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viernes, 23 de diciembre de 2022

Aunque nada cambie, si yo cambio todo cambia

«Aunque nada cambie, si yo cambio todo cambia». Son palabras del escritor francés Marcel Proust, el poeta del tiempo...

En Cristo, nada describe mejor la experiencia del nuevo nacimiento: cambian los colores, sonidos, olores; cambia la gente y el mundo; cambian la vida y la muerte… Todo cambia.

Espantada por el calentamiento global, Greta Thunberg quiere cambiar el mundo, y el mundo no se puede cambiar. Ella debe cambiar, y cuando ella cambie el mundo cambiará.

El error de los humanistas, revolucionarios de izquierda o de derecha, líderes sociales en general, es pretender cambiar el mundo de afuera sin cambiar el mundo de adentro. Tras los «cambios», fuimos igual de miserables. Nada cambió.

Todos creen que nada pasó y el mundo sigue igual. Todos lo creen, excepto Aimee Sample McPherson. La mañana en que conoció a Jesús, ella dijo, desde los estratos más profundos de su alma: «¡El mundo entero se partió en dos!». Nadie vio cambios, pero el mundo cambió cuando ella cambió.

Todos esperan un avivamiento, y no hay indicación bíblica de que así será. Vienen tiempos peores. No espere un presunto despertar de la Iglesia. No ocurrirá: «…cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?» (Lc. 18: 8b). Arda en el Espíritu hoy. Enciéndase en fuego. Cambie y todo cambiará, aun el mundo.

No espere por cambios que nunca ocurrirán. Cambie y todo cambiará.



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