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jueves, 23 de julio de 2020

Fruto

Personas sometidas a grandes presiones sociales resisten indemnes desde la fortaleza que significó para ellos un hogar sano y sólido. Ese cimiento, que es la familia, deja frutos inamovibles. Estos son internos, profundos y esenciales; determinan los rumbos siguientes de la vida. Pueden no ser visibles, los demás pueden desestimar cuánto de raigal hay en ellos, pero ahí están para siempre. Llega el momento en que la propia persona intuye un posible colapso, cuando enfrenta contextos tercamente empeñados en absorber todo lo que el hogar enseñó. Calcinar valores, cambiar colores, nombres, redimensionar todas las medidas calculadas de antaño, son pretensiones que abortan cuando se enfrentan a los sólidos valores  sembrados en el hogar. Ese fruto no se pierde, aunque a veces no lo podamos ver. Quizá pensando en esto último el poeta hindú Rabindranath Tagore (1861-1941), escribió:

—¿Estás muy alejado de mí, fruto?
—Estoy escondido en tu corazón, flor (1).

Tal vez hemos gastado mucho tiempo preocupados por aquello que piensan de nosotros los demás. Lo único importante en la vida es ese fruto que quedó. Quizá debamos leer más a John Bunyan (1628-1688); escritor y predicador bautista inglés, célebre por su novela El progreso del peregrino. Él nos dejó un noble pensamiento: “Si mi vida no tiene fruto, no importa quién me alabe; y si tiene fruto, no importa quién me critique” (2).
Los frutos sembrados y nacidos en el hogar son una poderosa fortaleza a la vida. Dichosos los que tuvimos un hogar.
      
            

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(1) Jesús Prieto. Gonduana. “Poesía de Rabindranath Tagore”. https://www.gonduana.com/poesia-de-rabindranath-tagore/ Publicado el 21 de marzo de 2019. Accedido: 22 de julio de 2020, 1:00 PM.
(2) Rick Warren. Una vida con propósito. Miami: Editorial Vida. 2003, p. 277.





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