La inmensa mayoría de las cosas que tememos nunca llegan. Esta conclusión no es un mero aforismo filosófico o una esperanza bíblica, así lo anuncian las estadísticas científicas. Estudio de la Universidad Estatal de Pensilvania, Estados Unidos, divulgadas por la revista internacional Behavior Therapy, concluyen que el 91,4 % de las preocupaciones generadoras de ansiedad y depresión en pacientes registrados tuvieron que ver con hechos esperados que nunca llegaron a ser. Se trató de aciagas citas con fracasos que solo existieron en las mentes y los corazones de aquellos que los sufrieron.
No sé si ya vivió lo suficiente como para descubrir que todo el mundo tiene miedo. Cosmogónicos agujeros negros, fatalismos astrológicos y legislaciones implosivas, expanden a la ciencia, la religión y la sociedad los más ancestrales miedos del hombre. La calidad de vida de millones de personas ha venido a estar seriamente dañada.
Sea el miedo, o su forma atenuada, que es la preocupación, descansan en una mala visión de Dios. Heredamos de siglos, un malsano deísmo que acepta la existencia de un trono empíreo donde está sentado un Dios a quien envuelve la más fría y lejana indiferencia. Jesús vino a mostrar el rostro verdadero de ese Dios. “Felipe le dijo: ‘Señor, muéstranos el Padre, y nos basta’. Jesús le dijo: ‘¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre’” (Jn. 14: 8, 9). Es importante mirar a Jesús. Aquella humanidad mostró todo el amor del cielo en favor del hombre. El mensaje del Señor acerca de la Providencia es, a la vida, el más grande antídoto contra todos los miedos:
No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mt. 6: 25-33).
Visto así, Jesús es el fin de todos los miedos.
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(1) Redacción Salud. El Espectador. “Más del 90 % de las cosas que nos preocupan no se harán nunca realidad”. C0mentario a los trabajos de Lucas La Freniere y Michelle Newman. https://www.elespectador.com/noticias/salud/mas-del-90-de-las-cosas-que-nos-preocupan-no-se-haran-nunca-realidad/ Publicado: 14 de octubre de 2019. Accedido: 14 de septiembre de 2020.
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