María de Betania

Nadie me lo enseñó. Temprano lo advertí. Es muy notable: las tres veces que María de Betania aparece en la Biblia está a los pies de Jesús.

 

I. María está a los pies de Jesús en la preparación.

 

Nadie aprovechó mejor que ella aquellas jornadas en que Jesús llegó. Fueron sus momentos de preparación. A los pies del Maestro nació y creció su vida espiritual: “Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra (Lc. 10: 38, 39). 

 

II. María está a los pies de Jesús en el dolor.

 

La conmoción en la historia bíblica de esta familia encuentra su punto más alto con la muerte de Lázaro. El relato de Juan 11 representa una de las escenas más sobrecogedoras de toda la Biblia. María vive minutos de inmenso dolor.

 

Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano (Jn. 11: 31, 32). 

 

III. María está a los pies de Jesús en la gratitud.

 

Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume (Jn. 12: 1-3). 

 

Conclusión

 

No la busque en otro lugar. No la hallará. Tiene un solo sitio donde estar. Si quiere encontrarla búsquela allí. Está a los pies de Jesús.

Nos dejó un ejemplo incomparable: es la única persona en toda la Biblia que, en cada escena donde puede identificarse, está a los pies de Jesús.

 

Cristo viene pronto; te encuentre donde encontró siempre a María de Betania, aquella lejana mujer que quebrantó su corazón, y le movió a un santo silencio ante de la tumba de Lázaro, mientras estuvo a sus pies.