Cientos de artículos se subieron a mi blog en estos cuatro años. Abarcan las más diversas temáticas, y con sano orgullo compruebo que, aún los más peligrosos y beligerantes, tienen mucha aceptación, a juzgar por el conmovedor contenido de los mensajes electrónicos recibidos. Solo uno ha molestado hasta límites indecibles: “La norma Billy Graham”.
Pensé que todo quedaría en los perdigonazos de algunas escopetas, pero no, la publicación de este artículo dispuso en mi dirección un arsenal de obuses autopropulsados AS-90. Misiles Tomahawk estallaron a mi lado, mientras aviones F-35 sobrevolaron con ímpetu, lanzando bombas FAB 500-M62. Un lector muy cercano, y que presume de una gran moralidad, utilizó granadas de mano, cuyos estruendos y explosiones alternó con entusiastas y cantarinas ráfagas de fusiles automáticos TAR-21 y M-16.
Como ya no se utiliza el napalm, en su defecto, para no deshonrar la memoria del fuego, un batallón de lanzallamas LPO-50 pasó la semana entera encendiéndolo todo a mi paso.
Esa fue la respuesta a este artículo. Es curioso, cientos de ellos publicados, y ninguno molestó, excepto “La norma Billy Graham”. ¿Por qué será?
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