Benjamin Guggenheim

Era un magnate minero. Atesoraba una gran fortuna y viajaba siempre en primera clase. Tenía el respeto de todos. Se llamaba Benjamín Guggenheim. Era judío.

Cruzaba el océano, una vez más, desde Southampton, costa portuaria en el sur de Inglaterra, hasta la cosmopolita Nueva York, de Los Estados Unidos. Cuatro días después de zarpar, a la medianoche, el inmenso buque en que viajaba chocó contra un iceberg, abriéndose un irreparable boquete a estribor, que condenó a todos a un hundimiento inevitable (1).

Un miembro de la tripulación se acercó discretamente a Guggenheim, y en reconocimiento a su posición élite entre los viajeros, le ofreció, a escondidas, un puesto en uno de los escasos botes salvavidas. Él era judío, la mayor parte de los pasajeros eran gentiles; era rico, la mayor parte de las personas eran pobres. Dos grandes velos pudieron haberse colocado sobre sus ojos: el velo del judío, que menoscaba al gentil, y el velo del rico que mira oblicuamente al pobre. La respuesta de Guggenheim fue sorprendente; él contestó: “Ninguna mujer morirá porque yo fui un cobarde” (2).

Nunca más se supo de aquel noble hombre. El trasatlántico en que viajaba se hundió en las gélidas aguas del Atlántico norte, en la madrugada del 15 de abril de 1912. Se llamaba Titanic.

Una vez más, un judío moría por muchas personas que no lo eran. Como si trazara el camino, alguien ya le había precedido en lejanos tiempos. También era judío, y como a Guggenheim, le ofrecieron un modo de salvarse que no aceptó. Para él fue algo peor que morir en las aguas; significó morir en la cruz.

 

 

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(1) CNN Editorial Research. “Titanic Fast Facts”. https://www.cnn.com/2013/09/30/us/titanic-fast-facts/index.html Actualizado: 29 de abril de 2020. Accedido: 30 de octubre de 2020, 5: 55 PM.

(2) Nadia Cattan. Enlace judío. “Los judíos del Titanic”. https://www.enlacejudio.com/2020/01/06/los-judios-del-titanic/ Publicado: 6 de enero de 2020. Accedido: 30 de octubre de 2020, 6: 25 PM.