Henry Cleofas Ball (1896-1989) |
Henry Cleofas Ball (1896-1989). Primer Superintendente del Distrito Latinoamericano, fundado en 1918. Ocupó ese puesto hasta 1939. Fundó el «Instituto Bíblico Latinoamericano» en San Antonio, Texas. Creó y costeó la primera edición de «Himnos de Gloria» Fundó la revista «La Luz Apostólica» y la Casa Editorial «Life Publishers International». Su respaldo misionero fue importante en los momentos embrionarios del movimiento pentecostal cubano en la década de 1930.
Nació en Brooklyn, Iowa, el 18 de febrero de 1896. Por recomendaciones médicas, ante la salud delicada del pequeño Henry, su madre, viuda ya, y su abuelo, en una humilde carreta tirada por tres burros, le llevaron al estado de Nuevo México, donde el clima parecía más apropiado. Decidieron instalarse en Texas. Allí, H. C. Ball se convirtió a los catorce años, en el contexto de la predicación y el trabajo de un ministro bautista. Siguiendo, sin embargo, la dirección de su madre se unió a la Iglesia Metodista de Kingsville, Texas, en 1910.
Bajo la ministración de Félix A. Hale, evangelista de las Asambleas de Dios, recibió el bautismo en el Espíritu Santo. Éste predicaba en una carpa en Kingsville. Cuenta Ball acerca de aquellos días: “Era mi intención permanecer en la iglesia metodista, mas en aquel tiempo los pentecostales eran considerados como un elemento de discordia, y eran menospreciados. Los jefes se opusieron y trataron de estorbarme de predicar, especialmente acerca del bautismo del Espíritu Santo. Yo informé a mis superiores que sólo permanecería en la iglesia metodista si me fuese posible predicar las doctrinas bíblicas. Me dieron una carta de despedida”.
Escuchando a un predicador venezolano sintió por primera vez el llamado de ir a predicar entre latinos. Luchó con todas sus fuerzas para aprender bien el español. En respuesta a su esfuerzo, dedicación y llamamiento en 1915, Arch P. Collins, E. N. Richey, y F. Hale, le ordenaron como ministro de las Asambleas de Dios.
En 1918 se casó con quien sería su compañera en la vida y el ministerio, Sunshine Marshall, reconocida escritora de cuya letra nacería el incomparable «Daniel y Apocalipsis».
Sus actividades crecientes en el evangelismo hispano le llevaron a ser electo como primer Superintendente del Distrito Latinoamericano en 1918, puesto que ocupó hasta 1939.
Recordando con nostalgia los días de su comienzo y sus batallas para que los latinos fuesen llenos del Espíritu Santo, se escuchó decir a H. C. Ball:
…los anglos me decían que los latinos jamás serían pentecostales, y yo comencé a creer que esto era cierto, pues celebramos cultos desde enero hasta julio de 1915 sin que nadie recibiese el Espíritu Santo, sólo algunos se convirtieron. Mas el 4 de julio de 1915 bautizamos a trece en agua, y esa misma tarde en la escuela al repartir la Santa Cena el poder comenzó a venir sobre los creyentes y nueve recibieron la plenitud del Espíritu Santo. ¡Gloria a Dios! Habíamos celebrado el culto y al final celebramos por primera vez la Santa Cena. Cuando repartí el pan y llegué a la hermana Isidra Garza, ella no recibió el pan, sino tenía la cabeza agachada. Le hablé varias veces [para] que tomara el pan, y cuando no lo hizo, me bajé para decírselo al oído y descubrí que hablaba en lenguas extrañas. Sus mejillas se bañaban de lágrimas. Yo [le] había servido a su hijo, Lamberto, antes de ella, así que fui a él y le avisé que su mamá había recibido el Espíritu Santo. El corrió a ella, como si estuviese asustado, y le preguntó si se sentía bien. Ella le habló asegurándole que era glorioso lo que había recibido. Lamberto sólo alzó las manos al cielo y luego fue bautizado en el Espíritu Santo.
El fuego descendió y esa tarde nueve fueron llenos de la plenitud de lo alto. Creo que nunca terminamos con la Santa Cena ese día. El Señor interrumpió nuestro culto como lo hizo con Pedro en la casa de Cornelio. Este fue el comienzo de la obra latinoamericana en los Estados Unidos.
Muy temprano en su ministerio comprendió la importancia de la página impresa. En 1916, mientras estaba pastoreando en Kingsville, fundó la revista La Luz Apostólica, que más tarde llegaría a ser la publicación oficial del Distrito Latinoamericano del Concilio de las Asambleas de Dios y una referencia indispensable para la comprensión de los orígenes del movimiento pentecostal en América Latina. El impacto que causó esta revista mensual que, inicialmente se publicó con objetivos evangelísticos, llega hasta nuestros días. Existió entre 1916 y 1973. En estos momentos el Flower Pentecostal Heritage Center se encuentra luchando por rescatar los números más antiguos, con el propósito de colocarlos en línea.
El anhelo de ver crecer y fortalecer las misiones llevó a H. C. Ball a buscar nuevas puertas abiertas para el evangelismo. Promovió además las convenciones anuales entre los convertidos mexicanos para proveer confraternidad, unidad e instrucción.
Los sueños literarios de Ball con frecuencia sobrepasaban sus posibilidades financieras. Publicó un himnario en español, titulado Himnos de Gloria, que fue impreso sin música. Este libro fue un éxito instantáneo. En 1921, con el humilde fondo de herencia que le dejó su padre al partir, H. C. Ball publicó una nueva edición con su música. Se vendieron cientos de miles de los dos libros, a los que siguieron otras publicaciones.
Paradójicamente H. C. Ball, que nunca asistió a un Instituto Bíblico, fue escogido por Dios para fundar el Instituto Bíblico Latinoamericano en San Antonio, Texas, en 1926.
Con el paso del tiempo sus actividades trascendieron más allá de sus obras educacionales y literarias y de sus responsabilidades distritales, para incluir un período de dos años de trabajo misionero en Chile, de 1941 a 1943, año en que el Departamento de Misiones Foráneas le eligió para servir como el primer Secretario de Campo, nombramiento en función de América Latina y de las islas del Caribe. Después de su nombramiento otros secretarios de campo —ahora llamados directores regionales— le seguirían en la historia para otras partes del mundo. H. C. Ball viajó mucho visitando todos los campos misioneros de la América Latina. Siguió en ese puesto hasta 1953. A partir de entonces dedica toda su atención a la producción de literatura en español, para lo cual funda, en 1946, un departamento, conocido en la actualidad como Life Publishers International.
En sus últimos años, muy anciano ya, no podía estar activo. Se sentaba por horas cantando los himnos en español o tocando el órgano. Cuentan los que tuvieron el privilegio de estar cerca de él que, cuando oraban en su derredor, levantaba su delgado brazo y señalaba al cielo.
El 27 de mayo de 1989 fue promovido a la gloria. A la espera de la resurrección, descansa en San Fernando Cemetery #3, San Antonio, Bexar County, Texas, EUA. Parcela- Section 24. Ver en: https://es.findagrave.com/memorial/157817444/henry-c_-ball
De él escribiría Frank Finkenbinder, en 1968, relatando la historia del Concilio del Distrito Latinoamericano de las Asambleas de Dios:
Es a nuestro muy amado. . . hermano H. C. Ball a quien se le atribuye el honor de ser su fundador. Fue él quien inició la primera iglesia local en la ciudad de Kingsville, Texas. . . obra que aún permanece y en donde recientemente se ha edificado un muy elegante templo, y que cuenta con una muy numerosa feligresía. Él fue quien abrió nuestra primera Casa de Publicaciones y promovió enérgicamente la circulación de literatura cristiana en el idioma español. Fue él que, al ver la demanda para himnarios adecuados para esa nueva vida espiritual entre los hispanos, allá en el año 1916, dio publicidad a la primera edición del himnario Himnos de Gloria, himnario que hasta el día es el favorito entre muchos. De allí para acá ha publicado cuatro otros muy distinguidos himnarios en español, todos los cuales han tenido muy extensa circulación en casi todos los países en donde se habla el español.
Victor De León, quien fuera Superintendente Asistente del Distrito Latinoamericano del Pacífico e historiador del pentecostalismo hispano, en su libro The Silent Pentecostals resume su vida, si es posible hacerlo. Allí se puede leer: “El trabajo del Hno. Ball en los campos de evangelismo, administración, entrenamiento de ministros, y la producción de literatura en español le ganó el reconocimiento internacional. En muchas áreas llegó a ser uno de los estrategas misioneros más perspicaces y creativos que el movimiento pentecostal, y en particular las Asambleas de Dios, ha tenido”.
Debe decirse que, de un diminuto principio para las Asambleas de Dios y para el movimiento pentecostal general en Latinoamérica, el Espíritu Santo levantó en el siglo XX una multitud incontable de iglesias organizadas en varios Distritos. El siervo que Dios usó para esa obra se llamó Henry Cleofas Ball. Que el Señor lo recuerde en su favor el día de la eternidad.
Este es el hombre que está situado en la encrucijada que determina la entrada a Cuba de May Kelty. Noble instrumento el que Dios usó en el camino que llevaría a los cubanos a ser llenos del Espíritu Santo.
Veremos a H. C. Ball, en la historia de las Asambleas de Dios de Cuba, una y otra vez venir, entrar y salir, aconsejar, predicar, decidir. Interactúa con los cubanos de continuo. Presente en las Convenciones de la isla, sus imágenes aparecen infinidades de veces en los Archivos de Historia de las Asambleas de Dios de Cuba que no olvidarán jamás el bendito peso de sus contribuciones al bienestar del evangelio pentecostal cubano.
__________
La bibliografía de esta información está cuidadosamente acotada en: Octavio Ríos. Historia de las Asambleas de Dios en Cuba. A su alcance en Amazon. ASIN: 1729039081
Magnifica biografía de este varón de Dios, y anima a los seguidores de pentecostés.
ResponderEliminarGracias, hno. Isaac. Aprecio mucho su evaluación y el tiempo que dedicó a leer.
Eliminar