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domingo, 28 de junio de 2020

Hermenéutica bíblica. Regla quinta

Quinta regla: Es necesario consultar los pasajes paralelos (Paralelos de palabras, paralelos de ideas y paralelos de enseñanzas generales).

Paralelos de palabras: En Gálatas 6: 17, Pablo afirma: “Traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”. ¿Qué eran esas marcas? Ni el conjunto de la frase, ni el contexto lo explica. Hay que buscar pasajes paralelos. En II Corintios 4:10, Pablo usa la expresión de llevar la muerte de Jesús en el cuerpo, hablando de la cruel persecución que continuamente padecía Cristo, lo que nos indica que esas marcas se relacionan con persecuciones. Pero más luz alcanzamos por II Corintios 11: 23, 25, donde afirma el Apóstol que fue azotado cinco veces (con disciplinas de cuero) y tres veces con varas; suplicios tan crueles que, si no dejaban muerta a la persona, causaban marcas en el cuerpo que duraban toda la vida. Consultando así los paralelos ase advierte que, las marcas que traía Pablo en el cuerpo no eran llagas o señales de la cruz milagrosa o artificialmente producidas, como pretenden algunos, sino marcas o señales de los suplicios padecidos por el Evangelio de Cristo.

Paralelos de ideas: En I Pedro 4:8 aparece: “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados”. Aquí se nos presenta el pecado perdonado bajo la figura de “pecado cubierto”. Consultando Proverbios 10:12, que cita Pedro en este lugar, comprendemos que el amor fraternal cubre pecados en el sentido de perdonar las ofensas de los hermanos, sepultándolas en el olvido, contrario al odio que despierta rencillas y aviva el pecado. No se trata, pues, de merecer el perdón de los pecados mediante obras de amor, lo que dio lugar a la venta de indulgencias.

Paralelos de enseñanzas generales. Para la aclaración y recta interpretación de determinados pasajes no son suficientes los paralelos de palabras e ideas; es preciso acudir al tenor general, o sea a las enseñanzas generales de las Escrituras. Ejemplo: al aparecer en las Escrituras: “Todas las cosas ha hecho Jehová por sí mismo, y aun al impío para el día malo” (Pr. 16:4), parecería sugerir que Dios ha creado al impío para condenarle, como algunos, de hecho, interpretan. Sin embargo, y según el tenor de las Escrituras, Jehová no quiere la muerte del impío, no quiere que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (II Pe. 3:9). Y, por tanto, el significado de la última parte del texto debe ser que el Creador de todas las cosas, en el día malo, sabrá valerse aún del impío para llevar a cabo sus adorables designios.


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(1) Eric A. Lund. HermenéuticaIntroducción bíblica. Sección 1. Miami: Editorial Vida.1989, pp. 60-75.


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