Escuchaba a un célebre adorador continental a quien aprecio mucho, hablar acerca del contexto que necesita para componer con inspiración; este tiene que ver con una playa paradisíaca en una isla apartada, donde pueda ser abrazado por un grande y tranquilizador paraje. Me quedé pensando largo rato. Recordé los tiempos de la adolescencia, cuando leía a Rubén Darío, y tropecé con aquella máxima que nos dejó, cuando escribió: “El vientre del dolor es fecundo”.
Como me gusta oír a los que saben pensar, escuchaba de tarde en silencio una entrevista a la sexagenaria escritora uruguaya, nacionalizada española, Carmen Posadas, Premio Planeta, 1998. Me llamó la atención su afirmación. Ella dijo:
En la vida le debo mucho más a mis defectos que a mis virtudes. Tú me preguntabas que por qué tengo esa visión así como de una niña que está mirando por el ojo de la cerradura y eso se debe a que yo era una niña ‘extratímida’, porque además era como la fea de una familia de ‘guapos’ (...), yo soy la mayor y después tengo otras dos hermanas rubias de ojos verdes ‘monísimas’, y entonces íbamos las tres vestidas iguales por la calle, y la gente se paraba y decía: “¡Ay, qué ojos tan divinos tiene Mercedes!”, después decían: “¡Qué pelo tan maravilloso tiene Dolores!”; venía a continuación un pequeño silencio, y decían: “La mayor es muy alta, ¿verdad?...”, y esta novela, La hija de Cayetana, también se debe a mis defectos. Si yo escribo es porque era esa niña tímida que no sabía contar chistes, ni cantar, ni nada de nada, y este libro se lo debo a un fracaso estrepitoso (1).
Fue en las tristezas de su exilio, en la isla británica de Guernsey, que Víctor Hugo escribió la obra cumbre de la literatura francesa, y posiblemente la novela más importante que se haya escrito nunca: Los miserables.
Fue la persecución pastoral en Cuba, interna y externa, la que me empujó a la publicación de mi boletín local por diez años. “Publica tus triunfos”, así me dijo el Señor mientras oraba en la plataforma del Templo, en 2005. Nunca la pudieron detener ni presbíteros delatores, ni secretarios entreguistas. Aquella publicación, tan atacada por la horda satánica de los de adentro, peores que los de afuera, llevó, como torrente que se despeña, a todas las publicaciones posteriores que circularon por el país, en número de miles, y a los veinte títulos, hoy en Amazon, que nunca podrán desconocer todos los enemigos juntos de la fe, esos que un día darán cuenta a Dios, en la hora de la vergüenza eterna.
El 24 de diciembre de 2018 tuvimos mi esposa y yo la más triste noche buena de nuestras vidas. No contaré por qué; solo diré que allí nació una trilogía y la publicación de mi más importante libro: Gratitud. Él dio título a mi blog, con el que alcanzo hoy a sesenta y dos países en los cinco continentes. Tampoco diré lo que ha significado para cientos de personas. Ahí están los correos que recibí, humedecidos todavía por las lágrimas de los que escribieron…
Fueron la fría soledad, la completa indiferencia, la acre infamación, el destierro forzado, la lejanía lacerante de mi cultura, las que me llevaron a escribir las mejores páginas. A los aplausos..., los aplausos nada me dieron.
A los aplausos nada les debo.
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(1) DeReojo Producciones. “Lo mejor de Carmen Posadas”. Vídeo resumen del encuentro de clubes de lectura de Valladolid con la escritora Carmen Posadas, acerca de su libro La hija de Cayetana. Ver en: https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=b53RlWOiXho Publicado: 10 de mayo de 2017 Accedido: 10 de julio de 2020, 5:50 PM.
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