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sábado, 15 de enero de 2022

Nunca entenderé cómo alguien puede creer que Dios no existe.

No tenía impresora. Acababa de llegar a Estados Unidos, y salvo mi laptop, ya viejita, y algunas memorias USB, que traje de Cuba, no tenía nada más. Necesitaba una impresora; así es que empecé a reunir, centavo a centavo y dólar a dólar, hasta que llegué a la cifra anhelada de $200.00 USD. ¡Qué orgulloso me sentí! Ni hablar más… “¡Vamos para el Walmart! ¡Hoy tengo impresora!”.

Llegué. En efecto, algunas buenas ofertas estaban a mi alcance, solo que yo necesitaba hacer preguntas primero, e inexplicablemente, aquel Walmart era un páramo de desolación. ¿Tantas veces oyes el “May I help you?”. ¿Puedes creer que ese día, después de treinta minutos, no logré que me atendieran?

Me molesté muchísimo y me fui al Office Depot. Nada. Impresoras a precios millonarios, y yo no estaba a esos niveles todavía. Ya lo estaré, no se preocupe… ¿Acordarme de usted cuando llegue? ¡Claro que me acordaré!

Regresé a casa molesto, muy molesto, mascullando cosas ininteligibles. No hablé de ese incidente ni siquiera con mi esposa. Todo quedó entre Dios y yo.

No pasó una semana, cuando el domingo 5 de noviembre de 2017, nos encontramos respondiendo, mi esposa y yo, a una cordial invitación que nos hicieran los Revs. Samuel y Guadalupe López, con el fin de ministrar en la escuela dominical y el bellísimo culto de la tarde, en su sede del Templo Getsemaní, Asambleas de Dios de la ciudad de Abilene, Texas, en ocasión de la celebración del Día del Pastor. Fue un tiempo ardiente y los pastores se sintieron felices. La congregación respondió con mucho amor. Terminado el servicio, los López nos dijeron: “¿Cómo están de tiempo para mañana?”. Les contestamos: “Tenemos que impartir, a la noche, el Instituto Bíblico, pero podemos disponer de la mañana”. Nos dijo, entonces: “Muy bien. Mañana por la mañana quiero llevarlos a un lugar”.

Pese a que estábamos agotados, nos despertamos temprano, y salimos de inmediato. Los Pastores condujeron unos minutos, y pronto llegamos a un inmenso mercado mayorista de la Sam’s Club. No la conocíamos para entonces. “Vamos a entrar”, nos dijeron. Llenos de curiosidad anduvimos tras ellos un rato, mirando deslumbrados aquella inmensidad de tienda, apropiada para los que atienden instituciones. Distraídos así advertimos, de pronto, que los López habían desaparecido. Misterios de la vida: ¿qué se traerían mis amados hermanos? Transcurrieron unos veinte minutos antes de que los viéramos regresar por uno de los anchurosos pasillos. Traían un carro de la tienda, y una inmensa caja dentro llenaba todo el espacio. Nos dijeron, entonces: “Vamos a pagar”. Llegamos a la caja. El Pastor, usando su membresía de Sam’s Club, pagó con una tarjeta electrónica, y ya saliendo de la tienda, nos dijo: “Toma, es tuya”. Asombrado, le pregunté: “¿Qué es?”. Miré entonces con detenimiento la fotografía de la caja: para mi gran sorpresa era una impresora MFC-L2707DW-láser-fotocopiadora-scanner-con conexión Fax… Una nave cósmica, digna de orbitar la tierra.

Mi impresora fiel hasta hoy, con la que hice todos los trámites migratorios, legales y ministeriales. Apenado, porque no creí merecer tal amor, los abracé. Nadie, sino Dios, pudo decirles que lo hicieran. Nunca, nunca entenderé cómo alguien puede creer que Dios no existe.

Mañana inolvidable aquella, con mis amados hermanos, los Pastores López. Manejamos en la tarde a toda velocidad, por la autopista interestatal 20 East, cinco horas, cubriendo el regreso a Tyler. Llegamos al Instituto en la justa hora de su comienzo. El director, Rev. Juan de Dios Acuña Cabrera, estaba algo asustado, pensando que no nos daría tiempo. Nosotros felices, muy felices…, felices con los López, felices con nosotros, y felices con Dios. Él me cerró aquella puerta del Walmart, todo un portazo, para guardar mi pobre economía. $200.00 USD eran, para entonces, todos mis ahorros. De haberlos invertido me habría reducido a cero. Dios dispuso, en su amor, otro camino.

Sabes, siento que Dios tiene para ti hoy, otro camino. Puedes ser que estés, como estaba yo aquella tarde, lleno de sentimientos encontrados, mascullando palabras, expresando esos dislates que solemos decir cuando las cosas no salen bien; pero Dios tiene otro camino para ti, superior y hermoso, económico y limpio. No necesitas verte sacrificando tu integridad para forzar esa puerta. Dios tiene arreglado otro rumbo. Será pronto. Solo espera…

¿Usas la tercera ley de la Hermenéutica bíblica, la ley del contexto? (1) ¿Te has fijado a quiénes Jesús les estaba hablando, cuando dijo?: “…no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas” (vv. 29, 30). ¿Sabe a quién dijo Jesús esas palabras? ¡A sus discípulos! Aparecen a la cabeza de la cita, en el versículo 22: “Dijo luego a sus discípulos: ‘Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis…’”. Esas palabras no fueron dadas a los fariseos, saduceos ni herodianos; aquel mensaje incomparable fue dado a los apóstoles primigenios de la Iglesia, a los ancianos; fueron destinadas a pastores, y a diáconos llenos del Espíritu, como lo fue Esteban. Estas palabras multiplican hoy su vigencia toda vez que los tiempos hicieron crecer las razones que llevan a vivir en ansiedad. Las tensiones de aquellos días para Pedro y Juan eran los peces, las redes, la barca, los tributos a Roma… Nuestras ansiedades hoy, son las miserias de las sociedades indiferentes, el odio desbordado de tantos demonios, las presiones de las inmoralidades que nos quieren imponer como “modas del amor” y, frente a todo esto, el COVID y el desabastecimiento en nuestras tristes repúblicas de origen, con la falta de solvencia para llevar el pan a la mesa. Cuando pensamos, más que todo, en esto último, nos desesperamos…

Nos desesperamos (yo, el primero), creyendo que nuestro sustento depende de este o de aquel. Olvidamos al Dios que sostiene Su creación. A sus peores enemigos da sol y lluvia, cuánto más no enviará cuervos a Sus siervos, a aquellos que lo dejaron todo para ir en pos de Él, y le aman, y están dispuestos a morir por amor a Su Nombre. Pero lo olvidamos, y vivimos horas amargas de desespero que Dios no desea para nosotros. Oí a Cash Luna un día decir, llorando, completamente quebrantado frente a las cámaras: “Ojalá pudieran entender que Dios provee. Ojalá pudieran reconocer que Dios provee en lo económico, que no nos hace falta nada, que ‘no hay hijo de justo desamparado o su simiente que mendigue pan’. No, no hay. Ojalá pudiéramos comprender esta bondad, este amor, esta eterna misericordia que Dios tiene de todos nosotros”. (2)

Aquellas palabras tan reales, me trajeron recuerdos… No aprendí que Dios provee, en el Instituto Bíblico, tal conocimiento llegó a mí, en mi añorada Cuba, aquella tarde de 1992, en que me quedé sin aceite, frente a todos los mercados vacíos, y tuve que pedírselo a Dios; lo aprendí tres días después, cuando llegó aquella botella de aceite de coco, desde la lejana Baracoa; aquel aceite que a nadie más pedí, sino a Dios. Lo aprendí desde aquella noche en que rogué a Dios por $100.00 USD, para regalar $50.00 USD a mi madre. Lo aprendí dos días después, cuando llegó ella a mi casa, y me dijo: “Aquel primo que hace tantos años no nos escribe, me mandó $ 100.00 USD desde Estados Unidos. Te traje $50.00 USD”. Parecía una broma del cielo.

Lo aprendí cuando no pude comprar una impresora, ni siquiera teniendo el dinero, y Dios me trajo una, sin más costo que el amor que le debo a Él y a sus siervos.

Puedo estar una semana entera, día y noche, contándote historias así. Algunas te resultarán tan escandalosas que no las vas a creer.

Gracias a Dios, por aquel día en que salí tan molesto del Walmart, tan molesto… Dios me estaba guardando de mí, y yo no lo supe.

Amigo: Dios no te guarda de mí. Dios te guarda de ti, y te cierra puertas para poder bendecir.

No te resientas ni condenes más. Pon a un lado las amarguras que te despiertan esas frustraciones, y deja que Dios te bendiga.

 

 

__________

 

 

(1) Eric A. Lund. HermenéuticaIntroducción bíblica. Sección 1. Miami: Editorial Vida. 1989, pp. 43-49.

(2) Cash Luna. “¡Dios nos sacará adelante!”. https://www.facebook.com/pastorcashluna/videos/524478328467647 Publicado: 5 de abril de 2020. Accedido: 17 de junio de 2021, 9:00 am.




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