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domingo, 7 de junio de 2020

La balanza que te debe preocupar

“…No tengo más remuneración que brindarle que el placer del sacrificio y la ingratitud probable de los hombres” (1). Con estas palabras José Martí, supremo organizador de la emancipación cubana, ofreció la Jefatura del Ejército Libertador al General Máximo Gómez, en 1892. Poco sabía «el más universal de los cubanos» acerca de una guerra, pero conocía, como persona alguna, la naturaleza humana. La historia le daría la razón. Pronto, tras el triunfo, el Generalísimo sería destituido y echado a un lado. Hace escasamente un año, leía en redes una queja: la casa en que murió el 17 de junio de 1905, a donde acudió presto todo el generalato cubano y el presidente de la naciente república, en El Vedado habanero estaba en ruinas… (2) Así lo pesó la balanza humana de su tiempo, y de la historia.
No viva con la ilusión de creer que a usted lo pesarán con una balanza mejor. Los hijos de Jacob evaluaron el valor de su hermano José, ante los mercaderes, “…y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata” (Gn. 37: 28). Un día, el profeta Zacarías, gastado de sufrir, pidió a los que pagaban: “… ‘Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo’. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata. Y me dijo Jehová: ‘Échalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado!’…” (Zc. 11: 12, 13a, b). No habían pesado al profeta, sino a Dios.
Judas Iscariote, convino con los principales sacerdotes entregar a Jesús: “…y les dijo: ‘¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?’ Y ellos le asignaron treinta piezas de plata”. Ese fue, para el sumo sacerdote de Israel, el valor del Señor. En las arenas del tiempo otros le preciarían menos…
Amado hermano: nunca, en la tierra, ponderarán con justicia tu valor; por ende, no debes perder el sueño al ser medido en la desequilibrada balanza humana que, de hecho, reprueba el Señor: “Abominación son a Jehová las pesas falsas, y la balanza falsa no es buena” (Pr. 20: 23).
El mundo olvida que hay una pesa segura en la mano de Dios, y que las “…balanzas justas son de Jehová” (Pr. 16: 11a), y esas sí nos deben preocupar, porque el Rey del universo la usa, y determina con ella la justa medida de los hombres.
El rey babilonio Belsasar, nieto de Nabucodonosor, revuelto en una de sus noches de orgías, hizo un banquete al que acudieron mil de sus príncipes, y ebrio, más de vanidad que de vino, mandó a buscar los vasos sagrados del Templo, expropiados durante la conquista de Jerusalén; quería profanarlos al beber de ellos con sus concubinas. En aquella misma hora apareció una mano que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real: «MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN» (Dn. 5: 1-25). “Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra” (Dn. 5: 6). El profeta Daniel trajo la interpretación: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas (…). La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos” (Dn. 5: 26-28, 30). Cuando el que pesa es Dios… 
Jesús habló de medidas. Fueron metáforas en su boca cuando habló de la justicia: “Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido” (Mt. 7: 2). Él pesó la ofrenda de aquella anciana, viuda y pobre, y de ella dijo: “…echó más que todos los que han echado en el arca” (Mr. 12: 43b). Él pesó la fe de la cananea, y admirado como nunca, afirmó: “…ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Lc. 7: 9c).
Viene el día en que todos comparecerán ante el Tribunal de Dios (Ap. 20: 11-15). Allí será pesado todo el que tuvo «por inmunda la sangre del pacto» e hizo «afrenta al Espíritu de gracia» (He. 10: 29). Como Belsasar, serán hallados faltos de peso. Algunos líderes sociales quieren desconocer que esto pasará. Regodeados con fortunas amasadas a fuerza de robar, se sienten muy seguros, mientras reducen sus pueblos a la miseria. Creen que serán juzgados por los aplausos que granjearon en esta vida; lejos de eso, serán pesados en la balanza de Dios. Desde Muhammadu Buhari, presidente de Nigeria, a quien parece importar muy poco la muerte de treinta mil cristianos masacrados en su país desde 2009, por el terrorismo islámico (3), hasta Kim Yom-Un, presidente de Corea del Norte, donde entre un 10 y un 45% de toda la población penal son cristianos recluidos por causa de su fe, lo que representa una cifra que alcanza los setenta mil fieles, en un país donde se levantan treinta mil estatuas de la dinastía familiar del tirano, a las que es obligatorio rendirles culto y donde tener una Biblia implica ejecución o cárcel con trabajos forzados (4) (5), a ellos se les dice en este día: ¡serán pesados! Cercano está el día de la eternidad, cuando se les pedirá cuenta por el precio que dieron a cada siervo del Altísimo, pastor, apóstol, profeta, maestro o evangelista. Cada vez que pusieron en balanza a un hijo de Dios, pesaron a Dios, y oirán aquellas palabras tan tristes: “…hermoso precio con que me han apreciado” (Zc. 11: 13b). Serán pesados con la báscula de Apocalipsis 20: 13c-15: “…y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”.
Los hijos de Dios tendrán su propio Tribunal. Para describirle se usa la palabra griega βημα, transliterada al español como bēma (Ro. 14: 10; II Co. 5: 10). Los antiguos la usaban para nombrar la plataforma a la que se acercaban, para ser premiados, los atletas vencedores. Todos los hijos de Dios en aquel día seremos pesados, y muchos, como tú, oirán decir al Señor: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mt. 25: 21). Cada vaso de agua, plato compartido, abrazo, lágrima, cada minuto de servicio sufrido en que confortaste a alguien, cada instante en que tu mano sostuvo a uno que casi caía, todo, sin faltar nada, será puesto aquel día en la santa y justa pesa de Dios.  
Esa, hermano, es la balanza que te debe preocupar.


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(1) Carta de José Martí a Máximo Gómez. Santiago de los Caballeros, Santo Domingo. 13 de septiembre de 1892. José Martí. Obras Completas. Tomo II. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1991, pp. 162, 163.
(2) Redacción Cubacomenta. Artículo: “Así luce actualmente la casa donde falleció el Generalísimo Máximo Gómez”. https://www.cuballama.com/blog/asi-luce-actualmente-la-casa-donde-fallecio-el-generalisimo-maximo-gomez/ Publicado: 11 de junio de 2019. Accedido: 6 de junio de 2020, 7: 00 PM.
(3) Vatinews. Redacción. “Nigeria, masacre de cristianos. Monseñor Kaigama: el objetivo es crear tensión”. https://www.vaticannews.va/es/mundo/news/2019-12/nigeria-masacre-cristianos-monsenor-kaigama-objetivo-crear-tensi.html Accedido: 6 de junio de 2020, 10: 55 PM.
(4) José Ángel Gutiérrez. Hispanidad. “Corea del Norte: los cristianos, entre la persecución y la esperanza”. https://www.hispanidad.com/cristianos-perseguidos/corea-del-norte-los-cristianos-entre-la-persecucion-y-la-esperanza_12002572_102.html Accedido: 6 de junio de 2020, 11: 10 PM.
(5) T. I. teinteresa.es/ Religión. “Corea del Norte, un país en el que llevar una biblia es suficiente para ser ejecutado”. http://www.teinteresa.es/religion/Corea-Norte-llevar-suficiente-ejecutado_0_1062494329.html Accedido: 6 de junio de 2020, 11: 40 PM.


2 comentarios:

  1. Muy buena reflexion, aquel rey Belsasar lleno de arrogancia y orgullo, palidecio,por profanar las cosas sagradas, asi mismo para todos los que como aquel, hoy todavia lo siguen haciendo,y asi mismo seran juzgados en la balanza de Dios

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    1. Así es hermano Alberto Jerónimo. Dios es Juez Supremo y traerá a juicio toda obra. Nos sorprenda el Día de la eternidad fieles en el Señor; podamos en Cristo escapar de ese juicio. Un abrazo. Gracias por comentar. Lo aprecio mucho.

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