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lunes, 8 de mayo de 2023

Gracias, oficial; hace mucho tiempo que lo sé

En el protocolo del arresto, la policía tiene como norma hacer una advertencia; esta se formula en los siguientes términos: «Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que diga puede ser usado en su contra».

«Todo lo que digas, todo lo que escribas, todo lo que hagas, todo lo que publiques; todo..., en tu contra».

No es la fórmula del arresto; es la fórmula de la vida. No hay algo que digas o hagas que no usen contra ti. Desde la palabra más compasiva hasta el más excelso poema; desde la definición más certera hasta la más noble esquela; todo, absolutamente todo, lo usarán contra ti. El hombre más sabio que alguna vez existió escribió: «todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo» (Ec. 4: 4); y la razón central de que entregaran a Aquel que hizo la Obra mayor la discernió Pilato: «sabía que por envidia le habían entregado» (Mt. 27: 18). 

Salvo los tuyos, nadie se alegrará con tu alegría; persona alguna unirá fuerzas tras tus triunfos para empujar en la causa común de los que aman el cielo azul, el patio florecido y el bosque arbolado. Solo corazones muy limpios celebran desde sí el triunfo ajeno, y escasos como los montes son los que lo tienen. El común de la gente solo aplaudirá la miseria en la que disfrutan verte, en la que te animarán a estar para siempre. Todo lo demás les lastimará, y desde los más raigales odios lo usarán en tu contra. Es la vida.

Sé cauto a la hora de compartir victorias. Escoje bien a los que serán depositarios del gozo propio, porque al acecho estarán siempre, desde las sombras, los que buscarán usarlas contra ti.

Pon tus triunfos a resguardo de los corazones enfermos de los hombres; la gratitud tras cada victoria llévala al Señor. Es el único lugar seguro. Si no aprendiste a hacerlo ya, la vida en este momento estará siendo muy dura para ti.

El día que seas arrestado y escuches del agente la reglamentada advertencia: «Todo lo que diga puede ser usado en su contra», sonría, y con respetuosa paciencia responda: «Gracias, oficial, hace mucho tiempo que lo sé».

 



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