El Rev. Hugo Vidal Vidal nació el 21 de noviembre de 1935, en Tunas, actual Oriente cubano y rindió al Señor en la organización nacional de las Asambleas de Dios una impresionante hoja de servicios. Sus palabras autobiográficas son tan sentidas, exactas y completas, que el autor prefiere presentarlas al lector para que las estudie en su propia fuente. Haciéndose un esfuerzo de armonía cronológica en el contenido de las últimas tres entrevistas que le realizáramos mi esposa y yo, así nos relató su vida:
La hermana Hilda Reffke comenzó la obra en Las Tunas a principios del año 1951. Fundó la iglesia en Las Tunas cuando el norteamericano Richard Jeffrey dio una campaña de sanidad divina en el estadio municipal de Las Tunas. En ese tiempo yo estaba estudiando el tercer año de bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Víbora en La Habana. Al llegar a mi hogar en Tunas, en junio de 1951, encontré que el tío que me crió desde los diez años, Ernesto Vidal, y su esposa Esther, se habían convertido en la campaña de Jeffrey. Yo me convertí en los primeros días de agosto de 1951. Tenía 15 años [1]. Me bautizó el hermano Einar Peterson, el 3 de diciembre de 1951, en la Iglesia de Las Tunas [2].
Mi primera pastora fue la Misionera Hilda Reffke desde 1951 hasta 1953. A ella le siguió el hermano Kerry González, hasta 1962, luego el hermano Carlos Anderson hasta que obtuve las credenciales de ministro nacional en la convención de Infanta en 1968[3]. En 1952 y 1953 asistí al Instituto Bíblico Pentecostal de Manacas, en Las Villas. Durante esos años 1951-1953 predicaba en los campos blancos que la hermana Hilda Reffke fundó alrededor de Tunas, cuando el Instituto de Manacas estaba en receso o durante las clases de las muchachas[4]. No llegué a graduarme. Mis profesores en Manacas fueron Luisa Jeter de Walker, Floyd C. Woodworth, Waldo Nicodemus, un norteamericano de apellido Anderson y otros. Mis compañeros de estudio: Eulogio Rivero, José Ramón Álvarez, Humberto Martínez Rodríguez, Roque Guerra, Gelasio Guerra, Oscar Calvo, Francisco Quintero, Luis Guillén, José Brito, Josué Ortega, Alejandro Ortega, Manuel González Dotres y su esposa Eutimia, entre otros[5].
En noviembre de 1953 comencé mi carrera de ingeniero electricista en La Universidad de La Habana. Predicaba en casi todas las iglesias de La Habana y sus alrededores no solamente de las Asambleas [de Dios] sino también de otras denominaciones. Cuando en marzo de 1957 se cerró la Universidad por causa de la guerra, volví a Tunas donde seguí predicando en la Iglesia de Tunas y en los campos alrededor. En 1958 volví a La Habana y predicaba en el Templo de Infanta y Santa Marta, en la Misión China, en El Cotorro, en fin, en casi todas las iglesias de Occidente, incluyendo Pinar del Río[6].
El 24 de abril de 1963 me gradué de ingeniero electricista en la Universidad de La Habana. En agosto de 1963 comencé a trabajar como ingeniero electricista en el departamento eléctrico de la fábrica de níquel de Nicaro, Oriente. Después pasé a ser jefe de la planta eléctrica. Cuando solicité salida legal del país el 3 de octubre de 1968 comenzó la época de mi vida en que desarrollé el ministerio que el Señor me había encomendado. Transcurrirían casi casi 20 años hasta que realmente saliera del país, rumbo a Quito, Ecuador, el 4 de mayo de 1988 [7].
Comencé a pastorear la iglesia de El Níspero desde el 20 de diciembre de 1973 hasta el 31 de marzo de 1978. El 30 de junio de 1979 fui elegido secretario nacional de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios), labor que desempeñé en Cuba durante siete años y medio, hasta que salí rumbo a Ecuador. El 30 de mayo de 1980 pasé a pastorear la Iglesia de Infanta y Santa Marta, en La Habana. Allí fundé un Instituto Bíblico donde preparé pastores; algunos están ministrando hoy en Cuba, otros en Estados Unidos o en otros países. Algunos de mis alumnos se graduaron en EDISUB [8], la continuación del Instituto de Infanta, que hasta hoy continúa preparando obreros [9].
En 1991 obtuve el título de Licenciado en Literatura Bíblica en Guayaquil, Ecuador, en el Seminario Bíblico de las Asambleas de Dios (SEBAD) en Guayaquil [10]. En agosto de 1994 comencé una iglesia en Miami que tuve hasta 2010, cuando comencé el ministerio que ahora tengo como conferencista internacional [11]. He estado dando predicaciones y estudios de profecías en Hamburgo, Alemania, en varias ciudades de Brasil, Argentina, Ecuador, Venezuela, Panamá y otros lugares. Tengo invitaciones para España. También para volver a los países que he visitado y otros más. Todo para la gloria es del Señor [12].
Mientras pastoreaba la iglesia en Miami trabajaba como profesor de matemática en el High School y en el Miami Dade College [13]. El 26 de enero de 2009, a los 73 años, me gradué de Master of Science in Mathematics and Education en la Universidad NOVA, en Fort Lauderdale, Florida [14].
Muy amados Octavio y Elizabeth: ustedes son para mí dos miembros de ese inmenso grupo de hijos que tengo en varios países. Cuando salimos de Ecuador estaba la congregación de la Iglesia que yo pastoreaba llorando allí, en el aeropuerto de Guayaquil. Son tantas las experiencias en el Señor en cincuenta y ocho años de vida cristiana y cuarenta y uno de ministerio, que se acumulan como recuerdos gratos de tiempos pasados [15].
Me siento muy gozoso de haber sido parte como pastor en la formación de ustedes dos. Toda la gloria para el Señor: «Me esfuerzo hasta lo último por llegar a la meta y recibir el premio que Dios nos llama a recibir en el cielo en virtud de lo que Jesucristo hizo por nosotros» (Fi. 3:14) (versión La Biblia Al Día) [16].
Se despide por el momento con amor profundo: Hugo (esclavo de Jesucristo) [17].
Recordaré siempre al Rev. Hugo Vidal como al más grande erudito bíblico que haya conocido dentro y fuera de la organización. Me deslumbró siempre, y luché por proyectar en mí, su imagen ministerial, sin lograrlo ni en sombras. Viví con sano orgullo la noche del domingo 16 de noviembre de 1986, en el Templo de Infanta y Santa Marta, en que descendí a las aguas bautismales como parte del último grupo que Hugo Vidal bautizó en Cuba. Lo integraban ocho hermanos y siete hermanas. Recuerdo entre ellos a Lucio Martínez, Narciso Castro y Miriam Revilla.
Sus miembros le amaron y hablaron con orgullo de su influencia. Daniel Menéndez, importante líder del Templo de Infanta y Santa Marta no pudo ser más elocuente en la descripción del significado que tuvo para él la persona de Hugo Vidal que cuando dijo a su partida: «Él fue el padre que nunca tuve» [18].
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Daniel Menéndez |
Mireya González Núñez contó: «Hugo Vidal era profesor de inglés e ingeniero eléctrico. Íbamos con él en el auto de la secretaría nacional a ver a Tito [19] cuando estaba preso. Fuimos juntos también a despedir a Tito en 1981, cuando se fue para Canadá. Hay una fotografía por ahí en que aparecemos Hugo, Eliana, Germán Romero [20] y yo. Eliana Báez era una gran amiga para mí» [21].
La Dra. Yolanda Báez de García relata: «Tenía una memoria prodigiosa. Se sabía de memoria las calles de La Habana y los números de teléfonos de todos sus miembros». Alexis García Romero, esposo de la Dra. Báez, relata:
Hugo Vidal era el «cerebro de la Obra» en aquellos tiempos. Yolanda y yo tuvimos una revelación, y le dijimos un día: «Pastor, soñé que usted predicaba en el Salmo 73, y Dios le usó inmensamente». Ese domingo así lo hizo y Dios le usó como nunca. Fe muy impresionante. Al terminar se acercó a nosotros y nos dijo: «Hasta el momento que me contaron aquel sueño no supe de qué predicaría». Y Hugo Vidal no era de improvisar. Él preparaba cuidadosamente sus mensajes [22].
Moisés Legrá Matos, evalúa la vida del Rev. Hugo Vidal, cuando dice:
Era muy humilde. Soportó pruebas personales muy grandes. Le recuerdo exigente, inteligente, responsable, entregado. Atendía [la iglesia de] Infanta, la secretaría general y a nosotros. La escuela ministerial que fundó fue una gran bendición (...).
Mis recuerdos de esos días son los de estar en el Templo de Infanta, tarde ya en la noche, y ver que a la 1:00 a. m. lo llamaban por teléfono miembros de la Iglesia, y a esa hora él salía con Eliana. Permanecía noches enteras de vigilia. Estaba en el culto de capilla de la escuela ministerial de rodillas la hora entera. A veces, por casualidad, subíamos de madrugada al Templo, y lo encontrábamos de rodillas allí. Tales cosas fueron más importantes para nosotros que todo lo que pudimos aprender estudiando.
Hugo Vidal fue invitado por Alipio Pedraza a impartir estudios sobre Apocalipsis, en Baracoa, cuando terminó su pastorado en el Templo de Infanta y Santa Marta. Me llevó la grabadora pequeña monofónica que usábamos en las clases con él, en el seminario del sótano de Infanta. Se puso muy contento al verme pastoreando. Fue un día conmigo allá a Majayara, en 1987 [23].
El teólogo evangélico cubano Luis O. Guerra Gutiérrez, amigo personal del autor, cuenta una interesante anécdota:
Siempre tuve mucha curiosidad y deseos de comprender las diferentes denominaciones cubanas. En 1985 vi al pastor Hugo Vidal en el Templo de Infanta y Santa Marta y aproveché su cercanía para preguntarle acerca de la posición teológico-social de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios). «Las Asambleas de Dios —le pregunté— ¿son de derecha o de izquierda?». Recuerdo que me dio una respuesta muy sabia, que nunca he olvidado; me dijo: «Si somos de izquierda no podemos ganar a los de derecha; si somos de derecha no podemos ganar a los de izquierda. Cristo dijo: «Mi reino no es de este mundo» (Jn. 18: 36ª). Hasta hoy lo he recordado» [24].
Suelen andar por caminos disociados la erudición teológica y la ministración de poder. En Hugo Vidal ambas estaban orgánicamente fundidas. Mi simpático hermano José Aceas, cinta negra en judo, miembro por muchos años de la congregación de Infanta y Santa Marta, donde desarrolló mucho el ministerio de la alabanza como solista, interpretando con belleza los temas de D. Berrios, recuerda impresionado:
Estaba Hugo Vidal predicando, a principios de la década de 1980, caminando por el pasillo, como era su costumbre, y entonces, nadie sabe cómo, entró por la puerta un loco con un cuchillo, blandiéndolo en el aire y corriendo para arriba de él. Nadie tuvo tiempo de reaccionar. Todo fue increíblemente rápido. Hugo Vidal adelantó un pasó, levantó la mano y le gritó: «¡En el nombre de Jesús…!». Aquel loco se detuvo súbitamente y cayó al suelo sin conocimiento, derribado por el poder de Dios. Para mí esa fue una experiencia muy grande... [25].
La Revda. Dra. Elízabeth de la Cruz de Ríos, esposa del autor, Secretaria Nacional de los Ministerios Femeniles por muchos años, vivió todo el ministerio del pastor Hugo Vidal en el Templo de Infanta y Santa Marta. Acerca de aquellos días contó:
Llegué a la Habana en las vacaciones de 1980, buscando una iglesia de las Asambleas de Dios. Fui recibida con gran amor por los pastores Eliana Báez y Hugo Vidal en el Templo de Infanta y Santa Marta. Estaba un poco asustada por lo que me habían dicho que era «la capital». Fui buscando un encuentro con Dios, y lo encontré, ¡y de qué manera! Habiendo nacido en los caminos del Señor no tenía una relación con el Espíritu Santo. Iba a la Iglesia, cumplía «las normas» y por eso era juzgada como buena o mala.
Mis primeras experiencias con el Espíritu Santo, las tuve en la Iglesia de Infanta bajo el ministerio de los pastores Vidal. Allí supe lo que era sentir a Dios, llorar en su presencia. Ellos tenían tiempos de búsqueda gloriosos, mayormente con la juventud. Allí supe por primera vez lo que es interceder en el Espíritu, vivir en lo que muchos llaman «el primer amor» en Cristo. Aquello marcó mi vida e hizo la diferencia para siempre, hasta el punto de que cuando regresé a Baracoa no me reconocían, y el Rev. Alipio Pedraza quiso que yo contara a los jóvenes de Baracoa estas experiencias con el Señor.
Siempre vi en Hugo y Eliana un ejemplo de búsqueda del Espíritu; sus mensajes eran llenos de poder y conocimiento teológico y secular. Él hablaba con profundo discernimiento, oraba por los enfermos, ministraba a la congregación, hacía llamados a arrepentimiento, cada domingo, y yo veía a la gente convertirse; un día vi una familia entera venir a los pies de Jesús, era la familia Matos, la de Claribel, Daysi, Roberto y demás.
Sabía de memoria la dirección de cada miembro con su teléfono. Visitaba nuestro hogar. Lo sentimos toda la familia como un verdadero padre, un consejero, un ayudador y un guía.
A mi querida pastora Eliana, siempre la recuerdo con su sonrisa, muy trabajadora, abnegada y entregada; nadie se iba de su hogar sin almorzar. Sufría hasta desgastarse ante cualquier situación de la membresía, especialmente de los jóvenes y líderes. La vi amando a todos a cambio de nada, aún a aquellos que sabíamos eran sus enemigos; eso me impresionó siempre de ellos, de los dos.
Eran brillantes expositores de la Palabra, con una inteligencia social extraordinaria en el trato con los no simpatizantes del evangelio; rectos y veraces en el proceder, fieles a la doctrina, buscadores incansables del Espíritu Santo, prudentes, y llenos de conocimiento teológico y secular en extremo.
En Cuba no han existido otros como Hugo Vidal y Eliana Báez, con una integridad total de ministerio, intelectualidad y llenura del Espíritu Santo [26].
Pocos días antes de su partida de Cuba el Rev. Orson Vila contó al autor: «Estaba acostado, desperté, y Dios me habló. Me dijo: “El ministerio de Hugo Vidal acaba de terminar en Cuba”. Así se lo conté a Noemí”» [27].
A pocas semanas de terminar su ministerio en el Templo de Infanta y Santa Marta, en febrero de 1987, el autor pidió ayuda al Rev. Hugo Vidal acerca de una endemoniada que estaba siendo atendida por él en el área de salud. Vivía en la calle Tulipán, esquina Ayestarán, en el municipio Plaza, de la Ciudad de La Habana. El pastor accedió a ir. Nos indicó que pasáramos tres días en ayuno, y leyendo pasajes bíblicos de los evangelios. Fuimos en su auto; nos acompañaron Luis Guerra Gutiérrez, Daniel Menéndez y un hermano llamado Alejandro, todos en ayuno. Al entrar a aquel apartamento las luces de la sala parpadearon, el gato de la casa chilló aterrado; hubo una extraña reacción espiritual. Nos sentamos todos. El pastor Hugo Vidal habló unos cinco o diez minutos en torno a la soberanía de Dios; luego oró. La presencia de Dios fue tan real, el ambiente de paz fue tan completo que, a decir verdad, parecía como si en vez de estar en la casa de una endemoniada hubiésemos estado ese instante en un templo. Así de real fue la gloria de Dios. Al salir de aquel lugar Hugo Vidal nos dijo: «Sentí al Señor». Fue una liberación espiritual con una total paz.
Quedan de Hugo Vidal sabias recomendaciones para sus alumnos: «Hermenéutica, ante todo estudien hermenéutica y olvídense de lo demás». A los que tildaron de débiles a los cristianos les dijo: «…si para algo hace falta ser un carácter es para ser cristiano». A los que titubeaban en la búsqueda del Espíritu Santo, les sentenció: «…cuando usted recibe el bautismo por el Espíritu Santo usted predica con convicción». A los que dudaron de la efectividad de la predicación les aseguró: «Un día se sabrá para qué sirvió todo lo que se predicó».
Escucharía con paciencia pastoral las primeras grabaciones que el autor hiciera cuando incursionaba en los temerarios capítulos de la apologética. Nos dejaría certeras observaciones.
A principios de abril de 1988, mientras estaba cumpliendo el primer año de la residencia de medicina interna en el policlínico Van Troi, de la capital habanera, no lejos de la Iglesia de Infanta y Santa Marta, vino a verme al consultorio. Para sus trámites migratorios necesitaba un chequeo médico, él con toda su familia. En aquel tiempo era posible hacerlo en cualquier institución de salud. Me ocupé de todo. Sería la última vez que le vería personalmente en Cuba. El 26 de abril de 1988, me llamó por teléfono para despedirse. Con tristeza le escuché decir, refiriéndose al Templo: «Esto es de ustedes, Octavio…». El 4 de mayo, abandonó definitivamente el país, rumbo a Quito, Ecuador. Nunca más se le ha visto regresar. En mi más importante publicación, Gratitud, escribí veinte años después:
Lo conocí orando. Corría el frío invierno de diciembre de 1985. Entré con mi amigo Luis Guerra Gutiérrez al templo madre de las Asambleas de Dios en Cuba, en La Habana, en Infanta y Santa Marta, y él me señaló hacia un hermano que estaba arrodillado en uno de los largos bancos del templo. Me dijo: «Ese es el pastor». La escena no me era clara, así es que le pregunté en voz baja: «¿Qué está haciendo?». «Está orando», me contestó mi amigo. Fue así como conocí al pastor Hugo Vidal, orando [28].
Sentimos hondamente su partida hoy, 16 de mayo de 2023. Mientras tenga lugar el reencuentro eterno, le recordaremos como una de las influencias más poderosas del Evangelio pentecostal cubano en los años más difíciles de su historia.
Todos los que estuvimos bajo su cayado demos unidos acción de gracias por cada mensaje que predicó, cada minuto de gloria que en su ministerio vivimos. En medio del dolor humano de la despedida, gocémonos de pensar que ya luce en su frente la esplendente corona de vida con la que soñó; esa que está reservada para «todos los que aman su venida» (II Ti. 4: 8) (Stgo. 1: 12).
Reciba el Señor toda la gloria, la honra, la alabanza y nuestra más sentida gratitud por la vida de quien fuera el ilustre Secretario Nacional, el egregio maestro, el hombre de oración y Palabra; mi Pastor, el Rev. Hugo Vidal.
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Rev. Hugo Vidal Vidal
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