil inferir lo que habría dicho de contemplar la explosión contemporánea de tráfico sexual y violencia explícita en las redes.
Guardo silencio ante las publicaciones que hacen algunos. Respeto las libertades individuales, pero ante los materiales que promueven y exhiben no puedo evitar recordar las palabras de Jesús, cuando dijo: “...de la abundancia del corazón habla la boca” (Lc. 6: 45). Siendo las redes como bocas por las que hablamos de modo extendido a miles de personas, no estaré muy lejos de la verdad si termino diciendo que “de la abundancia del corazón habla tu Facebook”.


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(1) Víctor Polanco Frías. “La internet y el celular; poderosas armas de comunicación política”. https://es.slideshare.net/Vpelestratega/la-internet-y-el-celular-poderosas-armas-de-comunicacin-poltica Publicado: 5 de abril de 2012. Accedido: 24 de julio de 2020.




viernes, 24 de julio de 2020

La mentira

Nunca se ha hecho más pertinente el tema de la mentira que en nuestros días. En todas partes causa estragos. Socialmente hablando, su comportamiento es pandémico y cosmopolita. Cada día es más visible en todos los estratos de la sociedad; sin embargo, es evidente que, ciertas culturas, la toleran con mucha permisión, mientras que en otras se alza como una intolerable falta. Una vez más la historia determina tal diferencia. Debe explicarse, para comenzar, que la teología moral de la iglesia católica divide los pecados en mortales y veniales. El pecado mortal es la violación con pleno conocimiento de la ley de Dios en un asunto grave, como la idolatría, el adulterio, el asesinato o la blasfemia; le llaman mortal porque produce la muerte del alma, como separación de Dios. Solo la confesión y el sacramento de la penitencia restaura la comunión. Si la persona muere sin arrepentirse, se pierde eternamente (1). Así piensan.
Esta misma teología moral católica ubica, entre los pecados veniales, a las faltas leves; estas no rompen la comunión. Entre ellas está la mentira, esa que no causa la muerte de alguien, y que se manifiesta como un acto de irreflexión o defensa inconsciente (2).
La teología protestante no contempla tales cosas. Para los evangélicos no existen pecados pequeños y grandes: todos son pecados.
A partir de aquí puede entenderse un poco la diferencia en el comportamiento de una sociedad frente a la mentira. Aquellos países que fueron colonizados por una nación católica, como lo es España, crecieron bajo la absorbente influencia católica. Es así que, para una buena extensión de América Latina, la mentira es un mal dispensable y muy “normal” entre la gente. Por el contrario, los países colonizados por una nación protestante, como lo es Inglaterra, se formaron bajo la percepción de que la mentira es un pecado del que debe guardarse todo hombre de bien, porque descalifica gravemente ante Dios. Pensando en esto el célebre teólogo español, César Vidal Manzanares, afirmó: “Un ministro evangélico en Alemania plagia una tesis y es destituido. Un presidente de España miente y sigue siendo presidente (...). La cultura hispana es una cultura donde la mentira es un pecado venial, y en ese sentido yo no he conseguido encontrar, en más de treinta años que vengo estudiando los países de Hispanoamérica o España, un solo político que haya perdido su cargo por mentir” (3).
La mentira es un grave problema humano y se alza como un tema bíblico. El apóstol Pablo escribió a los efesios: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros” (Ef. 4: 25). Dios dijo al pueblo de Israel: “De palabra de mentira te alejarás...” (Ex. 23: 7a). El salmista trata sobre las consecuencias que siguen a los que mienten: “Destruirás a los que hablan mentira; al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová” (Sal. 5: 6). “Porque la boca de los que hablan mentira será cerrada” (Sal. 63: 11c). “No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; el que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos (Sal. 101: 7).
La mentira daña al que la reciba y menoscaba el valor del que la pronuncia; ofende la santidad del Creador y mancha a la creación. Determinadas reacciones fisiológicas (midriasis, lengua seca, presión sanguínea, pulso, humedad en la piel, patrón de la respiración y demás) evidencian la autodesaprobación que hay en la persona que miente; los tales cambios pueden ser detectados con un polígrafo (detector de mentiras). En la antigua África, cuando un miembro de la tribu hacía alguna travesura grave, el cacique ordenaba la tribu en una fila, calentaba una espada, e iba uno por uno poniéndole la hoja desnuda del hierro candente sobre la lengua. Resultaba que el culpable era el que gritaba. Tardaron los médicos de occidente en entender por qué. El que miente, y teme, por ende, ser descubierto, sufre sequedad de la lengua y de la garganta; cuando le colocaban al culpable la hoja caliente de la espada en la mucosa lingual no tenía la saliva protectora que estaba en los demás.  Visto así los africanos fueron los padres del polígrafo...   
El 12 de octubre de 2018, la cadena televisiva CNÑ, bajo la conducción de Camilo Egaña, grabó un panel con el título: “El arte de la mentira política”. Expertos en diferentes disciplinas hicieron comentarios de interés. Uno de los panelistas defendió el criterio de que la mentira era algo natural porque se veía en abejas y hormigas. Se trataba de una afirmación inexacta que algunos presentes aplaudieron, llegándose a una conclusión equivocada. No tuvieron en cuenta que la mentira es una elección moral, y los insectos son gobernados por instintos. Por favor, lean a Kant: solo los seres humanos tenemos una naturaleza moral. Solo los humanos mentimos, y esto tiene consecuencias eternas para el que no lava su vida en la sangre que fue derramada en El Calvario: “Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” (Ap. 22: 15). 
Para ti, que luchas todos los días contra la mentira, son las palabras del Salmo 15:

1 Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?
¿Quién morará en tu monte santo?
2 El que anda en integridad y hace justicia,
Y habla verdad en su corazón.
3 El que no calumnia con su lengua,
Ni hace mal a su prójimo,
Ni admite reproche alguno contra su vecino.
4 Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado,
Pero honra a los que temen a Jehová.
El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia;
5 Quien su dinero no dio a usura,
Ni contra el inocente admitió cohecho.
El que hace estas cosas, no resbalará jamás


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(1) Colin B. Donovan. EWTN. Fe. Temas en general/ El pecado mortal y el pecado venial. https://www.ewtn.com/spanish/preguntas/pecado_mortal_y_venial.htm Accedido: 22 de julio de 2020, 11:00 PM.
(2) Ibíd.
(3) Camilo Egaña. Panel: “El arte de la mentira política”. CNÑ. Estados Unidos. 12 de octubre de 2018.





jueves, 23 de julio de 2020

Fruto

Personas sometidas a grandes presiones sociales resisten indemnes desde la fortaleza que significó para ellos un hogar sano y sólido. Ese cimiento, que es la familia, deja frutos inamovibles. Estos son internos, profundos y esenciales; determinan los rumbos siguientes de la vida. Pueden no ser visibles, los demás pueden desestimar cuánto de raigal hay en ellos, pero ahí están para siempre. Llega el momento en que la propia persona intuye un posible colapso, cuando enfrenta contextos tercamente empeñados en absorber todo lo que el hogar enseñó. Calcinar valores, cambiar colores, nombres, redimensionar todas las medidas calculadas de antaño, son pretensiones que abortan cuando se enfrentan a los sólidos valores  sembrados en el hogar. Ese fruto no se pierde, aunque a veces no lo podamos ver. Quizá pensando en esto último el poeta hindú Rabindranath Tagore (1861-1941), escribió:

—¿Estás muy alejado de mí, fruto?
—Estoy escondido en tu corazón, flor (1).

Tal vez hemos gastado mucho tiempo preocupados por aquello que piensan de nosotros los demás. Lo único importante en la vida es ese fruto que quedó. Quizá debamos leer más a John Bunyan (1628-1688); escritor y predicador bautista inglés, célebre por su novela El progreso del peregrino. Él nos dejó un noble pensamiento: “Si mi vida no tiene fruto, no importa quién me alabe; y si tiene fruto, no importa quién me critique” (2).
Los frutos sembrados y nacidos en el hogar son una poderosa fortaleza a la vida. Dichosos los que tuvimos un hogar.
      
            

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(1) Jesús Prieto. Gonduana. “Poesía de Rabindranath Tagore”. https://www.gonduana.com/poesia-de-rabindranath-tagore/ Publicado el 21 de marzo de 2019. Accedido: 22 de julio de 2020, 1:00 PM.
(2) Rick Warren. Una vida con propósito. Miami: Editorial Vida. 2003, p. 277.





miércoles, 22 de julio de 2020

Comprensión

¿Es posible comprender a Dios? Todos hemos tratado. Es curioso que el libro bíblico más antiguo, aquel que tiene el hebreo más arcaico, al que los especialistas reconocen como el primero que se escribió, que es Job, trata precisamente acerca de un hombre que luchó por comprender a Dios.
A los empeños de los seres humanos que buscaron con la torre de Babel llegar al cielo han seguido, por siglos, las ingentes batallas de los filósofos en pro de lograr un acercamiento más completo, una comprensión más acabada, acerca de quién es Dios; ellos elaboraron como un camino las llamadas “pruebas de Su existencia”. Los físicos, por su lado, buscaron comprenderlo en los principios de la causalidad de las leyes del universo; unos esperanzados miraban al “Big Bang”; otros apuntaron hacia los agujeros negros como los grandes portales del espacio-tiempo que nos llevan al Rey del universo y a los secretos del mundo que Él creo. Hurgando en la creación los pensadores de todos los tiempos trataron de comprender al Creador.
Al final de tantos esfuerzos sigue en pie la gran pregunta: ¿es posible comprender a Dios? Un año antes de morir, el inolvidable poeta mexicano Amado Nervo (1870-1919) contestó a esa pregunta. Su suficiencia argumental fue total. Él demostró que, una vez más, la respuesta no estaba ni en la filosofía ni en la física, estaba en la poesía.

Comprensión

¿Por qué empeñarse en saber
cuando es tan fácil amar?
Dios no te manda entender;
no pretende que su mar
sin playas pueda caber
en tu mínimo pensar.

Dios sólo te pide amor:
dale todo el tuyo, y más,
siempre más, con más ardor,
con más ímpetu... ¡Verás
cómo, amándole mejor,
mejor le comprenderás! (1)


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(1) Amado Nervo. Obras selectas. Guadalajara: EdiGonvill, 1976, p. 502.


martes, 21 de julio de 2020

Nunca es tarde

Puedo recordar aquel amanecer dominical de 1969. Mi maestro bíblico se llamaba Nelson; era un hermoso día soleado, y el entró al aula. Algo cansado se sentó. Le recuerdo como siempre, con una mirada reflexiva, sonriéndonos a todos discretamente. Aquella mañana, desde su mesa, comenzó la clase, diciéndonos. “Durante la Segunda Guerra Mundial, la noche antes de una gran batalla, un soldado se encontraba en un hoyo abierto por una bomba; allí meditaba...”. Se quedó entonces en suspenso, como dudoso de que lo hubiésemos entendido, y nos preguntó: “¿Saben lo que es meditar?”. Un silencio general fue la respuesta de aquel grupo de diez o doce niños que configurábamos la clase. Entonces nos dijo: “‘Meditar’ es pensar; el soldado estaba pensando”; y entonces agregó: “En aquella silenciosa espera él miró al cielo, vio las estrellas, y durante esa meditación encontró a Dios. Estuvo largo tiempo pensando y entonces escribió una carta. Al día siguiente tuvo lugar la batalla; de ese soldado solo quedó su bolsillo, y aquella carta...”. Y tomando una antigua hoja de papel impresa, el maestro nos leyó:

Escucha Dios:
Yo nunca hablé contigo.
Hoy quiero saludarte. ¿Cómo estás?
¿Sabes?, me decían que no existías,
y yo tonto, creí que era verdad.
Anoche, cuando estaba oculto
en un hoyo de granada
vi tu cielo.
¡Quién iba a decirme que para verte
bastaría tenderme de espaldas!
No sé si aún quieras darme la mano.
Al menos creo que me entiendes.
Es raro que no te haya encontrado antes,
sino en un infierno como este.
Pues bien, ya he dicho todo,
La ofensiva nos espera muy pronto.
Dios mío, no tengo miedo
Desde que descubrí
Que estabas cerca.
¡La señal! Bien, debo irme.
Olvidaba decirte… que te quiero.
El choque será terrible.
Esta noche, ¿quién sabe?
…Tal vez llegue al cielo.
Comprendo que no he sido
amigo tuyo, pero…
¿me esperas si hasta ti llego?
¡Cómo!... ¡Mira!... Estoy llorando
Tarde te descubrí.
¡Cuánto lo siento!
¡Qué raro!
Sin temor voy a la muerte (1).

    Pocas personas aprovecharon mejor sus últimos minutos de vida que aquel soldado. Es la escuela del ladrón arrepentido que murió al lado de Jesús. Siguiendo tradiciones nacidas de documentos antiguos y de la oralidad del siglo primero, algunos aseguran que se llamaba Dimas o Demas. Otros prefieren llamarle “el ladrón bueno”. No lo era en verdad; su vida miserable le llevó allí. Cuántas cosas se agregarían a sus muchos latrocinios. No debemos recordarle como “el ladrón bueno”, sino como “el ladrón arrepentido”. Él nos enseñó desde la cruz algo muy grande: es posible en escasos minutos revocar el desastre de una vida entera. ¿Cómo lo sabemos? La respuesta de Jesús es luz definitiva acerca de cuánto puede cambiar, en los últimos momentos, el destino eterno de un hombre: “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23: 43). 
Parecía muy tarde para la experiencia salvadora. De este momento bíblico podemos aprender que no lo era. Tampoco lo era para aquel soldado anónimo que encontró a Dios mirando al cielo, en el hoyo abierto la víspera por una explosión de granada.
Tu hoyo de granada puede estar hoy en un hospital. Otros pasarán la noche en los rincones de un sombrío y soterrado calabozo. Para muchos las glorias pasadas se eclipsaron, y la noche, cargada de penumbras, les llegó. Cesaron los aplausos; solo quedó para ellos la mueca siniestra de un destino incierto. Es la noche, y el único escenario es ese hueco de granada, desde donde no es tarde para mirar al cielo. Se trata del destino eterno...
Es muy hermoso pensar cuánto se puede lograr en esos minutos en que está por caer el telón de la vida.
Desde ese hoyo sombrío en que vives hoy, mira al cielo, mira a Jesús. Nunca es tarde. 


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(1) Octavio Ríos Verdecia. Aquel inolvidable ministerio. Tomo I. Columbus, EUA.: Independent Publishers, 2019, p. 26. En Amazon: https://www.amazon.com/gp/product/1794188797/ref=dbs_a_def_rwt_bibl_vppi_i12





lunes, 20 de julio de 2020

Una semilla de sabiduría

Alguien preguntó en una ocasión a un sabio hombre de Dios: “¿Qué es más importante: leer la Palabra de Dios u orar?” Él respondió con otra pregunta: “¿Qué es más importante para un pájaro: el ala derecha o el ala izquierda?” (1). Toda una semilla de sabiduría.
El principio de reducibilidad máxima que busca encontrar una verdad esencial, única, autosostenible, tropieza cuando se encuentra en su camino con un grupo de esencias que deben coexistir. Es así que no podrá separar nunca la fe del amor, o la templanza de la paz. Tal vez por eso la Biblia no habla de “frutos” del Espíritu, pese a que son nueve. Los trata como uno solo; la palabra “fruto” está en singular. Los elementos que lo configuran son inseparables, no se pueden desliar: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”.  (Gá. 5: 22, 23).


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(1) Calendario Mundial de oración. 2003.  Ciudad Habana: CIC., p.1.


domingo, 19 de julio de 2020

Acerca de la orientación vocacional y la inteligencia disponible

Uno de los fracasos pedagógicos contemporáneos tiene que ver con la ausencia de un esfuerzo de orientación vocacional de parte de los profesores de nivel medio y superior. Las carreras universitarias se eligen por el atractivo que representan socialmente hablando, en el mejor de los casos; en el peor, el alumno matricula en la carrera que quedó disponible, cualquiera que sea. Triste...
Comience por decirse que todos los seres humanos son inteligentes. Con frecuencia las personas consideradas por los demás como lerdas y torpes, tienen inteligencias que andan por caminos distintos a los que se espera. Hoy día, científicamente hablando, se tiene una concepción muy diferente de la inteligencia, que adquirió popularidad en el ámbito científico después de los trabajos del psicólogo norteamericano Howard Gardner, profesor de Harvard, y de la publicación en 1983 de su libro Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences (Estructuras de la mente: La teoría de las inteligencias múltiples). Hasta entonces se entendía que la inteligencia estaba medida por el éxito académico. Nada  estaba más lejos de la realidad. Los decepcionantes resultados académicos de Albert Einstein en la enseñanza primaria, donde expresaba un retardo notable de la inteligencia lingüística perduran como un ejemplo notorio. Sería con el tiempo el físico teórico que, por medio de una descomunal inteligencia lógico-matemática, cambiaría para siempre la concepción del universo (1) (2). Thomas Alva Edison echado del colegio, en reproche a su total incapacidad de aprendizaje encontró un lugar para su inteligencia creativa; hoy le debemos la luz que nos alumbra desde aquel memorable 21 de octubre de 1879, en que electrificó las calles  de Menlo Park y sus fulgentes bombillas tornaron en día la oscura noche neoyorquina (3).
Tradicionalmente se usaban las inteligencias lingüístico-verbal y lógica-matemática para determinar el coeficiente intelectual. Hoy se reconoce, con aceptación académica generalizada, la teoría de las inteligencias múltiples. En la práctica es posible identificar combinaciones de esas inteligencias descritas, con ausencias de algunas de ellas. Los expertos no se ponen de acuerdo respecto a cuántas son, pero ejemplos generalizadamente aceptados son:

Inteligencia lingüístico-verbal (políticos, escritores, poetas, oradores).
Inteligencia lógica-matemática (matemáticos, físicos, farmacéuticos, químicos, economistas, ingenieros).
Inteligencia espacial (arquitectos, diseñadores).
Inteligencia corporal cinestésica (deportistas, bailarines, escultores, prestidigitadores).
Inteligencia musical (músicos, cantantes, compositores, directores de orquesta).
Inteligencia interpersonal (psicólogos, pedagogos, abogados, influencers).
Inteligencia intrapersonal (psicólogos, filósofos, escritores).
Inteligencia emocional (líderes, pastores, sacerdotes).
Inteligencia naturalista (biólogos,  médicos, botánicos).
Inteligencia existencial-filosófica (filósofos).
Inteligencia creativa (empresarios, tecnólogos).
Inteligencia colaborativa (líderes, políticos). (1) (2)

Nada más frustrante en la vida que moverse en terrenos donde es necesaria una inteligencia que no se tiene. Una persona diseñada por Dios con capacidad de cálculo vivirá abatida mientras le presionen para que haga abstracciones lingüísticas o filosóficas. Trabajar en áreas alejadas de la inteligencia con que vinimos a la vida es la razón por la que muchas personas sufren y se amargan. No se espere de los tales un loable rendimiento productivo; al trabajar sufren.
Cuando la persona expresa la inteligencia que tiene, es entonces que se siente plena y realizada. Vea al gimnasta feliz, correr veloz por las tablas para describir círculos precisos en los aires, en virtud de una admirable inteligencia corporal-cinestésica. Hacer algo así sería para otro una tortura africana; él, en cambio, será feliz. Disfrute al pianista que, ante el teclado, no siente que el tiempo pasa; las armonías que levanta no le son trabajo; disfruta su inteligencia musical al tiempo que la expresa.
Triste desacierto de la pedagogía contemporánea. Qué bien haría si, en vez de dedicar tanto tiempo a atiborrar al alumno de información inútil, que nunca usará en la vida, buscara ayudar a ese pobre ser en formación a determinar el tipo de inteligencia de que está dotado con el propósito de impulsarlo vocacionalmente en cuanto a su carrera, a fin de que no termine siendo uno más en el inmenso ejército de frustrados que llenan las empresas, los hospitales y las universidades, en funciones a veces tan alejadas de la inteligencia natural con la que Dios le trajo a la vida. No hay servicio mayor que pueda prestar un maestro o pedagogo a un alumno que, antes de descubrirle el mundo, ayudarle a descubrirse a sí mismo.
Fue una experiencia desgarrante la de aquella tarde en que le exigieron expresar su inteligencia lógica-matemática a Eusebio Leal Spengler. Él confesaría públicamente: “Me asomé al umbral de los quebrados y me espanté ante la raíz cuadrada...” (4). Terminaría encontrando el camino para expresar su notable inteligencia lingüístico-verbal que le llevó a ser el historiador de la Ciudad de La Habana y a la par, un notable tribuno.
El afamado actor cubano Luis Rielo Morejón, de quien fuimos, mi esposa y yo, vecinos por ocho años, creció como un niño de la Ciénaga de Zapata, locación en extremo humilde del occidente cubano, alejada de toda urbanidad. Quería ser actor; matriculó un día y como prueba de aptitud le dieron a leer una página de las Obras Completas de José Martí. Tras escasos minutos el profesor le quitó el libro, y le dijo: “Usted nunca será actor”. La historia artística de cualquiera habría terminado aquí, pero Rielo tenía una gran inteligencia intrapersonal. Pasó largas horas puliendo su dicción al leer, mejorando la percepción de las pausas, perfeccionando las curvas de entonación. Volvió entonces a presentarse, y el mismo profesor que lo descalificó anteriormente, tras escucharle, terminó diciéndole: “Perdón..., usted será actor” (5).
Tardíamente el cubano José Raúl Capablanca (1888-1942), se dio cuenta de que la carrera de química no estaba en armonía con su descomunal inteligencia espacial y lógico-matemática, y se volcó de lleno al mundo de las sesenta y cuatro casillas del que fue campeón mundial entre 1921 y 1927. Muchos le consideran el ajedrecista más grande que ha existido.
Si de calificación académica se trata la escritora uruguaya-española Carmen Posadas estuvo solo un mes en la universidad. No pudo continuar por razones domésticas, pero, con esfuerzo, hizo rodar, a toda máquina, por los carriles de la literatura, su notable inteligencia lingüístico-verbal. En 1998, recibiría el Premio Planeta. La psicología contemporánea le debe el llamado “síndrome de Rebeca”, descrito a partir de un cuadro psíquico que aparece en una de sus novelas.
Desde otro lado del asunto no siempre seremos favorecidos por los contextos en que nos coloque la vida. Es así que de nada vale tener una gran inteligencia si no se aplica con tesón un noble esfuerzo para desarrollarla. El notable escritor y educador italo-argentino José Ingenieros (1877-1925), escribió: “Una mediana inteligencia oscilará desde la tontería hasta el talento asimilador, según sean o no cultivadas sus aptitudes; el ignorante y el erudito son dos productos distintos por su cultura, pero pueden constituirse sobre la misma medianía” (6)Homero y Milton eran irremediablemente ciegos (7), Beethoven llegó a estar sordo (8), Alejandro V pidió limosna en su infancia, George Washington quedó huérfano de padre a muy temprana edad, creció en una granja y apenas pudo aprender las primeras letras; James Watt no pudo ir a la escuela (9); el extraordinario compositor musical Joseph Haydn fue limpiabotas y barbero (10); Nicola Tesla cavó zanjas (11); Benjamín Franklin casi muere de hambre… (12). ¿Qué llevó a estos hombres a las alturas inmensurables a donde llegaron? ¿El favor humano? Absolutamente no; ellos aplicaron con resuelto tesón el don que tenían. Desde la inteligencia colaborativa de George Washington, que devino en padre de la gran nación norteamericana, hasta el genio musical de Beethoven que afectó para bien la historia siguiente de la música, todos estos fueron hombres distintos que se enfrentaron con fuerza a adversidades muy grandes e hicieron correr por cauces anchos los acendrados torrentes de sus inteligencias. Una cosa les vincula en la historia: encontraron su lugar. No trate de compararlos porque los seres humanos, como criaturas de Dios, son incomparables. No busque medir la inteligencia creativa de James Watts (que nos dejó la máquina de vapor que llevó al mundo a la primera revolución industrial), con la inteligencia interpersonal de Alejandro V. Cada uno fue un genio según la dirección en que se expresó.
Usted es una persona muy capaz colocada quizá en una posición desde la que se le exige una inteligencia que no tiene. Explore con atención qué es lo que más disfruta hacer, cuál es la ocupación que, por laboriosa que resulte, no le parece un trabajo en virtud del disfrute  que recibe. Entre las cosas que hace ¿cuál se distingue por el impacto que produce?
Piense:

¿Tiene mucha influencia en la gente? (Inteligencia interpersonal).
¿Puede aunar voluntades tras de usted? (Inteligencia colaborativa).
¿Siembra con tanta gracia el jardín que hace a la gente que pasa detenerse a mirar? (Inteligencia natural).
¿Se asombran los que le visitan por la belleza de su hogar? (Inteligencia espacial).
¿Se deleitan escuchándole? (Inteligencia lingüística-verbal).
¿Permanece en pie cuando otros caen? (Inteligencia intrapersonal).
¿Nunca se quiebra su economía por pequeños que sean los ingresos? (Inteligencia lógica-matemática).
¿Inventó un sistema de cámara de video conectada a su móvil que le permite saber el instante en que el cartero abrió su buzón? Dicho sea de paso, por favor, dígame cómo lo hizo. (Inteligencia creativa.)

Mire adentro, y explore en el tesoro inmenso que Dios le dio, porque cada ser humano esconde un genio.
Nunca piense que carece de dotación intelectual o de sutileza para enfrentar la vida; le adornan inteligencias que tal vez todavía no descubrió. Encuéntrelas, úselas, sea feliz.



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(1) Sa. Educaweb. “Tipos de inteligencia; ¿por qué no somos todos iguales?”. https://www.educaweb.com/noticia/2018/12/04/tipos-inteligencia-no-somos-todos-iguales-18628/ Accedido: 17 de julio de 2020, 7: 20 PM.
(2) M. González Sanz. “Los doce tipos de inteligencia que existen según la psicología”. https://estilonext.com/psicologia/tipos-inteligencia Accedido: 17 de julio de 2020, 7: 20 PM.
(3) Laura Díaz Ramos. “La primera central eléctrica del mundo”. https://sites.google.com/site/thomasalvaedisontecnologia/invento   Accedido: 17 de julio de 2020, 7: 20 PM.
(4) Eusebio Leal Spengler. “Comentarios biográficos”.  Televisión cubana. 2009.
 (5) Luis Rielo Morejón. Entrevistado por Rosalía Arnáez. Canal 12 de la televisión cubana. Miércoles 19 de junio de 2013, 8: 30 PM.
(6) José Ingenieros. Las fuerzas morales.  La Habana: Vida habanera, 1962, p. 102.
(7) Orison Swet Marden, Abrirse paso, Barcelona: Librería Parera, 1917, p. 83.
(8) César Noragueda. Hipertextual. “La 9ª Sinfonía de Beethoven, obra cumbre de un genio”. https://hipertextual.com/2015/05/la-novena-sinfonia-de-beethoven Publicado: 7 de mayo de 2015. Accedido: 1 de julio de 2019, 1:06 AM.
(9) Swet Marden, Ibíd, p. 139.
(10) Ibíd., p. 137.
(11) Oscar Campos. “Nikola Tesla, el fabricante de sueños”. https://www.genbeta.com/desarrollo/nikola-tesla-el-fabricante-de-suenos 29 de julio de 2011. Accedido el 1 de julio de 2019, 12:58 AM.
(12) Marden, Ibíd, pp. 137, 138.