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domingo, 25 de diciembre de 2022

Haga como María: guarde las cosas en su corazón

Los pastores que estaban en las afueras de Belén vieron de pronto al ángel, y escucharon el anuncio del nacimiento de «un Salvador, que es Cristo el Señor» (Lc. 2: 11b). A ellos se les apareció, en una irrupción de luz, una gran coral angelical. Cuando esta subió al cielo vinieron corriendo a Belén «…y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían» (Lc. 2: 16-18). Entonces se lee en la Escritura, ponga atención: «Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc. 2: 19). Ese detalle es significativo. La joven no corrió donde Herodes a contar su experiencia; mucho menos fue donde los líderes judíos. La revelación que el ángel Gabriel le dio acerca de la concepción sobrenatural y el siguiente nacimiento de Jesús, el sueño de José, la experiencia del salto de Juan el Bautista dentro del vientre de su prima Elizabeth, el testimonio de los pastores y los ángeles, todas aquellas fueron verdades y tratos que nadie estaba en condiciones de recibir. Eran revelaciones de Dios para ella.

Andando la vida cuántas visiones y planes de Dios se nos estropean por andar contándoselos a este, que es más traidor que Demas, y al otro que es más calculador que Judas. Mucho debemos aprender de María. Ella no solo es un ejemplo de sencillez y obediencia, sino además de sabiduría y prudencia.

A menos que el Espíritu le diga claramente que comunique un sentir y a quien debe hacerlo, oiga este consejo: cuando Dios le revele algo haga como María: guarde las cosas en su corazón.



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