La arrogancia racionalista del siglo XIX expandió al absoluto los tentáculos de la ciencia, y con ellos pretendió abrazarlo todo. Algo que no explicaran sus razonables leyes debía de ser desechado.
En lo personal tuve que aprobar filosofía marxista-leninista, como asignatura obligatoria, desde noveno grado hasta la universidad. La estudié con responsabilidad y obtuve buenas calificaciones. Tal vez por eso es que recuerdo cómo, cada año, me hacían recitar el principio marxista de la «unidad del mundo». En él se afirma que el mundo es uno, y las familiares leyes del movimiento de la materia en la tierra se manifiestan asimismo en el cosmos infinito (1). No importa lo flexible que el marxista quisiera ser respecto a nuevos hallazgos, la conclusión de esto era bien rígida: «como no existe Dios no hay otro mundo». Por este camino los simpáticos terrícolas veníamos a ser como un muestrario de todo lo que hay más allá del sol. Vaya…, salió poético.
El británico Roger Penrose, el alemán Reinhard Genzel y la estadounidense Andrea Ghez acaban de ser reconocidos con el Premio Nobel de Física. Las contribuciones que estos investigadores han hecho remover el más temido capítulo de la ciencia moderna: los agujeros negros. Es el más temido porque en él se conmocionan los pilares de «la unidad del mundo».
Un agujero negro se produce cuando una noble estrella implosiona. El profesor Eduard Larrañaga, físico teórico y del Observatorio Nacional de Colombia explica que un agujero negro “es un objeto con una gravedad enorme. ¿Por qué tiene una gravedad enorme? Porque tiene mucha masa. Y resulta que esa masa está concentrada en una región muy pequeña. Toda esa masa se fue a un punto. Entonces en ese punto la gravedad es infinita, la densidad es infinita y muchas otras cantidades físicas se van al infinito”. Cuando eso ocurre esos “infinitos” no se pueden manejar con las matemáticas usuales: “Una ecuación cualquiera con infinitos deja de tener sentido”, agregó el científico.
Estos curiosos puntos del espacio son una completa burla. Se creían universales las leyes de la ciencia, y en los agujeros negros no se cumplen. Allí las ecuaciones dejan de funcionar. A tal cosa se le llama en física singularidad. Molesta tanto el escapismo de los agujeros negros que muchos se resisten a creer que tales cosas existan. Einstein habló de ellos, y por extraños, dudó que fueran concretamente posibles, mucho menos que un día se encontraran. Penrose, Genzel y Ghez acaban de descubrir uno, supermasivo, en el centro mismo de nuestra galaxia, al alcance del telescopio humano. Es tener, dentro de casa, un lugar donde no se cumplen las leyes. Allí las ecuaciones einsteinianas de la relatividad general que deslumbraron a Max Planck no funcionan. Es otro mundo dentro del nuestro. Con humildad digna de encomio el profesor Larrañaga concluye que, aceptar la singularidad del agujero negro, físicamente hablando, es aceptar que “la física tiene un límite” (2), y con ella toda la ciencia.
Hay otro mundo. Dios “puso límite a la superficie de las aguas, hasta el fin de la luz y las tinieblas” (Job 26: 10). Así describió el patriarca Job al accionar soberano del Creador de los cielos y la tierra, el buen Dios, de quien recibimos la vida, y por quien todas las cosas vinieron a ser (I Co. 8: 6). El Rey del cielo ha enloquecido la arrogancia del ateo moderno con los agujeros negros. Estos son portales físicos que llevan a otro mundo, regulado por leyes ajenas a las nuestras. Quizá por él ascendamos al encuentro del Creador en el minuto postrero. No será evidente hasta ese día, pero, mientras tanto, científicamente hablando, una cosa hemos llegado a saber: hay otro mundo.
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(1) F. Konstantinov. Fundamentos de filosofía marxista-leninista. Materialismo dialéctico | La unidad del mundo. http://www.filosofia.org/mat/mm1977a4.htm Accedido: 7 de octubre de 2020, 2: 25 PM.
(2) Lioman Lima. BBC News Mundo. “Nobel de Física: qué es la singularidad, el corazón de los agujeros negros donde se rompen todas las leyes conocidas de la naturaleza”. https://www.bbc.com/mundo/noticias-54428874 Publicado y accedido: 7 de octubre de 2020.
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