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lunes, 11 de abril de 2022

Un gran consejo

Uno de los consejos más grandes que se le puede dar a alguien es aquel que se encuentra en las palabras del Salmo 37: 7a: "Guarda silencio ante Jehová, y espera en él". Para todos llega a ser motivo de ira ver prosperar a tantos energúmenos, lerdos, malandrines, facinerosos y sicofantes; tanto más si todo eso se combina en un solo mamífero. Suele pasar. A la verdad, es una experiencia de tronante desesperación. En tales minutos se dicen muchas cosas incorrectas. A ese gran consejo siguen, en el versículo, razones relacionadas con ese esfuerzo: "No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades". El asunto es que los tales llevan a alteraciones serias. Con poco dominio propio un cristiano de años se encontrará diciendo cosas de las que luego tendrá que arrepentirse. Dígame que no le ha pasado.
Razonar sobriamente bajo tales presiones es muy difícil. Los idiotas hacen idioteces. Cuando son humildes pueden ser tolerados, pero cuando estos especímenes se sienten grandes y ocupan tronos, por muy desarrollado que sea el dominio propio de los que lo contemplan, aquellas cosas que hacen llegan a doblar al más aguantón. Si razonar es difícil, amarlos requerirá el concurso de un arcángel...
No hay dudas, la única solución la da el Salmo 37: 7a: "Guarda silencio ante Jehová". No hable nada. Espere. ¡Cállese! Recuerde que los idiotas no solo tienen la capacidad de decir idioteces, también tienen la extraña cualidad de hacer hablar como idiotas a los que no lo son. 
Con relación a esto la vida de una persona de valía estará llena de silencios. Los tales no son insuficiencias argumentales, son los salvadores silencios del Salmo 37.


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