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martes, 27 de octubre de 2020

Sansón

Sansón fue el hombre más fuerte que existió. Dios lo levantó para traer libertad a su pueblo, pero no es difícil advertir, al leer su historia, que sus grandes triunfos iban y venían, sin llegar a ser nunca definitivos, como los de David o Débora-Barac. Por veinte años no hizo otra cosa que luchar y mantener a raya a sus enemigos, mientras que, entre batalla y batalla, sus fuerzas espirituales se desgastaban en lujurias inauditas para alguien con un llamado tan grande como el de él. Se le ve correr en desenfreno detrás de una filistea en la ciudad de Timnat (Jue. 14: 1, 2); luego aparece con una ramera en Gaza (16: 1); finalmente se une a la que fue el pivote mismo de su destrucción: Dalila (16: 4). Esta le llevó al fin de su pacto con Dios y a la propia muerte.

¡Cuántas personas como Sansón malgastan sus dones, talentos y vida toda! ¡Cuántas jóvenes lozanas, en la aurora misma de sus días, vimos mi esposa y yo en Santource, sentadas en el suelo, a la entrada de los comercios, totalmente fueras de sí, con agujas llenas de drogas colgando todavía de sus brazos!

Jóvenes fuertes e inteligentes integran las peores y más desalmadas pandillas de Centroamérica; allí ponen sus frescos talentos en función de caotizar la sociedad, sembrándola de prostitución infantil, violación, narcotráfico, extorsión, contrabando de armas, lavado de dinero, secuestro, robo y crímenes por encargo. Terminan sus días asesinados por miembros de otras pandillas, ejecutados por las fuerzas del orden o recluidos con largas sentencias en los más restrictivos centros penitenciarios. ¡Cuántas existencias desperdiciadas! ¡Que lejos pudieron llegar para en su lugar dejarnos solo la estela de una vida trunca!

Ellos son una paráfrasis de la historia de Sansón. Quiera Dios no se repita en ti. Sé fuerte, y empuja en la dirección correcta los dones con que Dios te envió a esta vida. No desperdicies talento, inteligencia o juventud. No te dejes manchar por los que quieren manipularte como al "tonto útil", para luego echarte al borde del camino cuando ya les seas inservible. Puedas terminar tus días con la alegría de saber que lograste la más sabia y noble inversión, la de poner todo tu brillo en función de mostrar al mundo el inmensurable valor de la nueva vida en Cristo. Esta inversión tiene promesas de vida eterna: "Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad (...). Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días".

Al postrer suspiro puedas oír esas palabras, como las oyó del ángel el profeta Daniel. Así te bendigo.

 



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