Figuras bíblicas como María Magdalena, Lázaro de Betania y sus hermanas, María y Marta, aparecen relacionadas con Marsella, Francia, y sus tumbas se exhiben allí, pero el único apóstol asociado por la tradición con la evangelización de esa antigua región, conocida en tiempos bíblicos como la Galia, es Felipe (1).
El ministerio de Felipe le llevaría a Galacia, y en la ciudad de Hierápolis estaría el peso de su obra apostólica. Los galos de Francia emigraron originalmente de Galacia, en la actual Turquía, de modo que existen conexiones lógicas que permiten a los historiadores inferir que Felipe predicara a los gálatas y por extensión a sus emparentados galos. Es curioso (2).
Unos ochenta años antes de que se desarrollara el ministerio de Felipe, Julio César había conquistado Galia, encontrando en esa primigenia Francia ciudades suficientemente confortables con un ambiente cultural que le animó a vivir durante diez años allí (3), de modo que no era esta una región ignota y apartada, y resulta razonable que estuviera en el itinerario de los apóstoles cuando estos se lanzaron al cumplimiento de la Gran Comisión (Mt. 28: 19, 20), que les dio el Señor.
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(1) William Steuart McBirnie. En busca de los doce apóstoles. EUA: Tyndale House Publishers, 2009, p. 105.
(2) Ibíd., p. 104.
(3) Ibíd., p. 105.
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