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domingo, 22 de noviembre de 2020

Hugh Preston Jeter (1911-2004). El más inolvidable superintendente norteamericano para las Asambleas de Dios en Cuba


Contexto de su llegada misionera a Cuba

 

Cuba enfrentaba serias dificultades. La salud de la esposa del esforzado William Lawrence Perrault, superintendente nacional de las Asambleas de Dios en Cuba, exigía un regreso a los Estados Unidos, creándose un vacío en la dirección nacional de Organización. Noel Perkin trató el tema con Hugh Preston Jeter, para entonces misionero asignado a Perú, y con mucha sabiduría, por dos meses, en 1941, este recorre la isla participando en cultos especiales. Con relación a estas experiencias, escribiría: “Después de visitar todas las Asambleas de Dios en Cuba, no vemos motivo para desanimarnos. La perspectiva para la Obra es buena, y la gente responde al evangelio”. Es así que, en diciembre de 1941, regresa a la isla, acompañado de su esposa, Gertrude de Jeter, no para continuar una exploración, sino con el resuelto propósito de realizar un trabajo duradero (1). Al respecto Hugh P. Jeter escribiría:

 

En el año 1941, habiendo llegado recientemente del Perú, el hno. Noel Perkin, el secretario de Misiones, me propuso ir a Cuba para hacerme cargo de la dirección de la obra. Hice viaje a Cuba durante el verano para conocer el campo. La obra había quedado muy reducida en una obra principal en La Habana, otra en Palma Soriano, Oriente, y una misión pequeña en Santiago de Cuba. Había además algunos puntos de predicación. Habría apenas doscientos creyentes en todas las Asambleas de Dios en aquella época.

El Señor puso este campo en mi corazón y sentí que era la voluntad de Dios ir a Cuba para hacer todo lo posible para el desarrollo de la obra en ese país tan cerca de los Estados Unidos.

Había tres motivos principales que me ayudaron a decidir trabajar en la isla de Cuba. En primer lugar, era un campo muy duro y yo quería ver lo que Dios puede hacer en un campo duro. Segundo, su proximidad a los Estados Unidos hacía de Cuba un lugar ideal para nuevos misioneros que querían aprender el idioma y tener experiencia antes de trasladarse a otros campos. Tercero, siendo que hemos dicho un país muy cercano de los Estados Unidos, daba oportunidad para que pastores de las Asambleas de Dios en los Estados Unidos pudiesen visitar un campo misionero para recibir así una visión más amplia de la necesidad del mundo, que es el campo que el Señor nos ha dado. Todos estos tres motivos se vieron realizados durante nuestros diez años de estancia en la bella isla cubana (2). (Sic.)

 

Debe entenderse el contexto histórico de la llegada a Cuba del Rev. Hugh P. Jeter. Sus palabras, cargadas de fe y optimismo en el Señor, no transparentan del todo la verdadera situación: la obra pentecostal de las Asambleas de Dios en Cuba estaba a punto de colapsar. A finales de 1940 el Rev. Francisco Rodríguez Agosto, desde su posición de secretario nacional de las Asambleas de Dios de Cuba, dividió la Obra, y fundó la Primera Iglesia Pentecostal de Cuba; para ello arrastró consigo tres de las Iglesias más grandes e importantes: Párraga, Lawton y Regla, esta última con su pastor, Roberto Reyes (3). En 1941 las Asambleas de Dios se vieron peligrosamente reducidas a siete congregaciones, con una feligresía nacional total de solo doscientos miembros (4). Esta crisis tuvo que sufrirla, en carácter de superintendente, el heroico William Lawrence Perrault (5). El registro histórico oficial de los Archivos de Historia de las Asambleas de Dios de Cuba contempla el estado de salud de su esposa, Jessie Perrault, como la razón por la cual termina el ministerio del matrimonio en la isla (6). El autor ve el momento de la división de la Obra muy próximo a la partida del esforzado Perrault. Aquel golpe demoledor está muy cercano a aquel adiós…

Este es el contexto de la llegada a Cuba de Hugh Preston Jeter: siete congregaciones, doscientos miembros, una obra golpeada por una triste división. De tales dimensiones era el desafío.

 

¿Quién era Hugh Preston Jeter?

 

Hugh Preston Jeter nació el 5 de abril de 1911, en Oklahoma City, Oklahoma, Estados Unidos. Conoció al Señor a la temprana edad de ocho años (7). Sus padres fueron el pastor John E. Jeter y Callie A. King Jeter. Creció por ende en un hogar piadoso, compartiendo la alegría de sus seis hermanos que fueron:

 

J. Ernestine Jeter (1907-1960)

Esther Louise Jeter (1913-1998)

John Clark Jeter (1916-1919)

Horace M. Jeter (1920- ¿?)

David Jeter (1923- ¿?)

Dwight L. Jeter (1925- ¿?) (8)

 

Se gradúa en la Secundaria Presbiteriana en Crest Montain, Ark, en 1925. Comienza su entrenamiento de primer año en el Instituto Bíblico del Suroeste, en Enid, Oklahoma. Su padre, John E. Jeter, (9) un antiguo ministro presbiteriano que había recibido el bautismo del Espíritu Santo bajo el ministerio de C. P. Nelson, era el director del Instituto. Un mes después de la inauguración del Instituto recibió un conmovedor llamado misionero, pero luego del primer año fue forzado a suspender sus estudios. De sus memorias se sabe que debía trabajar. Finalmente pudo graduarse en 1931 con honores, siendo presidente de la clase superior, y predicador misionero en el comienzo de los ejercicios (10).

Pastoreó la Garber-Covington Oil Field de las Asambleas de Dios entre 1930 y 1931. Estudió español y ayudó en el Instituto Bíblico Latinoamericano, entre 1931 y 1932 (11). 

Se casa con Theola Tucker de Dallas, Texas, en 1932 y en octubre de ese mismo año parten en su primer viaje misionero, rumbo a Callao, (12) Perú. En, Ruth Feuerstein Coffey, editora, “Biográficamente hablando. Presentando a nuestro Superintendente de campo. Rev. Hugh P. Jeter”, El llamado cubano, diciembre de 1950, p. 2, aparece: “Esto fue durante los días de depresión [económica mundial] cuando las condiciones financieras hicieron necesario que un número de ministros del Concilio General salieran sin nombramiento. Este fue el caso con Theola y Hugh Jeter”. En el expediente misionero de Hugh Jeter aparece: “Hugh P. Jeter nombrado misionero para Perú dos años después, el 12 de septiembre de 1934”.

Se les ve regresar a los Estados Unidos en 1935. Estos tres años de misión habían tenido efectos devastadores en la salud de Theola Jeter: los desafíos de la altitud, las comidas, las costumbres, una tercera lengua: el quechua…

Del esfuerzo del matrimonio Jeter dan fe las propias palabras del misionero, cuando contó: “Recibí un telegrama de casa diciendo que mi esposa estaba enferma. En el camino mi caballo se rindió y tuve que venderlo; no podía adquirir o rentar otro animal, y me quedaban todavía sesenta millas y dos cordilleras para la casa (el paso más alto que quedaba era de unos dieciséis mil pies)” (13).

A todo esto, se sumaría el ministerio de casi dos años como pastores de la recién fundada Primera Misión de la Asamblea de Dios, en Lima, capital de Perú (14).

Un año después del regreso a los Estados Unidos, en septiembre de 1936, mientras Hugh P. Jeter enseñaba en el American Bible Institute de Saspamco, Texas, en el vórtice de los más misteriosos designios, Theola Jeter partió con el Señor. Murió en Denver, Colorado (15).  

En ese mismo aciago año 1936, Hugh Jeter es Ordenado, el 13 de agosto, por el Distrito Latinoamericano (16). Con los jirones de su alma vuelve solo el heroico Jeter a Perú. Las cumbres nevadas de Los Andes le ven solitario durante tres meses viajando a caballo, con una mula tras de sí, para aligerar la carga. Recorrió después las serpenteantes carreteras de Perú, Chile, Argentina y Bolivia durante más de nueve meses, en un Ford modelo A, mostrando diapositivas de la vida de Cristo y poniendo al alcance de la gente porciones del Evangelio, experiencias que nunca olvidará (17). Contaría de aquellos días:

 

Una vez nos enfrentamos con una muchedumbre de mil quinientos indios dirigidos por un sacerdote, determinados a lincharnos. En otra ocasión nos quedamos tirados en nuestro Ford en el desierto en el norte de Chile, sin agua y a 60 kilómetros (36 millas) del pueblo más cercano.

Fue muy interesante (…), escalar las montañas de Los Andes entre Chile y Argentina; hubo pasos terriblemente empinados y las curvas eran tan empinadas que aún nuestro Modelo “A” tuvo que detenerse y dar marcha atrás para girar. La última parte de la travesía al pie del monumento, “El Cristo de los Andes”, fue hecha en una tormenta de nieve (18).

 

La Antorcha Pentecostal en su número correspondiente a septiembre de 1940, No. 6, p. 7, reporta los viajes misioneros de Hugh Jeter por Suramérica: “Más nuevas de Hugo Jeter, quien, en compañía del hermano Mateluna, está viajando  y predicando el Evangelio en  su camión, en el Perú, en Chile y en Argentina”. Y directamente Hugh Jeter, reproduce el relato de su conmovedora experiencia misionera:

 

Muchas y variadas han sido nuestras experiencias en este viaje hecho en nuestro camioncito tan fiel, en el cual hemos puesto el nombre “La Buena Voluntad”, y que nos lleva de un lugar a otro, y nos provee por la noche de dos buenas camas para reposar (aunque algo estrechas). Estamos contentos por esta nueva oportunidad de sembrar la buena semilla de la palabra de Dios, en tantos lugares que son poco visitados por obreros evangelísticos. Mientras predicamos y enseñamos los cuadros bíblicos al aire libre, muy pocas veces tenemos menos de trescientos oyentes, y muchas veces hemos tenido más de mil. En una de las minas grandes de cobre, de la América del Sur, vendíamos mil porciones de la palabra en una sola noche. Visitamos muchos de los grandes ingenios de nitrato y las llanuras áridas del norte de Chile donde la gente recibía bien la Palabra. En todo nuestro recorrido vendimos más que veinticinco mil porciones de la Palabra en el sur del Perú y el norte de Chile. Oremos que la semilla sea regada y cultivada y que Dios dé una cosecha abundante (19).

Por cierto, hemos sido probados por el Señor —teniendo enfermedades, caminos peligrosos y difíciles, tardanza en recibir nuestra correspondencia, falta de agua en medio del desierto, dificultades con el camión, y pruebas financieras. En Iquique, nuestro farol para la neblina fue robado, y en Ovalle mi guitarra tan fiel, también desapareció. Pero gracias sean dadas a Dios, Él es fiel para suplir toda nuestra necesidad (20).

 Justamente en el tiempo de necesidad, nos encontrarnos con un hermano en un pueblo, que nos dijo: “He oído hablar de ustedes y de su obra y estaba orando por ustedes, y el Señor me mandó a darle esto.  Es nada más que un grano de arena para ayudarles en su senda”. Él puso en mi mano mil pesos chilenos.  ¡Gloria al Señor! Esto sirvió para pagar casi todo el gasto de reparar nuestro motor, y poner nuevas piezas en las ya gastadas, y también para resolver el visé de mi pasaporte para entrar en la Argentina (21).

El Señor maravillosamente nos ayudó a entrar en Chile con el camión cuando cada esfuerzo nuestro resultó inútil para obtener el permiso necesario. Cuando ya habíamos decidido dejar el camión en el Perú y seguir sin él, un hermano de la Iglesia Metodista puso su casa como garantía, así haciendo posible que diéramos la garantía requerida de once mil pesos (22).

Nos gustó mucho la comunión con los hermanos pentecostales de Chile. Su obra ha sido maravillosamente bendecida por el Señor y hay ahora como veintidós mil creyentes pentecostales en aquella República desde las llanuras. . . En Santiago hablamos varias veces en una de las iglesias donde tienen más de ochocientos asistentes en la Escuela Dominical y más de mil personas en los cultos regulares Aquí el pastor nos trató como miembros de su familia (23).

Una de las cosas más destacadas en la obra en Chile es su banda de “Reclutas”, que van a todas partes predicando la Palabra. Se reúnen en grupos en distintas partes del pueblo predicando en las esquinas de las calles, y luego marcan en un grupo a la Iglesia, cantando y recitando los versículos de la Escritura en el camino. También hay grupos de ciclistas que van de pueblo en pueblo con el mensaje. Hace poco que unos diez de ellos fueron de Chile a la Argentina, cruzando la alta cordillera, mientras que otro grupo hizo un viaje de tres mil kilómetros, predicando en más de doscientos pueblos y aldeas. Su celo por la causa del Señor merece elogios y el Señor contesta sus oraciones en una forma maravillosa (24).

De Chile cruzamos los altos Andes, a Mendoza, Argentina. La narración del viaje que fue hecho bajo una tempestad de nieve sería demasiado larga (…). Estamos ahora con los misioneros, los hermanos Dunbar, en Mendoza.  No podremos estar más que tres meses en esta República tan grande y entonces volveremos otra vez al Perú (25). (Sic.)

 

En 1941 Hugh Jeter regresa por licencia a su país natal. Infatigable, visita entonces Centroamérica, especialmente Panamá y México, predicando en numerosas iglesias (26). 

Después de cinco años de penosa y sufrida viudez, en que no se detiene su trabajo ni se agrieta su sacrificada hoja de servicios, conoce a Gertrude Elizabeth Dudte, de Newton, Kansas (27).

 

¿Quién era Gertrude Elizabeth Dudte?

 

Había nacido el 22 de noviembre de 1911 (28) Era la segunda entre ocho hermanos y el campo llenó su infancia. Allí ayudó a su padre en pro a sacar adelante su poblada familia en que predominaban hermanos menores que ella. Adquirió en la escuela habilidades taquigráficas, y tras graduarse trabajaría tres años en el Midland National Bank, de Newton (29). Se graduó posteriormente en el Instituto Bíblico del Suroeste en 1936 (30) (31). Sus habilidades taquigráficas encontrarían terreno para su noble uso en las oficinas de Noel Perkin, secretario de Misiones de las Asambleas de Dios en Springfield, Missouri. Sería feliz haciendo trabajo taquigráfico en una atmósfera misionera, acerca de lo cual le acompañaba un llamamiento desde pequeña (32).

Tres meses después tiene lugar una de las peores pruebas de su vida: súbitamente contrae fiebre tifoidea. Todo parecía terminar y le angustiaba el pensamiento recurrente de no haber ganado suficientes almas para Jesucristo. “Si pudiera tener otra oportunidad”, era su sentir. En respuesta a la oración de todos aquellos que le eran cercanos, Dios le sanó y ella interpretó su restablecimiento como la nueva oportunidad que pedía (33).

El ejemplo de sus padres cristianos y la atmósfera piadosa del hogar, contribuyeron grandemente a la formación de su carácter cristiano. El padre, específicamente, había sido diácono de la Iglesia de los Hermanos y posteriormente lo había seguido siendo cuando se afiliaron a las Asambleas de Dios en 1925 (34).

 

El matrimonio Jeter

 

El lunes 1 de septiembre de 1941, Hugh Preston Jeter y Gertrude Elizabeth Dudte se unen en feliz matrimonio (35). Llegan a Cuba, para ocuparse de la Obra Nacional el 16 de diciembre de 1941 (36) (37) (38) (39). Escribiría acerca de sus primeras impresiones: “Mi esposa y yo llegamos a Cuba en el mes de diciembre de 1941 para comenzar nuestro trabajo. Cuba fue muy diferente del Perú donde antes había trabajado. El pueblo cubano no mostraba oposición abierta al evangelio, sino una indiferencia casi completa. Había mucho espiritismo, también varias clases de curanderismo y hasta brujería. Los suicidios eran muy corrientes. Al principio el trabajo fue muy duro” (40).

Nacerían sus hijos en plena labor misionera: Stanley Preston, el 10 de noviembre de 1942; Robert David, el 23 de agosto de 1944; Donald Hugh y Douglas Lou, el 13 de junio de 1947 y Elizabeth (Betty) Louise, el 17 de noviembre de 1952 (41). Toda su familia haría historia en la humilde nación del Caribe y en toda Latinoamérica.

 

El significado de Hugh Preston Jeter para Cuba y el mundo pentecostal

 

Hugh Preston Jeter fue superintendente nacional de las Asambleas de Dios en Cuba durante diez años, desde 1941 hasta 1952 (42). Fue el primer presidente de la Confraternidad Pentecostal del Caribe, celebrada en Palma Soriano, Cuba, en 1947, siendo posteriormente reelegido en Ciudad México, en agosto de 1949. Fue también editor en Cuba de la revista mensual La Antorcha Pentecostal entre diciembre de 1941 y mayo de 1945.

Las grandes cruzadas evangélicas de 1950 y 1951, en Cuba, con los evangelistas T. L. Osborn, y Richard Jeffery, entre otros, fueron coordinaciones respaldadas e impulsadas por Hugh Jeter, y determinaron un cambio en la historia del evangelio pentecostal cubano (43). La práctica totalidad de los Templos y puntos de predicación del oriente cubano se vieron conmocionados. Cuba fue sacudida por un movimiento del Espíritu Santo sin precedentes en la historia nacional. Nació de este movimiento el Templo más grande de las Asambleas de Dios en la isla: el “Aleluya”, en Camagüey. La edición de La Antorcha Pentecostal, No. 11, correspondiente a noviembre de 1950, tuvo que suprimir todas las secciones permanentes (“Observaciones mundiales”, “Alrededor del mundo” y demás), con el propósito de hacer una edición especial que cubriera informativamente todo lo que el Espíritu Santo había estado haciendo a lo largo del año. Por una vez en la historia los ojos de toda Latinoamérica se pusieron sobre Cuba y todos “los llamados de Su nombre” (44) celebraron con alegría la visitación de Dios a la humilde isla del Caribe, en la gracia de Dios, bajo el liderazgo de H. Jeter.  Él escribiría emocionado, en 1951, tras la campaña central en el Estadio Guarina de la Ciudad de Camagüey: “Más de mil biblias fueron compradas por aquellos que tienen hambre de las cosas de Dios. El fuego sigue ahora por Florida y Ciego de Ávila, y Victoria de las Tunas y Puerto Padre están clamando por campañas. Parece que ha llegado el día de Cuba y tenemos que aprovecharlo antes de que venga la noche…” (45). Estas palabras eran proféticas.

El matrimonio Jeter viaja a España en 1949. Hugh Jeter predica en la inauguración del primer lugar de culto abierto al público de las Asambleas de Dios en España, en la ciudad gallega de La Coruña. Dios estaba preparando otro camino. Aquellos once años en la isla, en la bendita gracia de Dios, cambiaron para siempre el rostro del movimiento pentecostal cubano.

En 1952 termina el trabajo del matrimonio Jeter en Cuba, y marchan a España en 1953. Fijan su residencia en Tánger, después de enfrentar hostilidades debido a problemas con las autoridades civiles, dada su condición de misionero no católico. Allí trabajó en la radio durante cuatro años; fundó también y pastoreó una iglesia de habla hispana, trabajo que continuó hasta su regreso a Estados Unidos (46). 

Durante dieciocho años enseñó en el Southwestern Assembly College de Waxahachie, Texas, y fue director de Misiones de la misma zona. También enseñó durante más de diez años en la Faculty of Southern Arizona Bible College, donde muchos hispanos se preparan para la obra cristiana y misionera. Entre 1962 y 1963 hizo su maestría en el Colombia Graduate School of Missions and Theology de Carolina (47).

Cumplidos los días de su impresionante vida, partió para estar con el Señor el 24 de mayo de 2004 (48). Su esposa Gertrude le acompañaría a la eternidad el 15 de enero de 2013. Su cuerpo descansa al lado de su esposo en Waxahachie, Texas. Allí esperan la resurrección (49).

 

Lo que ellos dijeron de él

 

El Rev. Prof. Donald Hugh Jeter, destacadísimo misionero para España y Latinoamérica, erudito en teología y Biblia, meritísimo miembro del claustro de Global University, digno sucesor de su padre, descorriendo los velos de la vida familiar, expresó al autor:

 

Mi madre, Gertrude Jeter, era dulce y compasiva. Pecaba por no querer hablar a nadie de su necesidad. Tenía uno de los talentos musicales más grandes que he conocido. Era capaz de tocar piano, violín, clarinete, órgano, acordeón y saxofón. Tenía siempre el tono perfecto. Podíamos empezar a cantar solos, ella encontraba al momento el tono en el piano y lo hacía de la forma más perfecta que alguien se pueda imaginar.

Papá y mamá eran un matrimonio de una armonía tan grande que yo no recuerdo una sola ocasión en que discutieran, o se enemistaran. Los problemas de la Iglesia jamás los traían a la casa, ni hablaban mal de nadie ante nosotros.

Papá me disciplinaba y a veces lo hacía con severidad. Al terminar oraba conmigo y cuando lo hacía tocaba el cielo, porque al final rompía en lágrimas (50).

 

En ocasión de escribir el autor, al Rev. Donald H. Jeter, hijo de Hugh Preston Jeter, consultándole acerca del impresionante anecdotario de su padre, el Profesor D. Jeter, muy conmovido, contestó:

 

Mi esposa Cyndie y yo nos pusimos inmediatamente a revisar algunos de los episodios de la carrera misionera de mi padre en cinco países de Sudamérica y también en Cuba. Trae unas tremendas riquezas de anécdotas contando de las intervenciones milagrosas y sobrenaturales de parte de nuestro Dios en respuesta a las oraciones —milagros de sustento, sanidades, protección, provisión, poder—, tan ricas y gráficas que rompimos a llorar y a darle gracias a Dios por sus promesas cumplidas y el sacrificio y consagración de los pioneros. Aunque este tesoro ha residido en la computadora que casi nunca está lejos y con lo cual trabajo todos los días, tengo que confesar (para vergüenza mía) que nunca había leído algunos de los capítulos de la vida y ministerio de mi padre. Sin lugar a duda será de una bendición inmensurable para los pastores, ministros y misioneros que tengan la dicha de poder leerlo (51).

 

El Profesor Eugenio Hunt resalta el significado personal que tiene para Cuba y el mundo pentecostal la vida de Hugo P. Jeter:

 

Hugh Jeter impactó toda una generación para la obra misionera de las Asambleas de Dios. Primero en Cuba y después en Southwestern Assemblies of God College [SAGC], centenares de jóvenes aprendieron de su ejemplo y de sus enseñanzas. Él fue nuestro profesor y director del departamento de misiones en SAGC. Llegamos a ser amigos íntimos, y disfrutamos muchísimo de su experiencia y enseñanzas. Su libro, Por Su Llaga, [By his stripes] marcó nuestras vidas (52). El libro Por Su Llaga es un estudio bíblico sobre la sanidad divina. Fue publicado en el 1978 por la Editorial Vida. Parece que salió primero en el 1977 en inglés publicado por Gospel Publishing House. Tiene veinticuatro capítulos, doscientas páginas, que abarcan el trasfondo bíblico y la aplicación a la sociedad después. También publicó Catolicismo Romano y Entendiendo la Iglesia Católica actual (CLIE) (53).

 

El pastor Rolando Rivero le recuerda: “Era un hombre muy jovial. Recuerdo que cuando terminó su período en 1952 se fue a España. Era un gran hombre” (54).

El Profesor Álvaro Max Rivera, Directivo Internacional de la Facultad de Teología de las  Asambleas de Dios de América Latina, SpringfieldMissouri, conecta su llamamiento misionero con la influencia ministerial del inolvidable Hugh P. Jeter: “Recuerdo que, en una ocasión, en 1970, en El Salvador, el hermano Hugo predicó en nuestra iglesia —Iglesia pastoreada en ese momento por el hermano Juan Bueno— y testificó acerca del trabajo misionero que hacían en el sur de España y en el Norte de África. En ese momento es cuando por primera vez experimenté el llamado misionero. Yo tenía catorce años” (55).

Acerca de su persona y de su obra toda, escribió el inolvidable Rev. Prof. Floyd Woodworth (1927-2017), en entrevista que le realizara el autor de esta publicación:

 

El hermano Hugo P. Jeter tenía grandes cualidades de ejecutivo. Tenía visión. Amaba mucho a la Perla de las Antillas (56) y a su pueblo. No tenía sentido de inferioridad. Había sido misionero ya en el Perú [donde] murió su primera esposa. Hablaba admirablemente el castellano. Su padre había sido profesor en un Instituto Bíblico en Oklahoma. Trabajaba armoniosamente con los líderes cubanos en la Obra. Viajaba constantemente. Predicaba bien. Enseñaba bien. Amaba mucho la obra de la preparación de obreros y le daba importancia al Instituto Bíblico (57).

 

Ruth Feuerstein Coffey, editora de The Cuban Call (El Llamado Cubano), en el número correspondiente a diciembre de 1950, en el artículo: “Biográficamente hablando. Presentando a nuestro Superintendente de campo, Rev. Hugh P. Jeter”, p. 8, refrescando los peligros verdaderamente hollywoodenses de la vida misionera del legendario Hugh P. Jeter en Centro y Suramérica, regala a la posteridad la revelación que escuchó de su propia boca, acerca de cuál fue la mayor emoción de su vida: “El hno. Jeter dice: “Como pueden ver fácilmente, me fue difícil decidir cuál es la escapada más interesante,” pero agrega que su mayor emoción ha sido el ser privilegiado de predicar a más de diez mil personas a la vez, viendo miles de manos levantadas para salvación, y ver muchos más sanados, por el poder de Cristo, de ceguera, sordera, parálisis y otras muchas enfermedades. Esta gran emoción le sucedió este mismo año [en Cuba, 1950]”.

Cuando me escuche decir en los más importantes estrados, que el Rev. Hugh P. Jeter, fue el más importante misionero y superintendente norteamericano que tuvieron las Asambleas de Dios en Cuba, antes de contradecirme, deténgase a entender el contexto en que él asumió la dirección de la Obra nacional y cuál fue el estado en que la entregó, once años después. Saberlo le costará a usted diez minutos de lectura. Al autor le costó un año de investigación, y una confrontación que todavía no termina.

Disfrute la lectura de la grande e inspiradora vida misionera del Rev. Hugh Preston Jeter. Camine sobre sus pasos y viva en la bendición del legado que nos dejó con su incomparable trabajo y su maravillosa familia. Andando en los derroteros trazados por aquel padre, los Revs. Prof. Donald y Cyndie Jeter han sido pan a la mesa de miles de pastores y misioneros; su hermoso hogar nunca se cerró al descanso de los itinerantes viajeros de la fe; su abrazo caluroso, su hablar desenfadado, su ministerio y vida toda, han significado lo que aquel islote de oasis llega a ser para los que nos hemos sentido un día perdidos en medio del desierto. El Señor lo recuerde en favor de ellos el día de la eternidad. “…A mí lo hicisteis” (Mt. 25: 40). Amén, así sea, Señor Jesús.

 

 

__________

 

 

  (1) Rachel Peterson. CubaArchivos de Historia. Asambleas de Dios de Cuba, p.6.

  (2) Hugh P. Jeter. Cuba. Archivos de Historia. Asambleas de Dios de Cuba, p. 2.

  (3) La Iglesia de Regla sería devuelta a la Iglesia Evangélica Pentecostal en Cuba (Asambleas de Dios) el 4 de julio de 1946, por Roberto Reyes, en el contexto de su salida del país. (Victoria Schott, “Noticias breves”, La Antorcha Pentecostal, agosto de 1946, p. 3.)

  (4) Luisa Jeter de Walker. Siembra y Cosecha. T. III. Florida: Editorial Vida, 1996, p. 153.

  (5) Marcos Antonio Ramos. Panorama del Protestantismo en Cuba. Miami: Caribe, 1986, p. 435.

  (6) Raquel Peterson. Cuba, p. 6.

  (7) Pablo Branco. Ficha biográfica de Hugh P. Jeter, Editorial Clie. Ferrocarril, 8 08232 Viladecavalls (BCN) España Tel: (34) 93 788 4262 • Fax: (34) 93 780 0514 • e-mail: libros@clie.es. Esta información se conserva como un documento en los Archivos de Historia de las Asambleas de Dios en Cuba.

  (8) Alva I. Walker y Louise Walker, Expediente ministerial, Archivos de Historia, Asambleas de Dios, Cuba.

  (9) Pablo Branco, Ibíd.

  (10) Ruth Feuerstein Coffey, editora, “Biográficamente hablando. Presentando a nuestro Superintendente de campo. Rev. Hugh P. Jeter”, El llamado cubano, diciembre de 1950, p. 2.

  (11) Pablo Branco, Ibíd.

  (12) Callao. Ciudad importante y principal puerto del Perú, capital de la provincia constitucional o región del mismo nombre, Callao; está situada en una bahía al oeste de Lima, ciudad con la que forma una importante conurbación, en la desembocadura del río Rímac.

  (13) Ruth Feuerstein Coffey, editora, “Biográficamente hablando. Presentando a nuestro Superintendente de campo. Rev. Hugh P. Jeter”, El llamado cubano, diciembre de 1950, p. 2.

  (14) Ibíd.

  (15) Pablo Branco, Ibíd.

  (16) Hugh P. Jeter, Expediente ministerial del Departamento de Misiones, enviado por las Oficinas Centrales de las Asambleas de Dios, Springfield, Missouri, EUA. Archivos de Historia. Asambleas de Dios. Cuba.

  (17) Ruth Feuerstein Coffey, editora, Ibíd.

  (18) Ibíd., p. 8.

  (19) W. L. Perrault, “Campos Misioneros. Viajando en la América Latina”, La Antorcha Pentecostal, septiembre de 1940, p. 7.

  (20) Ibíd.

  (21) Ibíd., pp. 7, 8.

  (22) Ibíd., p. 8.

  (23) Ibíd.

  (24) Ibíd.

  (25) Ibíd.

  (26) Ruth Feuerstein Coffey, editora, Ibíd.

  (27) Pablo Branco, Ibíd.

 (28) Hugh P. Jeter, Ibíd.

 (29) Ruth Feuerstein Coffey, editora, “Biographically speaking presenting our Field Superintendent’s Wife Mrs Gertrude Jeter”, El llamado cubano, noviembre de 1951, p. 2.

  (30) Ibíd.

  (31) Ruth Feuerstein Coffey, editora, “Biográficamente hablando. Presentando a nuestro Superintendente de campo. Rev. Hugh P. Jeter”, El llamado cubano, diciembre de 1950, p. 2.

  (32) Ruth Feuerstein Coffey, editora, “Biographically speaking. . . Mrs Gertrude Jeter”, Ibíd.

  (33) Ibíd.

  (34) Ibíd.

  (35) Hugh P. Jeter, Ibíd.

  (36) Ibíd.

  (37) Pablo Branco, Ibíd.

 (38) Alvio García, “Historia de las Asambleas de Dios en Cuba. La Obra continúa extendiéndose”, La Antorcha Pentecostal, enero-marzo-2000, p. 4.

 (39) Hugh P. Jeter, Cuba, p. 2.

  (40) Jeter, Ibíd.

  (41) Hugh P. Jeter, Expediente ministerial del Departamento de Misiones, enviado por las Oficinas Centrales de las Asambleas de Dios, Springfield, Missouri, EUA. Archivos de Historia. Asambleas de Dios. Cuba.

  (42) Alvio García, “Precursores y líderes de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios) a través de su historia”, La Antorcha Pentecostal, No. 3, julio-diciembre, 2000, p. 1.

  (43) Pablo Branco, Ficha biográfica de Hugh P. Jeter, Editorial Clie. Ferrocarril, 8 08232 Viladecavalls (BCN) España Tel: (34) 93 788 4262 • Fax: (34) 93 780 0514 • e-mail: libros@clie.es. Esta información se conserva como un documento en los Archivos de Historia de las Asambleas de Dios en Cuba.

  (44) “…todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice” (Is. 43:7).

  (45) Hugh P. Jeter, “El rincón del Superintendente”, La Antorcha Pentecostal, No. 2, febrero de 1951, p. 7.

  (46) Ibíd.

  (47) Ibíd.

  (48) Ibíd.

 (49) Donald Hugh Jeter Jr, entrevistado por O. Ríos, miércoles 13 de agosto de 2014, Oficinas de la Global University, Springfield, MO, EUA. Usada con permiso.

  (50) Donald Hugh Jeter Jr, entrevistado por O. Ríos, miércoles 13 de agosto de 2014, Oficinas de la Global University, Springfield, MO, EUA. Usada con permiso.

  (51) Donald Hugh Jeter Jr. Entrevistado por O. Ríos, vía electrónica, 27 de febrero de 2014, 12:51 PM. Usada con permiso.

  (52) Eugenio Hunt, entrevistado por vía electrónica por O. Ríos, 8 de febrero de 2014, 6:35 PM. Usada con permiso.

  (53) Eugenio Hunt, entrevistado por O. Ríos, vía electrónica, 12 de febrero de 2014, 5:11 PM. Usada con permiso.

  (54) Rolando Rivero, entrevistado por Octavio Ríos. Templo “Palabras de Vida” en Santa Amalia, el 16 de marzo de 2009, 10:00 A.M – 2:00 P.M. Usada con permiso.

  (55) Álvaro Max Rivera, entrevistado por O. Ríos, vía electrónica, 7 de febrero de 2014, 6:44 PM. Usada con permiso.

  (56) Nombre con que a veces se designa a Cuba. (Nota del autor.)

  (57) Floyd Woodworth, entrevistado por O. Ríos, vía electrónica, 28 de marzo de 2009, 1:14 AM. Usada con permiso.




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