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viernes, 31 de julio de 2020

Las personas no son hechos, sino procesos

Algunos no entienden que el ser humano está en formación hasta el día en que parte de este mundo. Miran a las personas como esquemas fijos, inmutables. Aferrados a una trinchera no conciben el cambio de la gente sino como una traición; y los cambios en la percepción del mundo son inevitables para todas las esferas de la vida, desde la política hasta la poesía. No es deshonesto el que reconfigura su concepción del mundo a la luz de nuevas verdades. La cosmovisión está en permanente revisión para el hombre que piensa.
En el evangelio la construcción de la fe es todo un proceso; “...aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior, no obstante se renueva de día en día” (II Co. 4: 16). Es posible creer que ya se llegó, y que todo permanecerá como un mar quieto hasta el fin, pero lejos de eso: “...la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Pr. 4: 18). Quizá por eso, León Felipe escribió: «No en la primera, sino en la última página de la crónica es donde está escrito el nombre verdadero del héroe; y no al comenzar sino al acabar la jornada, es cuando acaso pueda decir el hombre cómo se llama» (1).


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(1) León Felipe. Ganarás la luz. Madrid: Cátedra, 1999, p. 90.


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