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jueves, 13 de enero de 2022

Cuando vea a alguien «subir como la espuma», sépalo: no lo subió Dios

Con los años una y otra vez lo vi: siervos probados, orillados; profetas del Dios Altísimo, relegados al silencio; hombre y mujeres fieles, más allá de todo lo que quiera significar esta palabra, empujados lejos, alevosamente, a una posición desde la que no pudieran influir. De pronto, mientras tales desmanes tenían lugar, subía un “aparecido”, sin trayectoria, ni hoja de servicio, o ancianidad probada por el tiempo. Llegaba, y subía alto, muy alto, como «la espuma».

Aprendí que, en la vida de la fe, no solo hay “fuegos extraños”, como aquel que consumió a Nadab y a Abiú (Lev. 10: 1); también hay “vientos extraños” que soplan a las espaldas de los que “suben como la espuma”.

Hace muchos años, ese pastor de pastores, que es el Rev. Daniel Monduy, me dijo, sentido y lacónico: “Antes creía que los cargos los daba Dios. Ya no pienso así…”. Para entonces me pareció un error. Tendría que navegar muchas leguas en las aguas del ministerio, antes de reconocer cuánta razón tenía.

Vi a cierto ser solicitar credenciales. Las razones por las que lo hacía no tenían nada que ver con realizaciones ministeriales. Es verdad que atendía una pequeña casa-culto, pero el problema estaba en que todos los días la policía le detenía en algún lugar, porque advertían en él un notable aspecto delincuencial; se sumaba a esto cierto evidente retraso mental. Necesitaba una credencial. Un día, el máximo representante del legalismo en la Organización insular, tratando de cerrarle el paso a otros siervos, lo propuso como presbítero. En cerrada votación fue acepto. Presbítero…

Tres meses después, en una lejana reunión, mi esposa sintió demonios «pernoctando» cerca. Hizo una de esas temibles y sobrecogedoras reprensiones que, en tales casos, ella hace, y una mujer que estaba de pie, detrás, cayó al suelo convulsionando, echando profusos espumarajos por la boca. Era la esposa del presbítero…

Ellos subieron como la espuma. Pronto se irían lejos.

A muchos molestó en Cuba la publicación de Alas en el corazón. Cuando lo lea, sabrá porqué. Al cierre de muchas historias que, a algunos no les hubiera gustado leer, escribí, en el epílogo:

 

La vida del pastor y misionero Onelio González Figueredo tiene para el entendido una sola lectura: el verdadero siervo sufre. Desconfíe de la espuma que se arremolina con hilaridad, y sube pretenciosa, anunciando una sustancia que no tiene. Desconfíe porque solo es eso: espuma. No busque al siervo en el trono; no es lugar para él. Cuando lo quiera encontrar diríjase al yunque; allí le verá golpeado de la forma más inclemente, con la pesada maza de la infamación, la cárcel, compartiendo los vituperios de Cristo, a cuya semejanza está siendo formado, muchas veces en un estado de perenne soledad… Desconfíe de aquel que vaga triunfal e impertérrito por la senda ancha; no son los derroteros del siervo. Cuando lo olvide, recuerde la vida de Onelio.

Una y otra vez Aquél que le llamó ha tenido que recomponer los jirones de su alma, porque sería la suya la voz más alta del evangelio en la Amazonía ecuatoriana. Estaba destinado por Dios para enfrentar caciques de dura cerviz, en el más cerrado paganismo amerindio, escarpada montaña para subir la cual le preparó el Señor. Como Maestro incomparable del cielo, sabía Dios que no podía cincelar el alma de este siervo en seminarios palaciegos climatizados, ornados de estabilidad. Su currículum, nunca homologable con el de instituto alguno, serían las cárceles hacinadas, las destituciones deshonrosas, los rechazos crueles, las estrecheces claustrofóbicas, las penurias lacerantes, los golpes demoledores, tras los cuales el siervo estuvo listo, graduado y calificado para el hórrido escenario ministerial de la Amazonía.

Las peores fieras de la selva respetaron su paso cansado. Los más salvajes plantígrados se hicieron esa tarde criaturas inermes que contemplaron curiosas su andar solitario. La boa, discreta, regresó a su nido. La tarántula y el alacrán negro retrajeron su ponzoña, y el Pastaza cabrilleante, en sus díscolos recodos, se negó a tragarle, y le devolvió respetuoso a la orilla donde le aguardaban las flores naturales, que hicieron más vivos sus colores en confesa expresión de simpatía.

Abrazados a su memoria, cientos de indígenas le recordarán en las ropas que llevan, los libros que leen, los himnos que cantan… Olvidados por todos, les llegó con Onelio el dulce nombre de Jesús y la más hermosa historia de amor: aquella que se escribió en la cruz.

(…) Eran los niños los que le recibían; hacían una coral al pie de la avioneta en que llegaba. Sobre su hombro, herido ya de muerte, sostenía las bendiciones que llevaba, y aquellos pequeños premiaban con abrazos, su santa llegada. Entonces Onelio era feliz…, inmensamente feliz.

Mano humana podrá escribir jamás un epílogo digno de la vida de este gigante (1).

 

Es la vida del auténtico siervo. No hay «espuma» alguna en él.

Cuando las cosas tienen «valor» solo si las hace uno con «cargo». Cuando el énfasis se pone en los «cargos» y «liderazgos», y no en la efectividad ministerial, la semejanza de Cristo y la llenura del Espíritu que, todos por igual, estamos llamados a tener. 

Aciaga tarde en la que descubres que, aún desde una alta posición, alguien está representando a las tinieblas. Tristes memorias: Dennis Rader (BTK), el célebre asesino múltiple, era presidente del Consejo local de la Iglesia Luterana (2). Eugenio Pacelli, más conocido como Pio XII, sujetó por las bridas a la oposición y ayudó al ascenso de Adolfo Hitler al poder. Guardaría el más siniestro silencio mientras se desarrollaba la Shoah (el holocausto)(3).

¿Tiene un cargo? No me ha dicho nada. El Sumo Sacerdote de Israel lo tenía. Él pidió la muerte de Cristo.

 

 

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(1) Octavio Ríos Verdecia. Alas en el corazón. Primera edición: La Habana: Editorial Calitad, 2016. Segunda edición: Independent Publishing: Tyler, 2018. A su alcance en:  https://mybook.to/alasenelcorazonpapel

(2) Javier Jiménez. Xataca. “El asesino en serie al que pillaron por un doc. borrado en un disquete treinta años después de su primer asesinato”. https://www.xataka.com/historia-tecnologica/asesino-serie-al-que-pillaron-doc-borrado-disquete-treinta-anos-despues-su-primer-as Publicado: 1 de julio de 2018. Actualizado: 29 de julio de 2019. Accedido: 13 de enero de 2022, 6: 45 pm.

(3) Abril Phillips. La Vanguardia. “¿Por qué calló Pío XII durante el exterminio nazi?”. https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20200222/473677152833/pio-xii-vaticano-archivo-holocausto.html Publicado: 22 de febrero de 2020. Accedido: 13 de enero de 2022, 6: 32 pm.



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