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lunes, 17 de agosto de 2020

Le diré para quién un título es nada

Para el que no tuvo que ir seis veces a la agricultura por cuarenta y cinco días cada año, en la enseñanza media y media superior, y allí resistir el calor del trabajo bajo el más cruento sol, el peligro de los perros salvajes y las embestidas inclementes de los insectos, todo, a fin de conseguir el derecho futuro a matricular en la universidad.
Para el que no se levantó los seis años de una carrera universitaria a las 6:00 a. m., si es que acaso pudo dormir.
Para el que no sufrió la pena de exámenes suspensos después de estudiar por semanas.
Para el que no pasó algunos minutos de cada mes, tratando de decidir entre comprar un libro o merendar.
Para el que no tuvo que estar una larga hora todos los días dentro de un ómnibus atestado de gente violenta y sucia, si acaso pudo entrar y no viajar en la puerta.
Para el que no pasó los fines de semanas enajenado de toda esparsión festiva, enclaustrado en un minúsculo reducto no climatizado, poco ventilado, con la sola compañía de libros inmensos.
Para el que no tuvo que sufrir la experiencia de no entender, sin que estuviera cerca alguien que pudiera ayudar.
Para el que, con veintidós años, no tenía un centavo, porque todavía estaba estudiando.
Para el que, literalmente, no cayó sobre una mesa rendido de sueño después de dos días ininterrumpidos de lectura.
Para el que cree que un título es un papel grueso donde consta el reconocimiento a una genialidad innata, y no el sello de una inmensa jornada de esfuerzos descomunales que, de intensos, solo se pueden hacer una vez en la vida, porque el joven queda gastado para siempre.
Para el que no vio a sus heroicos padres, con economías humildes, invertir la mitad del salario para cubrir gastos de transportes, textos, libretas, lápices, carpetas, ropas decentes, comidas.

Para los tales un título es nada.



2 comentarios:

  1. Y, sin comida. Muchos aquí no valoran lo que tienen. Muy
    buen artículo. Gracias

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    Respuestas
    1. Así es. Fue un esfuerzo irrepetible. Nos ayude Dios a usarlo siempre para bien, y nadie se sienta jamás con derecho de mirar con menoscabo un título. Agradezco mucho su comentario.

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