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miércoles, 19 de enero de 2022

¿Qué luz das?

“La persona tiene que definir qué luz da”, decía mi esposa ponderando conductas inciertas en nuestro perímetro cercano. Repensando el asunto advertí al rato cuántas clases de luces pueden expedirse. Aquel fuego fatuo de los campos es la luz pobre que emanan de la tierra los cuerpos que se desintegran; es como un triste adiós. “…Titilan, azules, los astros, a lo lejos”, escribía Neruda en su Poema XX (1), honrando la lejana y apenas visible luz de las estrellas. Aquella luz de la Luna puede ser notable, pero solo llega en la noche, una semana al mes. Aun la gran luz del Sol calienta y sustenta la vida, pero solo la verá durante el día; la extrañará en otoño…

En los albores del Evangelio, Juan el Bautista, profeta mesiánico, anunció la llegada a la historia de la luz mayor; una que no solo alumbraría de día o de noche, o a lo lejos, en la perdida distancia. Él dijo: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Jn. 1: 9). En atención a la luz más grande que se haya encendido nunca, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn. 8: 12b).

Esa luz viene a la vida de todo el que recibe a Cristo como salvador personal, y coloca sobre la Cruz la carga de toda la culpa personal. Desde entonces se pasa de la condición de reo a la de perdonado, de la muerte a la vida, de las tinieblas a su luz admirable (I Pe. 2: 9).

Esa luz que vive en nosotros y disipa toda la oscuridad interior, brilla con fulgor inusitado desde ese día en que nos convertimos a Cristo. Esa luz es importante para todos y nadie la apaga. Esa luz visibiliza el cielo en la tierra. Por eso Jesús dijo a sus discípulos en el Sermón de la Montaña: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt. 5: 14).

No importa la condición desde la que hayas caído, inclina tu frente allí donde estás, rinde tu vida a Cristo, y brilla; brilla cada vez más, con esa luz que todos necesitan, con esa luz que nunca se apagará.

 

 

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(1) Pablo Neruda. Veinte poemas de amor y una canción desesperada. 1924. Algún día en alguna parte. https://algundiaenalgunaparte.com/2016/02/26/poema-xx-puedo-escribir-los-versos-mas-tristes-esta-noche-de-pablo-neruda/ Accedido: 18 de enero de 2022, 8:00 am.




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