Una sola referencia

A ese que no cree en Dios la Biblia no le llama ateo. No se refiere a él como un «desventurado de inteligencia limitada»; mucho menos le reconoce como «filósofo ilustrado que eligió los caminos de la creación espontánea». La Biblia le llama «necio»: «Dice el necio en su corazón: No hay Dios» (Sal. 14: 1; 53: 1).

A ese que cree en Dios la Biblia no le llama «místico iluminado», «visionario incomparable» o «egregio estudioso de los astros». La Biblia le llama «sabio»: «El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo» (Sal. 19: 7b).

Mire en derredor: reyes, presidentes, líderes sociales, gerentes, patrones, amigos, vecinos… No importan sus funciones, ellos ocupan posición en uno de los dos grupos. Ya puede saber cuál. Para lograrlo necesitó una sola referencia: Dios.