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miércoles, 3 de junio de 2020

C. H. M.

Charles Henry Mackintosh
(1820-1896)
Francisco “Paco” Sotelo, representante nacional de las Salas Evangélicas en Cuba, inscritas como “Cristianos congregados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”, con sede principal en El Vedado habanero, era el erudito bíblico al que todos veníamos cuando tropezábamos con pasajes bíblicos de difícil interpretación. Corría la década de 1980 y el promedio de las iglesias cubanas no tenían librerías, ni los pastores viajaban al exterior. Los amigos de Paco dependíamos de su biblioteca, y más que de ella, de la generosidad con que nos prestaba ejemplares que eran únicos en Cuba. Sus libros pasaban entre nosotros de mano en mano, hasta que todos teníamos la oportunidad de leerlos. Fue el camino para conocer la Biblia anotada de Cyrus Scofield y el Pentateuco de C. H. M. Esta última era una obra monumental, especialmente el tomo de Éxodo. El autor nos despertaba mucha curiosidad: C. H. M.; nada más. Nunca quiso rubricar su nombre en los libros que escribía, y para nosotros no existía una información adicional. Nos quedaban aquellas siglas como ejemplo de una modestia muy poco familiar para nuestros tiempos. Éxodo era una obra grandemente inspiradora, pero, aun así, por más de veinte años solo supe eso: su autor era C. H. M. A fuerza de hurgar, y a través de mi amigo, Luis Guerra, dimos, finalmente, con la identidad de C. H. M. Se trataba de Charles Henry Mackintosh; así se llamaba aquel formidable autor. Todavía necesitaría otros diez años para saber algo más de él.
Charles Henry Mackintosh nació en octubre de 1820, en el Condado de Wicklow, Irlanda. Fue hijo del capitán Duncan Mackintosh, oficial de un regimiento de las Tierras Altas, primo mayor de Charles Herbert Mackintosh. Conoció al Señor Jesucristo a los 18 años a través de cartas de su hermana y de la influencia de intensas lecturas de los textos de aquel pionero del dispensacionalismo que se llamó John Nelson Darby. En 1838 se fue a trabajar a una casa de negocios en Limerick, Irlanda. Al año siguiente se fue a Dublín, donde se identificó de inmediato con los Hermanos de Plymouth, lo que le convierte en la historia, en uno de los iniciadores de la escuela evangélica dispensacionalista (1).
En 1843 Mackintosh escribió su primer tratado, titulado Paz con Dios. A los veinticuatro años de edad, abrió una escuela privada en Westport, donde desarrolló un método especial para enseñar idiomas clásicos. En ese contexto viviría los tiempos de la gran hambruna irlandesa que vino como consecuencia de la plaga de la papa; fue aquel el An Gorta Mor (El Gran Hambre), que discurrió siniestra entre los años 1845 y 1850 (2).
Poco después, estableció una publicación periódica llamada “Cosas nuevas y viejas”, que editó con el evangelista Charles Stanley. Mackintosh participó activamente en el gran avivamiento evangélico irlandés de 1859 y 1860. Su fama literaria descansaría principalmente en su obra Notas sobre el Pentateuco. Esta han sido traducidas a más de doce idiomas. El historiador de los Hermanos de Plymouth, Roy Coad, señala:

Otro escritor popular (…) fue un maestro de escuela irlandés, Charles Henry Mackintosh, que predicó extensamente en el movimiento de reavivamiento. Las iniciales “C. H. M” se hicieron familiares en muchos piadosos hogares evangélicos de los últimos años victorianos y eduardianos (…), tenía un marcado don para la simple exposición bíblica, y sus obras sobre el Pentateuco tenían una enorme popularidad como simples ayudas para la interpretación devocional de los primeros cinco libros de la Biblia. Sin embargo, él no era teólogo, y ciertas oraciones aisladas en esos libros [alusivas] a “la humanidad celestial” de Cristo (…) (herejía formal), le trajo mucha atención hostil de adversarios prejuiciosos de los Hermanos [de Plymouth] (quienes tomaron sus escritos como mucho más significativos y representativos de lo que merecían). Más tarde retiró las expresiones, por insistencia de Darby [Sic.](3).

Los Hermanos de Plymouth dieron a la Iglesia un prolífico grupo de escritores.  Del propio fundador, John Nelson Darby, se publicaron más de cincuenta volúmenes, pero con todo el nombre que más resalta entre ellos es el de Charles Henry Mackintosh (C. H. M.) (4). El célebre Charles H. Spurgeon, que no las tuvo todas con el movimiento de los Hermanos de Plymouth respecto a la teología del ministerio, comentó, sin embargo, acerca de las Notas de C. H. Mackintosh para Levítico: “No respaldamos el Plymouthismo que impregna estas notas, pero con frecuencia son sugestivas. Debe leerse con cautela”. Las Notas para Génesis, las calificó de “reflexiones preciosas y edificantes” (5).
Charles Andrew Coates escribió: “Fui una de las últimas personas en escuchar a C. H. M. orar. Fue muy conmovedor escuchar al envejecido y débil levita derramando su corazón a Dios, primero por toda la asamblea y luego por las pequeñas compañías reunidas en todas partes para el nombre del Señor. Los intereses del Señor eran la gran carga de su corazón. Aunque había estado un tiempo incapacitado para cualquier servicio público, todavía estaba a cargo”.
El más grande evangelista del siglo XIX, Dwigth L. Moody, al referirse a la influencia que tuvo en él la obra de C. H. Mackintosh, dijo: “Me llamaron la atención las notas de C. H. M., y estaba tan complacido y al mismo tiempo aprovechado por la forma en que abrieron la verdad de las Escrituras, que aseguré de inmediato todos los escritos del mismo autor (…), preferiría separarme de toda mi biblioteca, excepto mi Biblia, que de estos escritos. Han sido para mí una clave muy importante para el Escrituras”. Es significativa la forma en que Moody, sobre quien estuvo el más alto valor ministerial del evangelismo en su tiempo, resumió el significado que tuvo para él C. H. M., cuando afirmó: “...Mackintosh tuvo la mayor influencia en mí” (6).
Perdurará en la memoria histórica de la Iglesia como un incomparable escritor de comentarios bíblicos de hondo tono devocional, como editor de importantes revistas cristianas y como miembro activo de aquel movimiento que le asocia a los orígenes del dispensacionalismo evangélico del siglo XIX. Fue promovido a la gloria el 2 de noviembre de 1896 poco después de cumplir 76 años; sufría una debilidad creciente que le impedía predicar, pero siguió escribiendo hasta que ya no fue posible por la disnea creciente. Cuando le preguntaban cómo estaba, contestaba: “Justo como debería estar” (1).
Fue sepultado en el cementerio de Cheltenham, al lado de su esposa, justo frente a la tumba del escritor de himnos cristianos G. W. Frazer, convertido bajo el ministerio de C. H. M., y que le había precedido en el viaje eterno el mes de enero anterior. El Dr. Walter Wolston de Edimburgo, despidió el duelo, sobre las palabras de Génesis 25: 8-10 y Hebreos 11: 8-10 (1).
En la lápida de la tumba de Mackintosh y su esposa Emma puede leerse: “Alimenta al rebaño de Dios” (I P. 5: 2) y “…el que aún está muerto, habla” (He. 11: 4). Debajo de la inscripción de Emma están los versos de J. N. Darby,

Jesús, te esperamos,
en Ti tenemos nuestra parte;
¿Qué puede ser plena alegría y bendición,
sino estar dónde estás? (1)

Descanse en paz hasta el día de la eternidad, C. H. M.


__________

(1) Datos tomados de: “Charles Henry Mackintosh”. Biografía. Sana doctrina. https://sanadoctrina.org/biografiadecharleshenrymackintosh.pdf Accedido el 27 de enero de 2020, 9:20 PM.
(2) Ibíd.
(3) Ibíd.
(4) Palabras del Dr. Smith para el volumen de “Génesis a Deuteronomio”. Notas sobre el Pentateuco. Ver en: https://www.stempublishing.com/authors/Biographies/chmackintosh.html Accedido: 2 de junio de 2020, 10:00 PM.
 (5) Edwin Cruz (2011). La vida y los tiempos de Charles Henry Mackintosh. Londres, p. 45.
 (6) Ibíd., p. 62.


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