“Alianzas políticas de mundos irreconciliables” (1), así describe el escritor colombiano Carlos Jiménez el estado en que se encuentra el mundo para los tiempos actuales, cuando las profecías de Daniel alcanzan el punto final descrito en la visión del capítulo 2: 32, 33: “La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido”.
No hay cosas menos confluyentes que el hierro y el barro. Es la imagen que describe las extrañas alianzas modernas de gobiernos monárquicos y democracias liberales; de católicos, budistas y musulmanes con brujos del más oscuro credo; de ateos y cristianos.
Sí que son raros los tiempos, como fue raro para Daniel ver en la imagen tal confluencia de esencias excluyentes como lo son el duro hierro y el moldeable barro.
“Pertenecer a la tribu” será cada día más importante que defender la verdad. Camina el mundo hacia el más completo macroecumenismo. Todos se unirán en un haz final que será movido por la mano del Anticristo. Este siniestro ser se sentará a la cabeza del mundo y demandará adoración.
“…El cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (II Ts. 2: 4).
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(1) Carlos Jiménez. Crisis en la teología contemporánea. Miami: Editorial Vida, 1994, p. 11.
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