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viernes, 28 de enero de 2022

Lo invito a hacer batido de rana

Me encanta oír al Ing. químico John M. Pendleton. Es uno de los científicos creacionistas más destacados del mundo. De origen estadounidense trabaja desde hace muchos años en Zacatecas, México. Tuvimos el privilegio de tenerle en Cuba en reiteradas ocasiones, y un par de veces disfruté su visita a mi sede en Santa Amalia, La Habana, por coordinaciones que hiciera la Presidenta de las Damas y Coordinadora Regional del grupo Koinonía, Biria Legrá Jardines, madre de mi esposa.

Entre los muchos medios que usa el Ing. Pendleton para dar a conocer su importante trabajo, hay una página web. Usa la dirección: https://www.creacionistas.com Allí aparecen veinte conferencias. Ayer escuchaba una, muy refrescante, relacionada con el origen de la vida. El destacado investigador ponía un ejemplo que me amenizó la noche entera. En él invita a los que defienden la posibilidad de síntesis de vida en un laboratorio a que participen de una experiencia; consiste en hacer un batido de rana, así como lo lee. Usted agarra una rana, y la coloca dentro de una licuadora; activa a continuación el interruptor y deja encendido un rato el motor con el rotor dando vueltas a altas revoluciones, hasta que el batido quede bueno… Puede añadirle azúcar. Si es ranófilo, a estas alturas debe de habérsele hecho la boca aguas. Bueno, el asunto no es el gusto que le despierte la receta, la cosa viene después. Dentro del vaso de esa licuadora están todos los ingredientes de la rana. ¿Está de acuerdo conmigo? Entonces, puesto que usted tiene todos los ingredientes, el Ing. Pendleton lo invita: “hagamos una rana”. (1)

Nada más lógico, ¿verdad? ¿Qué impide que reconstruyamos al humilde anfibio si tenemos todos los ingredientes? Hacemos iPhone, naves cósmicas, satélites artificiales, automóviles eléctricos que no necesitan chofer, aviones supersónicos, cohetes intercontinentales, cámaras de espionaje, glucómetros inteligentes; hacemos eso y mucho más, ¿¡cómo no vamos a hacer una rana, si tenemos todos los ingredientes en la licuadora!? Vamos, hombre, anímese, empecemos a unir partes y sustancias. Podemos simular cualquier condición de temperatura, presión, descargas eléctricas. A nuestra disposición están todas las magias de la tecnología. ¿Qué le parece la idea? ¿No se embulla a meterse con Pendleton en el laboratorio?

No, no le anima la idea, porque sabe que nunca podrá lograr tal objetivo.

La vida es un atributo de Dios. “Tus manos me hicieron y me formaron” (Sal. 119: 73a). La más diminuta célula de cualquier ser vivo, está vitalizada por un espíritu que no puede fabricarse en el laboratorio. Solo la vida puede engendrar vida. Todo intento adicional de hacerlo no es más que una forma maquillada de sostener la teoría de la generación espontánea. Esta fue derruida por otro químico, en 1861. Este hizo algo tan sencillo como calentar el cuello curvo de un balón de destilación para que no entraran gérmenes invisibles. Este revolucionario investigador se llamó Louis Pasteur, y fue uno de los enemigos más grandes que tuvo la teoría de la evolución. No puede pasarse por alto que el hombre que partió en dos la medicina, el genial Pasteur, fue un reactivo creacionista y un acérrimo enemigo de Darwin, científicamente hablando. (2)

Bueno..., ¿qué hacemos con el batido? ¿Nos lo tomamos? Es lo único que podemos hacer, porque la rana que licuamos ya es historia. No la podremos recomponer ni disponiendo del producto interno bruto de los Estados Unidos. 

Batido de rana... Es el recurso apologético más gracioso que haya oído en cuarenta años. Me hizo la noche.

 

 

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(1) John M. Pendleton. “El origen de la vida”.  https://www.creacionistas.com Accedido: 27 de enero de 2022, 2: 50 pm.

(2) Ibíd.



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