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miércoles, 25 de noviembre de 2020

El dinero es su propia ideología

El dinero es su propia ideología. No sé si ya alguien lo dijo así, pero, sin dudas, por otros caminos pensadores y poetas ya lo advirtieron: “…poderoso caballero es don Dinero”; así rimaba Francisco de Quevedo. “Tanto tienes, tanto vales”, versa la sabiduría popular. No hay dudas acerca de que el grueso de la cuenta bancaria atenúa las faltas cometidas y, si las contribuciones son grandes, estas desaparecen.

Los mayores valores han sido festinadamente tasados. El profeta Zacarías fue por su sustento, y les dijo a los que administraban: “Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata. Y me dijo Jehová: ‘Échalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado!’ Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro” (Zc. 11: 12, 13). Los ideólogos del dinero se creyeron en el derecho de tasar el valor de la profecía.

Judas Iscariote discutió con los principales sacerdotes acerca del precio de Jesús: “¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata” (Mt. 26: 15). Los ideólogos del dinero se creyeron en el derecho de tasar el valor de Aquel que es el espíritu de la profecía (Ap. 19: 10).

Mientras los cristianos creemos librar una lucha desesperada por la paz en Tierra Santa, en Jerusalén los árabes venden kipás judías y los judíos venden túnicas árabes. El dinero les pone de acuerdo.

Faltó poco para que Benjamín Netanyahu se enredara a trompadas con Barak Obama, el anterior presidente norteamericano. Donald Trump arriesgó su propia vida defendiendo y respaldando a Israel. No han terminado las elecciones de Estados Unidos, nadie puede asegurar lo que se decidirá en la Corte Suprema y el Congreso, y ya Netanyahu felicitó al candidato, Joe Biden, otrora vicepresidente de aquel Obama...

El dinero, el dinero, siempre el dinero. Dios mío…; a veces no sé qué pensar.




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