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martes, 6 de octubre de 2020

El aciago culto a la celebridad

Todos conocen a Osama Bin Laden. Pregunte por él. Como un rayo la gente le contestará: “¡Torres Gemelas!”. No sé si usted es de los cientos de millones que se enteraron de que las Torres Gemelas estaban allí, el día en que Bin Laden las derribó. Él las hizo famosas para muchos. Bueno, entonces lo conoce... Está informado.

“¿Sabe de Dennis Lynn Rader (BTK)?”. Tronará al momento: “Ese era el que ataba, torturaba y asesinaba a sus víctimas, después de secuestrarlas [BindTorture and Kill (Atar, torturar y matar)]”. No hay dudas; está al día. “¿Y Madonna, le resulta familiar?” Asombrado por la fuerza de lo obvio me mirará, para luego decir: “¿Quién no conoce a Madonna? ¡Es un icono norteamericano!, ¿o acaso no vio la película de Eva Perón?”. Casi tendré que disculparme por haber preguntado. “Y…, hablando de historia… ¿sabe de Hitler? Quiero decir, ¿quién fue?”. Al instante rugirá: “¡Ese sí estaba loco! ¡Metió al mundo en una guerra!”.

Que bien…; sí que sabe la gente. En un intento final preguntaré, tímidamente: “¿Maradona…?”; instantes después correré calle abajo, porque usted irá tras de mí. Habrá tomado mi pregunta como “un insulto a la inteligencia humana”. Cuestionar si conoce al astro argentino es más de lo que un homo sapiens que se respete pueda soportar.

El editor jefe de una importante revista norteamericana donde a cada rato publico me preguntó, por teléfono, si había leído algo de Corín Tellado. Casi se insultó cuando le contesté que no. Tuve que atenuar los efectos que causé en su alma “afrentada”, explicándole que, siendo muy joven, tuve que escoger una tarde entre Dickens y Tellado. La elección fue obvia. “Bueno, al menos la conoce…”, me dijo. “Si; todos la conocemos…”, le contesté. “Todos…, todos”.

BTK, Allan Kardec, Marilyn Monroe, Charles Manson, Cornelis Jol (pata de palo), Jack el destripador… Como no bastaron los que ya existieron, inventamos entonces a Frankestein, y tras él desfilaron Drácula y Aníbal el caníbal. Todos ellos se unieron, fraternalmente, en una larga estela de nombres que hoy llenan la orgullosa galería de las celebridades. Nos acompañan siempre. Son muy conocidos, ¿verdad? Algunas personas se disfrazan de ellos en ocasiones festivas. Sienten gracioso el hacerlo. Es el aciago culto a la celebridad.

Trabajé un año como médico, en el Policlínico Van Troi, de la capital habanera, en mi lejana Cuba. Pregunté una mañana a una madre, a la que vi con su pequeño, tomando tiernamente una dosis de la vacuna contra la poliomielitis: “¿Conoce a Jonas Salk? ¿Sabe de él?”. Me contestó que no… “¿Es un jugador de baloncesto?”, preguntó la enfermera. Con pena, les expliqué: “El Dr. Jonas Salk preparó la primera vacuna contra la poliomielitis. Gracias a él su pequeño nunca la sufrirá”. No fui más allá… Tal vez debí explicarle que, hasta 1955, la poliomielitis era el más grande problema de salud de los Estados Unidos en la posguerra; que las personas vivían, aterrorizadas, la experiencia de cada verano, en que estallaba aquella epidemia que no respetó ni al presidente de los Estados Unidos, de hecho, condenó a Franklin D. Roosevelt a vivir en una silla de ruedas; que cuando se hizo pública la noticia del éxito de la vacuna, el 12 de abril de 1955, Jonas Salk fue aclamado, y que aquel día casi fue una fiesta nacional; que Salk pudo hacerse millonario si la patentaba, pero cuando le preguntaron si lo haría, contestó: «¿Se puede patentar el sol?» (1). Salvó la vida de millones de niños. Un nombre para recordar, Jonas Salk… No culpe a aquella madre. Yo no supe de él sino veinte años después del día en que fui vacunado. Mi culpa es mayor.

Frederick Grant Banting, James Watson, Bill Moggridge y Maximiliano Kolbe, son nombres que no le dicen nada al común de los mortales. El primero descubrió la insulina, el segundo descifró el código genético, el tercero inventó la laptop, el cuarto murió de hambre, sed y frío por salvar a un judío. Trate de repetir sus nombres. No podrá. Ya los olvidó...

Vivimos rodeados por las bendiciones de héroes a los que hemos preferido desconocer. No es incapacidad para ponderar el valor de sus trabajos, es que no nos atraen. Son otros los nombres que nos importan. Rutilan en el firmamento de las celebridades, mujeres bellas y futbolistas goleadores. Una “estrella” de la pornografía acusa a Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, y se le presta atención, y se hace súbitamente célebre. Monica Lewinsky saltó al estrellato y a la fama, no tengo que decir por qué; hoy su nombre se menciona más que el de Rosalind Franklin. Por cierto, ¿sabe quién fue?

La celebridad, tantas veces confundida con el mérito. George Floyd era ladrón y drogadicto. Él colocó una pistola en el abdomen de una mujer embarazada, negra como él, para robarle (2) (3). Muere accidentalmente en mayo de 2020, restringido por un exceso policial al que dio lugar cuando trató de pagar con un billete falso, en los conocidos hechos de Minneapolis. No había en él ni sombra de mérito. De pronto fue célebre. Su féretro fue conducido en un fastuoso carro, tirado por caballos, en lo que fue una ceremonia de lujo. Le acompañaron hasta el lugar de su sepultura, en el Houston Memorial Gardens, destacadas personalidades del mundo político y social norteamericano. Se dieron cita allí seis mil personas. No fue a escondidas. Todos lo vimos. Fue televisado al mundo entero. Traté el tema con Salomón. Él me dijo: “Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; mas los que frecuentaban el lugar santo fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad” (Ec. 8: 10). 

¿A través de qué extraño camino los humanos llegamos a ser así? Preferimos las deformidades a las bellas realidades: la Torre Eiffel a los Alpes, las ruinas mayas de Tulum al Pico de Orizaba, las Pirámides de Egipto a los díscolos recodos naturales del Nilo. Es leer a Kafka y olvidar a Víctor Hugo.

Algo se descolocó en nuestra alma, y hoy nuestro corazón se inclina al ladrón y no al policía, al reo y no al juez, a los monstruos y no a los héroes. Recordamos el nombre del violador y olvidamos el de la víctima. Un asesino en serie pasa diez años en el corredor de la muerte, mientras escribe inspiradas cartas de amor, y muchas jóvenes sueñan con él. Es la historia de Ted Bundy… Él violó y asesinó a cien mujeres. “Ted”, le hicieron un diminutivo cariñoso a su nombre, que era Teodoro. “Ted”, así, con cariño…

Edgar Allan Poe escribió El Cuervo, una de las composiciones poéticas más importantes de la lengua inglesa. Le pagaron $8.00 USD (4), y como Emilio Salgari y Vincent Van Gogh, murió olvidado, en los gélidos brazos de la indigencia.

A pocos meses de llegar a Texas me perdí con mi esposa. Manejaba hacia Dallas y equivoqué una salida de la autopista. Fuimos a dar a un suburbio peligroso de Forth Worth. Bajo la mirada de maleantes, cerré el GPS, y lo volví a abrir. La voz legible del programa me reorientó y, finalmente, salimos de aquel apuro. Llegamos bien, y mientras rodábamos por los inmensos puentes de Dallas, le preguntaba a mi esposa: “¿Quién sería el cosmonauta que estuvo tres meses lejos del hogar, en la ingravidez, instalando el satélite que me dio esta señal?; por ese hombre he manejado todos los Estados Unidos”. Decía, y pensaba en esto, cuando de pronto se abrió a mi vista, a la izquierda, con grandes luminarias, un inmenso mural de carreteras. Tenía una fotografía gigante. Debajo se leía: “Luis Miguel: ‘el sol de México’…”.

 

 

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(1) Omar López Mato. Clarín. Tribuna. “La vacuna contra la polio: ‘¿Se puede patentar el sol?’”. https://www.clarin.com/opinion/vacuna-polio-puede-patentar-sol-_0_VGC1vRFDX.html Publicado: 4 de mayo de 2020. Accedido: 6 de octubre de 2020, 5: 55 PM.

(3) Redacción BLU Radio. Blu 360. “George Floyd no es un mártir”: activista negra Candace Owens. https://www.bluradio.com/mundo/george-floyd-no-es-un-martir-activista-negra-candace-owens Publicado: 4 de junio de 2020. Accedido: 6 de octubre de 2020, 5: 55 PM.

(3) DailyMail.com. Reporter. “Exclusive: A new start turns to a tragic end for George Floyd, who moved to Minneapolis determined to turn his life around after being released from prison in Texas”. https://www.dailymail.co.uk/news/article-8366533/George-Floyd-moved-Minneapolis-start-new-life-released-prison-Texas.html Publicado: 28 de mayo de 2020. Accedido: 6 de octubre de 2020, 7: 52 PM.

(4) María Jiménez. El Mundo. “El enigma de la tumba de Allan Poe”.  Actualizado: 16 de marzo de 2014. https://www.elmundo.es/cultura/2014/03/16/532511d8e2704e622f8b4578.html Accedido: 6 de octubre de 2020, 5: 55 PM.




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