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domingo, 13 de diciembre de 2020

Una sorprendente perspectiva del rapto pretribulacional en Isaías

Hace poco terminé de impartir un curso de escatología a un importante Instituto Bíblico de Texas. Durante la preparación, mientras andaba por los caminos teológicos pretribulacionistas, bien trillados ya, tropecé de pronto con una secuencia textual que nunca había advertido. Tiene que ver con la perícopa de Isaías 26: 19-21. Allí aparece:

 

19 Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos. 
20 Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación. 
21 Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos.

 

Es en extremo interesante ver el desarrollo de esta idea para la defensa del pretribulacionismo, es decir, del criterio teológico-escatológico que defiende la perspectiva de que la iglesia se va de la tierra en el «arrebatamiento» antes de la «Gran Tribulación». Note usted la secuencia: “Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos” (v. 19). Esa es la imagen escatológica de la primera resurrección, la de los muertos en Cristo. A eso sigue: “Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación” (v. 20). Esa expresión puede contener perfectamente la imagen del rapto de la iglesia. Finalmente: “Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos” (v. 21). Esa expresión refleja el juicio de la Gran Tribulación; es el juicio de Dios sobre la tierra impenitente, con el duro trato que le espera a Israel.

Esta secuencia es en extremo interesante. Isaías está escribiendo en el siglo VIII AC. Él está ajeno por completo a toda la literatura apocalíptica (Ezequiel, Daniel, Apocalipsis). Es muy interesante.




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