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martes, 20 de septiembre de 2022

¿Sabe qué es lo que más aborrece Dios en el «Top siete»? Se va a sorprender

Los que definen a un Dios tolerante en nombre de un amor inclusivo deben saber que, bíblicamente, hay cosas que no solo el Rey del cielo rechaza, a más de esto, las aborrece. Se va a asombrar cuando vea que hay un Top siete en la enumeración de los aborrecidos de Su alma. La lista sigue una cadencia creciente hasta llegar a la posición siete, cifra que siempre es significativa de lo completo y supremo, en la visión de Dios.

Comienza en Proverbios 6:16-19, el número uno, por el daño menor de «los ojos altivos», y ya en la posición tres, sube el Señor a «las manos derramadoras de sangre inocente». Sin dudas que ha avanzado en la percepción y rechazo a un mal mayor. Visto así, en la posición siete y última: ¿qué está en el colofón de lo aborrecible para el corazón del Santo Creador? ¿Sabe lo que aparece? ¿Qué es lo que más desprecia y rechaza el Santo de Israel? ¿Quiénes ocupan la posición cimera entre los aborrecibles de su Alma?

Se va a sorprender: no hay persona alguna a la que más aborrezca Dios que a aquel «que siembra discordia entre hermanos».

No será así el orden en la torcida escala de valores que tenemos tú y yo, pero, a los Santos ojos del Ser Supremo, el «que siembra discordia entre hermanos» es aún más aborrecible que el de «ojos altivos», «lengua mentirosa», «manos derramadoras de sangre inocente», «corazón que maquina pensamientos inicuos», «pies presurosos para correr al mal» y «el testigo falso que habla mentiras». 

¿Por qué es así? No lo sé exactamente, pero creo que tiene que ver con el nivel de afrenta al Espíritu. La Iglesia es Su Iglesia. Ni usted ni yo morimos por ella. Cristo murió por ella, y su última oración, a pocos minutos de ir a la Cruz fue: «que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste» (Jn. 17: 21)El «que siembra discordia entre hermanos» interfiere en la respuesta al sublime clamor que hiciera el Salvador en el minuto más triste y doloroso de Su Vida.

No hay aborrecimiento mayor para Dios que el que despierta en Su corazón aquel «que siembra discordia entre hermanos». «Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él» (I Co. 3: 17a). 

Jesús dijo: «Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt. 5: 9). ¿Quiere ser hijo de Dios? Oiga un consejo: colóquese en la lista de los «pacificadores» y no en la de los «aborrecidos de Su Alma».

Haga eso y le irá bien. 

Te abrazo en la distancia.



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