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martes, 9 de junio de 2020

Pastoralmente hablando, ¿les parece correcto lo que hacen, mujeres casadas?

Hoy tengo un problema muy grave, ¡gravísimo!: ¡se me acabó el café! ¡Esto no me está pasando a mí! En consecuencia, ¿sabe cómo va a salir el artículo?: ¡encendido en fuego! Pensaba ponerle por título: “¡Vinagrito canta claro!”, pero ¡noooo...!, eso no expresaría de golpe las ganas que tengo de fajarme, así es que lo voy a cambiar por otro más incisivo; allá va..., con todo el poder punitivo de una mañana descafeinada: Título: “Pastoralmente hablando, ¿les parece correcto lo que hacen, mujeres casadas?” Si, ya sé que fajarse con las mujeres es un asunto complejo, pero igual, ahí va...
¿Con qué intención, mujeres casadas, posan solitarias en fotografías que colocan a todo color en redes sociales (Facebook, Instagram, Pinterest y demás)? A veces se perfilan de lado, con el obvio propósito de definir todas las curvas. En otras ocasiones se acercan a la cámara modelando un close up. Organizan entonces sus labios e inician la mímica de un beso sensual... ¿¡A quién se quieren parecer!? ¡¿A Claudia Cardinale?! ¿¡Qué hacen!? ¿¡De veras les parece correcto!? ¡Son mujeres casadas! Si tienen ministerio, ¿qué acerca del testimonio que están dando a otras mujeres que de seguro correrán a imitarles?
Se entiende que, en el recuadro que define quién es la dueña del perfil, en cualquier tipo de red social, aparezca la imagen de la susodicha, faltara más, pero una cosa es eso y otra muy diferente es colocarse a la vista pública de miles de observadores con un mensaje en que no están diciendo otra cosa, sino: “¡mírenme!, ¿vieron que bella soy?, ¿qué les parezco?”
No sé si el tiempo que pasan arreglándose para posar así, les habrá permitido leer acerca de lo sensibles que son los hombres a las imágenes. ¿Están conscientes de eso? ¿¡Por qué lo hacen, entonces!?
Es tiempo de que piense que, al casarse, la mujer cambia totalmente su proyección social. Veo venir la bronca feminista: “¿¡por qué los hombres pueden retratarse solos y nosotras no!?, a ver, ¿¡por qué!?” No crea que me parece muy correcto que digamos de ambas partes, ¿sabe?, ya le expliqué que no tengo café, así es que fajo con los hombres también: ¿con qué idea un hombre casado, a menos que esté ministrando, sirviendo, promoviendo un producto o con algunos amigos, se presenta solo en la imagen? ¿Tiene complejo de Alain Delón o quiere que le pongan el sobrenombre de “Lindoro”?
Aun así, siendo bastante extraño el asunto en ambos casos, el hombre tiene un atenuante al presentar su foto, y es que la mujer es sensible a lo que le entra por el oído, no por los ojos. No sé por qué las féminas tienen las orejas tan pequeñas; de acuerdo a la importancia que este órgano tiene para ellas deberían competir en tamaño con las de un elefante; pero bueno, no todo en la vida es perfecto... Lo cierto es que ellas dependen más que todo, de lo que oyen. Ese tema está más que estudiado. Nuestros experimentados profesores de la escuela secundaria nos alertaban a cada rato con aquel cacareado: “las mujeres son del hombre que habla...”, y los varones que, por naturaleza no nos gusta hablar, terminábamos mascullando: “¿será posible que tenga que aprender a hablar?”
Un hombre, en cambio, no se afecta tanto por lo que oye como por lo que ve. Sube una conferencista a la plataforma, va a hablar sentada, y al empezar a hacerlo cruza la pierna ante un auditorio de hombres presentes, y.…, ya echó a perder la conferencia entera. La atención del llamado sexo fuerte estará en la expresión anatómica insinuada por la fémina con aquel gesto, al que volverán cada cinco minutos. Tal cosa es comparable con el efecto de una fotografía. Al hombre aplican especialmente las palabras de Proverbios 23: 31a: “No mires al vino cuando rojea...”. Lo que me sulfura hoy es que las mujeres lo saben, de modo que actúan con plena consciencia; criminalísticamente hablando se trata de un caso con premeditación y alevosía; vaya, que están buenas para un comité de disciplina.
Mujer casada: respete a su esposo, respétese usted, respete a los hombres presentes, a los amigos Facebook, respete a la tierra y respete al cielo. Es más, le digo que... ¡Llegó el café...! Mañana sigo.


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