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lunes, 15 de junio de 2020

Historia del avivamiento de Madruga, Cuba, 1988

Tomado de: Octavio Ríos Verdecia. Historia de las Asambleas de Dios en Cuba. Tomo II. Sección 9. Capítulo X, pp. 547-576. Este tomo fue escrito por pedido directo del Superintendente General, Rev. Dr. Moisés de Prada Esquivel al Rev. Dr. Octavio Ríos Verdecia. Las Asambleas de Dios de Cuba tiene ejemplares en manos de los Revs. Moisés de Prada y Héctor Pereira desde hace más de un año. Este libro tiene permisos de publicación para la Organización dentro del territorio nacional desde hace más de un año. Ya fue adquirido por numerosos ministros de la Organización dentro y fuera de Cuba. Puede ser adquirido en Amazon en la dirección: https://www.amazon.com/gp/product/1792871546/ref=dbs_a_def_rwt_bibl_vppi_i14

Madruga

Madruga, municipio de la provincia de Mayabeque, en Cuba, se ubica en su extremo nordeste y limita al norte con los municipios de Jaruco y Santa Cruz del Norte, al este con los municipios Limonar y Unión de Reyes de la provincia de Matanzas, al sur con los municipios Nueva Paz, San Nicolás y Güines y al oeste con el municipio San José de las Lajas.  Tiene una superficie de 463.1 kmlo cual representa el 8.1 % de la provincia. Disfrutan sus tierras 30.741 habitantes, con una densidad poblacional de 66.3 hab/km2.
Madruga es un territorio agrícola industrial. Su actividad económica fundamental es la producción de azúcar y alimentos, La granja de nuevo tipo y la empresa pecuaria genética del este de La Habana con los distritos de Picadura, Flor de Itabo, Calderón y La Bija, que realiza importantes contribuciones de leche a la provincia, se dedican a partir del reordenamiento de la agricultura a la producción de viandas, granos y vegetales para el consumo de la población.
El escudo de Madruga fue diseñado por Francisco de Paula y Coronado, académico de número de la academia de historia de Cuba, está rodeado por una franja roja donde se lee: “Por la patria y la humanidad”. El himno de Madruga fue escrito por el destacado maestro y músico José Julio Leiva Cerero y la música es del notable músico cubano, hijo de este pueblo, José Urfé González.

            Himno de Madruga

Madruga, son tus lomas tan bonitas
De un precioso gris azul
Madruga, con tus ricos manantiales
Que son fuentes de salud
Tus barrios, son Majagua, Cayajabos,
Roble, Itabo y San Blas
Y tiene como príncipe a la industria
De San Antonio el central.
Madruga entre las flores de Cuba
Tienes la flor del copey
Madruga, entre tantas flores, flores
Tus mujeres son también
Yo espero que tus hijos
Todos luchen por verte grande y feliz
Y espero que la suerte te depare
Un brillante porvenir (1).

Campaña evangélica en Madruga. 1988

Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos (Hch. 16:9). 

El domingo 24 de enero de 1988, respondiendo a una invitación del pastor Justo Regueira, el evangelista nacional Leovigildo Cuellar inicia una campaña, que duró un total de quince días. Ésta trajo como consecuencia uno de los movimientos del Espíritu Santo más fuertes registrados en la historia de las Asambleas de Dios de Cuba: el avivamiento de Madruga. Relata el pastor Justo Regueira Crespo:

En el mes de noviembre de 1987, en la convención de pescadores de hombres de la Ciudad de Holguín, me encuentro a Leovigildo Cuellar y lo convido para una campaña en Madruga. Él acepta y acordamos hacer una semana de campaña evangélica de salvación y sanidad divina. Ésta comenzaría el 24 de enero del año entrante, 1988. El plan de Cuellar era hacer una semana de campaña con nosotros en Madruga, entre el domingo 24 y el domingo 31de enero, y con la misma seguir y hacer la semana siguiente una campaña en el templo de las Asambleas de Dios en Marianao, La Habana. Era pastor allí, si mal no recuerdo era Alvio García Marcelo. Es así que el 24 de enero de 1988 Leovigildo Cuellar inicia la campaña. Vino con su esposa, la hermana Blanca Rosa Duarte de la Victoria, y se hospedaron en mi casa.
La predicación de Cuellar fue muy ferviente porque era un hombre muy dedicado a la oración. Sus ilustraciones eran muy impactantes y su fe era muy grande. Desde el principio esta campaña arrancó con mucha fuerza y los milagros que empezaron a ocurrir eran tan grandes, aquello era tan tremendo, el número de miles de personas era tan impresionante que Cuellar... ¡no se pudo ir! Tuvo que seguir la semana siguiente con la campaña, de modo que ésta se extendió por quince días todas las noches, a partir de las 8:00 PM. Decenas de paralíticos se levantaron de sus sillas de ruedas y personas que regresaron a sus hogares pensando que nada les había pasado descubrían, mientras se bañaban, que tenían empastes en sus piezas dentarias, rectificación de sus columnas vertebrales, reducción hasta la desaparición de sus hernias, todo para grandes sorpresas suyas (2).

Se desencadena el avivamiento

Relata el pastor Justo Regueira:

Ya Cuellar había hecho una semana adicional de campaña y se tenía que ir, pero yo quería que el avivamiento continuara. No quería que aquello se detuviera. Llevaba mucho tiempo orando para que allí hubiera un avivamiento. Tenga presente que hacía veinte años era pastor allí. Anhelaba que la gente viniera, que las personas se salvaran y se sanaran. Es bueno que los pastores estén orando para abonar el terreno para que haya un avivamiento. La Iglesia no puede ser una monotonía. Vemos en la Biblia a la iglesia primitiva como se añadían cada día las almas que se habrían de salvar. La iglesia primitiva no era una iglesia muerta, era una iglesia viva. Yo creo que es bueno que recordemos que hay que orar, clamar y desear que nuestra iglesia se ensanche y se extienda, ¿comprende?, que se extienda el Reino. Antes de esto que estaba ocurriendo en Madruga había ocurrido un movimiento del Espíritu Santo de cierta fuerza en Primer Paso, estando allí de pastor Luis Llanes. El evangelista había sido el propio Cuellar. De hecho, la campaña de Madruga había sido precedida por la de Primer Paso. El fuerte movimiento del Espíritu que había tenido lugar allí, en Primer Paso, había durado poco y yo no quería que este mover que tenía ante mis ojos, en Madruga, y que tanto había deseado durara poco o se apagara. Es así que le pedí a Cuellar que orara por mí para que aquel avivamiento siguiera. Él impuso sus manos sobre mí y oró. Se marchó para Marianao y yo quedé al frente de aquel avivamiento. Para sorpresa de todos, los milagros que empezaron a ocurrir vinieron a ser mayores a partir de entonces. ¡Gloria a Dios! Aquello fue tremendo. Yo solo predicando a miles de personas. Desde las 4:00 AM llegaban las primeras vidas. Se realizaban entre once y doce servicios diarios los siete días de la semana. Cada servicio duraba una hora y algunos minutos. El primero debía iniciarse a las 7:00 AM. El último comenzaba a las 10:00 PM. El Templo estaba abierto y en funciones de culto ininterrumpido desde las 7:00 AM hasta las 11:00 PM. No teníamos tiempo absolutamente para nada. Terminábamos muertos de cansancio. Dios lo sabe. El culto que se hacía era un servicio completo, con lectura bíblica, alabanza, predicación, ofrendas, se hacía entonces un llamamiento para que las personas dieran el testimonio de lo que Dios había hecho en ellos allí, y entonces se comenzaba el tiempo de la ministración, orando por todos los enfermos.
En todos los servicios estaban presentes miles de personas, tantas que algunas se desmayaban, y teníamos que estar orando por los que se desmayaban. Llenaban el Templo, las aceras, las calles. Desde la central hasta el Copelia, todo se llenaba de autos porque de todas partes del país venía gente. Yo no puedo decir que hubiera un culto más lleno que el otro. Todos eran tiempos tremendos en que una inmensa masa humana venía sedienta. La mayoría no eran de Madruga. La situación que se creó fue muy compleja. La policía tenía que estar constantemente poniendo orden. Las autoridades nos llevaban a cada rato al poder popular y allí nos decían que teníamos que parar aquello. Yo les contestaba que ellos se habían invitado unos a otros viendo los milagros, y nosotros realmente no teníamos nada que ver con eso, y que teníamos que atender a los que venían como siervos de Dios que éramos, pero que nosotros no teníamos culpa de nada. Predicábamos el evangelio nada más. Ellos se habían invitado solos unos a otros viendo los milagros. Nos miraban fijo, con mucha seriedad, y nos ordenaban parar aquello. “Esto lo tienen que parar”, nos decían, porque ya no había comida en el pueblo. La gente se comía toda la comida de los restaurantes que había allí. Yo les contestaba que no podía parar aquello porque yo no había invitado a esas miles y miles de personas que venían a diario. Eran los milagros los que invitaban a la gente. Déjeme decirle que el Señor nos daba mucho valor porque nos citaban muy a menudo y aquello no era fácil, pero al ir allí, no sentíamos ningún temor. El Señor nos daba un valor extraordinario. No teníamos miedo. Contestábamos humildemente con las palabras que Dios nos daba. Tú sabes que a veces cuando nos llevan a lugares como esos..., pero no, los nervios estaban bien.
A decir verdad, la situación se le había ido de control a todo el mundo y no se sabía en qué iba a parar aquello. Aquel avivamiento nos tomó por sorpresa, a pesar de que yo estaba orando por él. Los líderes de la organización, el más cercano de los cuales era Hugo Reyes, presbítero de occidente, recomendaron mantener aquel movimiento y me pidieron que fuera valiente y firme, que no me iba a pasar nada. El Señor estaba haciendo cosas extraordinarias. Recuerdo especialmente un ciego que era ateo. Su esposa tenía cirrosis hepática y su nuera neumonía. Dios obró en la esposa y la nuera, como el tiempo lo demostró, pero lo más impresionante fue que el ciego, habiendo salido aquella noche sin sanidad alguna, en el auto, cuando iba ya por el central Manuel Isla, de Madruga, de pronto comenzó a gritar: “¡Veo! ¡Veo! ¡Veo las estrellas!” Este hombre recuperó la vista, se convirtió y fue miembro de la Iglesia de la Biblia Abierta de San José, provincia Habana, hasta el día de su muerte. Dios lo sanó fuera del templo, después que se fue y ¡sin haberse convertido! ¿Puede usted entender eso?
No puedo olvidar tampoco aquel niño totalmente desnutrido y desahuciado. Tenía ocho años; todos sus huesos se veían desde hacía mucho tiempo. Nos dijo la familia que era un caso humanamente sin solución; venía de Melena del Sur. Era todo un esqueleto, un “huesito”. Todas sus costillitas se le veían. Nos dijo la madre que había sido desahuciado por los médicos. Le llevaron a la campaña; Oneida, mi esposa y Anna, mi hija allí oraron por él. Dios obró y muy pronto, en semanas, estaba sano y robusto. Años después le vi; todavía nosotros no nos habíamos ido para Matanzas, y él fue a vernos; había cumplido catorce años, y seguía completamente sano desde aquellos días de la campaña. Nunca más regresó a aquel estado físico anterior. Esta es una de las sanidades más asombrosas que yo recuerdo de todo mi ministerio (3).

Una noche, en uno de los cultos de avivamiento, un hombre paralítico fue colocado por sus amigos en un pasillo del templo. Esa noche el pastor Justo Regueira predicó bajo el tema “Grandeza de ánimo”, y leyó las palabras de Marcos 2:1-12:

Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro. Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así?  Blasfemias dice.  ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.

En el centro del mensaje el paralítico se levantó. Aquello fue tan impresionante que nunca la familia Regueira lo ha olvidado. En las noches siguientes a ésta se sumaron muchos paralíticos de Ceiba Mocha. Relata el pastor Regueira:

Vi muchos tumores desaparecer también. Más que cualquier otra cosa aquella fue una campaña de sanidad divina. Tuvimos un flujo grande de médicos y de estomatólogos que venían a comprobar si era verdad lo que estaba pasando allí, y recuerdo que algunos fueron sanados de enfermedades que traían, y daban sus testimonios también. El gobierno de Madruga nos citó y nos vimos de pronto delante de un estomatólogo ateo, que nos preguntaba cómo era posible, que dijéramos cómo era aquello que estaba pasando, que ocurrieran empastes de piezas cariadas o cosas así. Cuellar y yo le dijimos que era así el milagro de Dios. Aquel estomatólogo no daba crédito a aquello y a los dos o tres días allí estaban nuevamente decenas de empastes. Él no entendía. Figúrate, un hombre carnal no puede entender las cosas espirituales, y algunas personas recibían de un tirón cuatro empastes, otros casi la boca entera... Así se paraban en el culto y lo testificaban, y mostraban su boca con aquellos tremendos arreglos. Yo le explicaba con sencillez al estomatólogo y al gobierno que nosotros no podíamos explicarles con teorías cómo era que aquello pasaba porque yo no conozco nada de estomatología, que aquello lo hacía el Señor para que ellos pudieran creer y se acercaran más a Él, que tuvieran convicción de Dios y se pudieran salvar y se convirtieran en voceros oficiales de Dios.
Aquellas reuniones duraban como media hora. Ellos veían el empaste y querían saber cómo se había hecho. Yo les decía: Pues no sé. ¿De dónde el Señor sacó los materiales? No lo sé. Él lo hizo y ahí están. Unos eran dorados y otros con aspecto de platino; algunos tenían forma de cruz.
A la partida de Cuellar estuve ministrando yo solo varias semanas. Debo decir que estaba completamente agotado. Recibí entonces la visita del presbítero de occidente, Rev. Hugo Reyes Hidalgo. Él fue a ver cómo marchaba aquel movimiento del que se hablaba en Cuba entera y se asombró al verme tan extenuado. Le dijo entonces a los hermanos: “¡Van a matar a Justo! Ustedes tienen que predicar y ministrar también”. Entonces me vino una ayuda porque a partir de aquel momento organizamos un equipo de seis hermanos para predicar y ministrar. Éstos eran: Oneida, Débora, Anna, Saúl Cabrera, Brunito (4) y yo. Los milagros y las sanidades continuaron ocurriendo bajo la ministración de los seis.
Oneida tenía al principio un poco de miedo, y me dijo que ella predicaba pero que no se atrevía a orar por los enfermos, pero después todos comenzaron a predicar y a ministrar. Un sábado me dijo Hugo Reyes: “Váyase para la confraternidad y déjelos a ellos ministrando que todo va a salir bien”, y así fue. Creo que Dios puede utilizar a cualquiera que tenga interés; que el pastor puede ser pastor y evangelista. Esa es mi experiencia.
Cuando ya teníamos un mes de avivamiento Hugo Reyes nos recomendó una semana de descanso porque estábamos muy agotados. La pasamos en San Gregorio. Pasados varios meses tuvimos que empezar a dar “turnos” para que la gente viniera en horarios de cultos específicos. Nombramos en función de eso a dos secretarias que eran Anna y la hija de un diácono. Ya no podíamos más. Después de esto el número masivo de gente que venía empezó a disminuir.
Los hermanos de la iglesia local estaban un poco celosos porque nosotros estábamos atendiendo a las vidas nuevas y el mensaje era para ellos. Muchos de ellos no comprendieron el avivamiento. Es muy importante que una iglesia local sepa que cuando viene un avivamiento cada uno debe de convertirse en un misionero y ellos estaban un poco sentidos porque no les podía atender como querían. Los miembros de la iglesia en un avivamiento tienen que doblar mucho la rodilla y orar para que puedan entender la obra misionera y cooperar y situarse en la brecha. Lejos de estar resentidos como el hijo pródigo cuando el padre tuvo preferencia con aquel que se había perdido y fue hallado, así también la iglesia necesita saber que los que están perdidos deben ser salvos (5).

Cuenta Élsida Cuellar Duarte, hija del matrimonio Cuellar:

Mi mamá era una mujer mucha de fe. Fíjese si tenía fe que se levantó de la silla de ruedas cuando T. L. Osborn dio la orden en la campaña de 1951, en Camagüey.
En el contexto de aquellos días de gran avivamiento en Madruga, ella visitó a un matrimonio. Aquel hermano se llama Roberto. Su esposa era de Madruga y se les acababa de romper el refrigerador, que era muy viejo. Mi mamá les preguntó: “¿Ustedes creen que Dios lo puede arreglar?” Ellos contestaron: “Pues... ¡claro que sí! ¡Lo creemos!” Mi mamá puso sus manos sobre aquel refrigerador, oró y, ante la vista de todos, aquella máquina arrancó para la gloria de Dios. Muchos años después volví a ver a esa familia y les pregunté cómo estaba el refrigerador. Me contestaron que nunca más se había roto (6).

La pastora Nersa Legrá Jardines (7), testigo de aquellos días, nos cuenta:

Me encontraba pastoreando con mi esposo, el pastor Tomás Hernández, en el Templo de la Iglesia de Dios del Evangelio Completo de San José, localidad vecina de Madruga. Éste estaba en la calle 86, también llamada Cabrera, cerca de la sede del poder popular. San José y Madruga están cerca una de la otra de modo que a una parte del inmenso flujo de personas que iban a Madruga después se les veía acá en San José, y muchos de los convertidos de aquel avivamiento se hicieron miembros de nuestra iglesia porque los pastores Justo Regueira y Oneida, su esposa, les decían a las personas que se convertían que asistieran a la iglesia evangélica más cercana a su casa. Para ellos era completamente imposible asistir pastoralmente a aquella inmensa multitud que aumentaba de día en día. Eran miles y miles de personas que llenaban las calles de Madruga.
Me llama la atención, cuando miro la historia, que allí Dios comenzó a usar a cualquiera. Se hicieron pequeños grupos de evangelismo que iban por las casas y oraban por los enfermos y ocurrían sanidades asombrosas. Estos pequeños grupos nos visitaron a nosotros también acá en San José. Todos eran jóvenes. Recuerdo que uno de ellos era familiar del pastor Raimundo Oropesa (8). Llegaron y me pidieron permiso para orar allí con nosotros. Mi hijo, Lemuel Hernández Legrá, tenía once años. Sus pies estaban completamente planos. Pronto aquellos jóvenes lo supieron. Le sentaron en una silla y oraron por él. ¡Ay, hermano!... Delante de mis propios ojos empezó a hundirse la carne de la planta de su pie, y de la forma más asombrosa comenzó a dibujarse el arco plantar. Yo me estremecí porque nunca había visto una cosa semejante. Aquello ocurrió delante de la vista de todos, y es lo más impresionante que yo haya visto nunca. Sus pies planos se rectificaron por completo hasta el sol de hoy. Por eso es que yo digo que la nube de la gloria de Dios estaba no solo en Madruga, sino sobre toda aquella zona porque los milagros llenaron todos los municipios y localidades vecinas; todas las iglesias cercanas crecieron, la fe de la gente verdaderamente se agigantó, Tomás, mi esposo se levantó muchísimo; aquello fue lo más grande y genuino que se haya vivido. Los hermanos de mi sede se animaron mucho y fueron a Madruga con mi esposo a participar de aquel extraordinario mover del Espíritu Santo de Dios. Un señor de San José, muy grueso, de apellido Troncoso, fue con sus piernas destruidas, casi inválido, y regresó sano y se recuperó completamente con una rapidez inaudita (9).

El despertar al evangelio entre las multitudes duró la práctica totalidad del año 1988. No quedó un banco sano. Las puertas todas sufrieron los embates de la multitud emocionada.

El pastor Justo Regueira comenta: “Aquel fue un movimiento del Espíritu para la gente de la calle. Algunas personas no entendían. Lo que querían era sanarse y después seguían pecando porque no entendían el propósito de Dios de darles el mensaje de salvación” (10).
Contrastes como esos no impidieron que el Espíritu Santo, en su infinita misericordia, visitara con sanidad divina a los ateos allí presentes. Al respecto comenta Eliseo Villar: “El movimiento de sanidad divina del Espíritu Santo en Madruga fue fundamentalmente sobre los incrédulos. Muchos iban a burlarse y de pronto descubrían sorprendidos que tenían empastes nuevos en sus bocas”. Justo Regueira agrega: “Sucedía también que muchas personas cuando venían y veían que no podían entrar se iban muy disgustadas y camino a casa recibían su sanidad. Regresaban entonces muy asustadas y daban el testimonio. Hace poco el evangelista Esteban Moreno me lo recordaba. Esas personas habían venido con un problema de la vista o con un dolor, o con asma y de pronto, camino a casa, molestos por no haber podido entrar, quedaban sanos” (11).
Acerca de las consecuencias de aquel avivamiento cuenta el pastor Justo Regueira:

En Carbonera, cerca de Peñas Blancas hay una congregación en que la mayoría de sus miembros son fruto de aquel avivamiento. Esto es cerca de Matanzas. Abrimos también una obra en Los Palos y otra en Pipián, actual provincia de Mayabeque. Miles de matanceros pasaron por allí, hasta el punto de que fue necesario fundar una obra en Matanzas. Esta provincia era muy difícil al evangelio. Nadie había podido penetrar allí. Durante la etapa del avivamiento de Madruga, después de la campaña de Cuellar, un hombre llamado Juan Tápanes vino a los cultos de avivamiento que estaban teniendo lugar. Tenía un ligero retraso mental y una gran deformidad en la columna vertebral, como una cifosis, aquella era tan grande que no lo dejaba respirar. Él se fatigaba y no podía caminar. Oramos por él y el Señor le sanó. Aquella deformidad desapareció. En agradecimiento él ofreció la casa de su mamá para hacer cultos con los hermanos convertidos de la campaña. Hasta ese momento las Asambleas de Dios no habían podido penetrar en Matanzas. Dos o tres años después a la muerte de José Tápanes en circunstancias poco claras para nosotros —fue asesinado y nunca se supo quién fue—, nuestra organización compró una casa allí en Milanés, donde se pudo entonces instalar la congregación. Ésta comenzó a consolidarse. Poco después nos acusaron del delito de compra y venta de casas, y entonces un hombre inconverso, esposo de una hermana de la Iglesia Bet-el, nos prestó su casa y allí continuamos. Fíjate si hay que tener gracia delante de Dios para en momentos de crisis salir adelante. Nos cerraron. Matanzas era famosa por no querer allí evangelio. ¿Dónde nos hubiéramos reunido después que nos cerraron la sede? Éste hombre, no siendo convertido, me prestó los títulos de propiedad de aquel hogar, vine a la oficina nacional e hice todos los trámites y allí continuó la iglesia (12).

Con curiosidad el autor de este libro preguntó al Rev. Regueira: “¿Por qué un avivamiento en Madruga y no en otro lugar?” Tras un instante de reflexión contestó: “Muchas veces me hice esa pregunta: ¿por qué eso venía a suceder allí si hay otros pastores mejor preparados? ¿Por qué venía aquello a nosotros? Tal vez haya que buscar la respuesta en el hecho de que Dios conoce los corazones, pero no quiero pensar que teníamos algo especial nosotros allí, porque la jactancia no es buena. Un pastor que quiera un avivamiento tiene que orar, clamar y desear. Creo que oramos, clamamos y deseamos...” (13)

Eco en la prensa nacional

Acerca de las repercusiones que tuvieron aquellos hechos en la prensa plana, cuenta el pastor Justo Regueira:

La prensa nacional y local fue dura con nosotros y con aquel avivamiento. Ellos escribieron que nosotros éramos unos farsantes, que todo aquello era falso, y no estaba ocurriendo ningún milagro. Los “milagrosos”, que éramos nosotros, éramos unos falsos. Nos expusieron en la revista de Matanzas y en el periódico de Matanzas.  En la revista específicamente salió la fotografía de Débora Regueira, mi hija, que dirigía el grupo de alabanza. Escribían allí cosas luchando para desviar la atención de la gente de lo que estaba pasando. Todos los hermanos de Madruga recuerdan aquello. Matanzas era un lugar muy difícil para el evangelio (14).

¿Por qué los empastes? La pastora María Legrá Jardines transmite una valoración al respecto del propio evangelista Leovigildo Cuellar:

Luego del avivamiento de Madruga, en las campañas de la Isla de Juventud, Holguín, e Infanta y Santa Marta, se había mantenido la forma peculiar de actuar aquel movimiento de sanidad del Espíritu Santo viéndose curiosos empastes en las piezas de la boca a la gente. Esto no había ocurrido en las décadas pasadas y debo decir que vi muchas campañas de Cuellar allá en Baracoa en la década del 70 pero los empastes eran algo de ahora. Vi a Cuellar a mediados de 1990, y le comenté al respecto. Él me dijo: “Esto es una señal para este tiempo porque ha crecido tanto la incredulidad de la gente que Dios ha querido hacerlo así, para que todo el mundo lo vea, lo enseñe y lo testifique”. Es verdad que quien reciba un empaste ya no seguirá siendo la misma persona” (15).

El avivamiento en Pinar del Río

Herminio Pupo González, fue pastor en el Templo Central de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios) de la Ciudad de Pinar del Río entre 1980 y 1992 (16). Allí, desde la posición más occidental de la isla, vivió los comienzos del avivamiento de aquella memorable década. Sobre aquellas vivencias recuerda:

En 1989 el pastor metodista de la Ciudad de Pinar del Río, Ricardo Pereira Díaz, actual obispo de esa organización hermana, tenía allí un avivamiento muy grande. Dios estaba usando a un evangelista de ellos mismos, muy joven y delgado, que se llamaba Ernesto; afectuosamente le decían Ernestico; en la calle le conocían como “el milagroso”. El crecimiento y la búsqueda de Dios de la gente era cada vez mayor. La situación era agotadora. Pereira me pidió ayuda un día. Yo debía ir a predicar allí y ministrarles… ¡un lunes a las 4:00 PM! Era un horario tremendamente impropio si lo que usted espera es asistencia. Para colmo empezó a llover. Siendo tan extraño el horario y lloviendo me dije: “¿Quién va a ir, lloviendo, un lunes y a las 4:00 PM? Voy a ir, solo porque soy el predicador, para cumplir”. Salí para allá. Cuál no sería mi sorpresa cuando veo, al llegar, la calle ocupada por la gente que se amontonaba allí, unos con paraguas, otros mojándose. Pronto me di cuenta de que tendría dificultades para entrar; tanta era la gente.
Logré con mucho trabajo llegar a la plataforma del templo y prediqué. Al comenzar a ministrar empezaron a pasar cosas que yo no esperaba. Los enfermos comenzaron a sanarse. Vea usted, yo que tenía mi pie plano, empecé a ver personas a quienes Dios les hizo la curvatura normal de la planta. Aquello fue muy grande. Note lo lejos que estábamos de Madruga y de otros puntos de avivamiento.
Me llamaron las autoridades. Lo hacían semanalmente. Recuerdo una tarde en particular. Tenían un artículo de una revista en que censuraban fuertemente el avivamiento de Madruga como algo falso, y comentaban acerca de un “pobre hombre” que había gastado más de $500.00 en llegar desde Alacranes hasta Madruga y no se había sanado. Ese artículo era muy conocido entre nosotros. Los pastores lo habíamos estudiado y estábamos familiarizados con el contenido.  Me sentaron y me lo leyeron. Al terminar me preguntaron qué yo pensaba. “Bueno —le contesté— yo creo que ese hombre debe de haber viajado en un avión particular para haber tenido ese gasto, porque hasta donde yo sé un carro desde Alacranes hasta Madruga solo cuesta $10.00”. No supieron qué contestarme… (17)

El pueblo tenía sed del evangelio y todos los planes pseudoeducativos empleados para contrarrestar la necesidad natural de fe que hay en el hombre no habían dado resultado. Pronto desde el exterior llegarían noticias impresionantes: Luis Palau haría una gigantesca campaña evangélica en el territorio de la Unión Soviética; recorrería Riga, Leningrado, Kishinev, Kiev y Moscú, con asistencias de más de cuarenta mil personas y ocho mil quinientas profesiones de fe. Así resumiría aquella épica faena: “No hay lugar en el mundo que esté tan hambriento por el evangelio como la Unión Soviética”. Las entrevistas del afamado evangelista internacional se hicieron oír en la radio y pudieron leerse en la prensa. La televisión soviética central terminaría transmitiendo durante doce minutos su llamado a salvación y vida eterna (18).
En febrero de 1988 la prensa cubana publicó de inmediato la caída de Jimmy Swaggart, pero el sobrecogedor levantamiento de la fe del pueblo soviético, las miles y miles de vidas que recibieron a Cristo como Salvador personal en el marco de una historia sin precedentes, eso, nunca lo publicó…

Aquellos que pagaron el precio

La Dra. Yolanda Báez González, presidenta de los Embajadores de Cristo en el Templo de Infanta y Santa Marta, a principios de la década de 1980, rescata memorias del ministerio intercesor de su padre, Ramón Báez Pérez, en favor del avivamiento en Cuba:

...Me contaba [mi padre] acerca de cuánto lloraba en sus primeros años de convertido, por el pecado pasado. A raíz de la pérdida de su primera hija, se convirtió en un hombre de oración. Así obró aquella triste experiencia. Fue pionero de la congregación de Infanta para los tiempos en que ésta se reunía en la carpa. Llegó a ser diácono. Hablaba con Dios cuatro horas diarias. Oró, de hecho, veinte años, todos los días, por el avivamiento en Cuba. A veces yo me levantaba por la madrugada y veía la luz de su cuarto encendida. Todos sabíamos lo que estaba haciendo. La última oración que oímos de él, dos días antes de morir, fue por el avivamiento de Cuba. Estábamos presentes (...) mi esposo y yo. Murió el 17 de diciembre de 1983, a los 73 años. Cuando mi esposo lo vistió, en los arreglos fúnebres, me llamó, y señalándome hacia él me dijo, muy asombrado: “¡Mira que cayos tan grandes tiene tu papá en las rodillas!” (19).

Un avivamiento estaba en el corazón de todos los ancianos. El contexto no era sugerente; de hecho, si las asfixiantes medidas que se tomaron en Cuba para erradicar la fe hubieran dado el resultado que se esperaba, en 1988 no hubiese existido un solo cristiano, mucho menos un templo. Los que elaboraron minuciosamente tales programas ignoraron que, mientras dormían en las quietas noches, aquella ancianidad estaba taladrando el mundo espiritual. El pastor Rolando Rivero se levantaba cada madrugada a buscar el rostro del Señor, sus escuelas dominicales comenzaban a las 5:00 AM. Rosita Drake vivía en permanente clamor, mientras se oía inacabablemente en los labios de Martín Oliva la misma oración: “Señor, enciende el fuego…” En las confraternidades, retiros, vigilias, se hacía oír entonces la voz del profeta, que desgarrando los aires decía: “Voy a traer un avivamiento a esta nación; voy a visitar este país; los templos se van a desbordar; las almas no van a caber”. Muchos no le creyeron, hasta el día en que la isla convulsionó con aquella visitación. Nunca Cuba volvió a ser la misma.
Tal vez entienda ahora por qué se lucha tanto desde dentro y fuera de la Organización para que este libro (de donde ha sido tomado este relato y reflexión) no se publique en Cuba. Espero que ahora lo entienda. Los ladrones de la gloria de Dios, esos morbosos cleptómanos que luchan para que la gloria sea para sí, tienen un sello indeleble en la historia: la marca mil veces pútrida de la Bestia, el Anticristo, “el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (II Ts. 2:4). Solo serán confundidos los “hijos de perdición” (Jn. 17: 12), esos que miran con odio iracundo el obrar de Dios en la historia, y unen fuerzas con las tinieblas para que se mutile el testimonio de lo que Dios hizo, cercenando libros como este.
Reciba el Rey del cielo toda la gloria, la honra y la alabanza.
 “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Ap. 21:8).
“El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Ap. 22: 11, 12).


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(1) Artículo: "Madruga". https://www.ecured.cu/Madruga  Accedido el 24 de noviembre de 2018, 11:24 AM.
(2) J. Regueira, entrevistado por Octavio Ríos, Templo “Palabras de Vida” en Santa Amalia, de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios), 10 de abril de 2007. 10:00 AM a 12:00 M. Consta en video. Usada con permiso.
(3) Regueira, Ibíd.
(4) Actual pastor Bruno Carrión. Pasó con los años a trabajar con la Iglesia Bautista de La Lisa, en La Habana. (Apuntes de Justo Regueira).
(5) Regueira, Ibíd.
(6) Élsida Cuellar Duarte, entrevistada por O. Ríos, hogar de Emmy Cuellar Duarte, 88c No. 5720 e/ 57 y 61, apto 18, Rpto. Finlay, Marianao, 19 de noviembre de 2012, 11:00 AM., usada con permiso.
(7) Nersa Legrá Jardines. Se formó como ministro evangélico al lado de su esposo, el pastor Tomás Hernández en la Iglesia Buenas Nuevas. En el momento de los hechos que narra se encontraba sirviendo al Señor en la Iglesia de Dios del Evangelio Completo de San José, actual provincia de Mayabeque. (Nersa Legrá, entrevistada por O. Ríos por vía telefónica, 10 de agosto de 2013, 7:00 PM.)
(8) Raimundo Oropesa. Ministro de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios). Fue secretario nacional en la década de 1970. Se recuerda su último pastorado en la Iglesia de Regla. (Nota del autor.)
(9) Nersa Legrá, entrevistada por O. Ríos por vía telefónica, 10 de agosto de 2013, 7:00 PM.
(10) Regueira, Ibíd.
(11) Ibíd.
(12) Ibíd.
(13) Ibíd.
(14) Ibíd.
(15) María Legrá Jardines, entrevistada por O. Ríos, vía telefónica, 12 de agosto de 2013, 5:00 PM. Usada con permiso.
(16) Herminio Pupo, entrevistado por O. Ríos, vía electrónica, 25 de febrero de 2014, 12:28 PM. Consta en video.
(17) Herminio Pupo, entrevistado por O. Ríos, 24 de febrero de 2014, 10:00 AM, Oficina Nacional de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios). Consta en video.
(18) Alvio García, Ed., “Noticas varias. Unión Soviética”, La Antorcha Pentecostal, enero-marzo de 1990, p. 13.
(19) Yolanda Báez González, entrevistada por O. Ríos, en el domicilio de su hijo, Alexis García Baéz. Jueves 24 de diciembre de 2015, 2:00-3:00 PM. Usada con permiso.


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