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lunes, 30 de noviembre de 2020

Ese mar de contradicciones que somos los humanos

Alberto Einstein fue un científico muy comprometido con la paz mundial y el orden social. Tanto lo fue que se granjeó la enemistad del FBI, en la persona directa de su fundador, John Edgar Hoover. Este sentía que aquel judío-alemán se estaba inmiscuyendo demasiado en asuntos sociales que iban más allá de la física teórica y perturbaban las decisiones del gobierno. A decir verdad, los criterios que emitía y hacía circular tenían una notable influencia y le colocaban en el centro mismo de los crecidos disturbios sociales en la posguerra. Einstein vivía rodeado de gente, y se movía en una atmósfera perenne de ardientes debates. Por eso es tan curioso que el célebre físico haya escrito:

 

Mi apasionado interés por la justicia social y la responsabilidad social ha estado siempre en curioso contraste con una marcada falta del deseo de asociación directa con hombres y mujeres (…). Soy caballo para un solo recado, no estoy hecho para el tándem ni el trabajo en equipo. Nunca he pertenecido de todo corazón a un país o un Estado, a mi círculo de amigos, o siquiera a mi propia familia. Estos vínculos siempre han estado acompañados de un vago apartamiento, y el deseo de encerrarme dentro de mí mismo aumenta con los años (…). Ese aislamiento resulta a veces amargo, pero no lamento estar separado de la comprensión y la simpatía de los otros hombres. Sin duda que pierdo algo por ello, pero me compensa de ello el hecho de volverme independiente de las costumbres, las opiniones y los prejuicios de los demás, y no siento la tentación de afirmar la paz de mi espíritu sobre bases tan cambiantes (1).

 

No cabe dudas, los humanos somos un mar de contradicciones.


 

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(1) Albert Einstein. El mundo tal como lo veo. Título original: Mein Weltbild. Traducción: Sara Gallardo y Marianne Bübeck, 1980. Editor digital: Titivillus. ePub base r1.2 Puede leerse una mejor versión en el Prólogo de L. Infeld para Este es mi pueblo, p. 8. http://190.186.233.212/filebiblioteca/Ciencias%20Naturales%20y%20Fisicas/Albert%20Einstein%20-%20Este%20Es%20Mi%20Pueblo.pdf



domingo, 29 de noviembre de 2020

Hinei Ma Tov

Hace algunas semanas veía la película “Rescate en Entebbe”, en inglés “Raid on Entebbe(https://youtu.be/dZkC-khHJxg). El conocido largometraje de 1977, es todo un clásico del cine. Fue dirigido por Irvin Kershner, y producida por Edgar J. Scherick. Contó con la actuación de Peter Finch, Horst Buchholz, Charles Bronson, Yaphet Kotto y James Woods, entre otros. El filme es una reconstrucción histórica del más impresionante rescate de rehenes que protagonizara un comando israelí. Tuvo lugar el 4 de julio de 1976, en el contexto del secuestro del vuelo 139 del Air France, con 248 pasajeros a bordo. Este cubría la ruta de Tel Aviv a París. Tras una escala en Atenas, los terroristas desviaron el avión rumbo a Entebbe, Uganda, donde se proponían negociar desde posiciones de fuerza, bajo la permisión del presidente Idi Amin y con la amenaza explícita de asesinar a los rehenes (1).

El filme recrea con gran dramatismo las vicisitudes del rescate. Por alguna razón me llamó la atención el himno que cantaban los soldados del comando israelí durante el vuelo a Uganda. Es el tema musical que cierra triunfalmente la película. Como no hay nada más motivador para la investigación que la ignorancia, empecé a buscar. El problema del asunto es que aparecen cantando en hebreo. No fue sencillo. Finalmente, después de algún tiempo, descifrando las primeras palabras, lo pude encontrar. Es el Hinei Ma Tov hebreo. Son las palabras del Salmo 133, versículo 1: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”. Bellísimo.

Puede escuchar en YouTube ese hermoso tema, en voz de dúo Esperanza (2). Para mi forma de ver es una de las mejores interpretaciones del Hinei Ma Tov. Aparece en español y en hebreo. Disfrútela. Yo lo hice. Dios le bendiga al hacerlo.

 

 

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(1) Rescate en Entebbe. https://youtu.be/dZkC-khHJxg Subido a YouTube: 21 de septiembre de 2018. Accedido: 29 de noviembre de 2020, 8:00 AM.

(2) Hinei Ma Tov. Cantado en español y hebreo. https://youtu.be/dY6Bw_fv7QY Subido a YouTube: 20 de julio de 2010. Accedido: 29 de noviembre de 2020, 8:30 AM.




sábado, 28 de noviembre de 2020

Madre

En 1978, Manuel Alejandro, apoyado por su esposa, Ana Magdalena, compuso, dirigió y orquestó Algo se me fue contigo. Era un tema musical dedicado a una madre. Fue incluido en un álbum, e incorporado al sello discográfico RCA Records, en 1979.

Por disposición del afamado autor, la cantante española Rocío Jurado sería su intérprete. Así fue, pero sucedió que, en 1980, en las primeras presentaciones, la incomparable mezzosoprano, mientras cantaba, tuvo una inesperada experiencia de quebranto público. Creyó poder superarlo en las actuaciones siguientes, pero no le fue posible; se desdoblaba en un incontenible mar de lágrimas que detenía por completo la actuación. Tuvo, finalmente, que retirarla del repertorio en aquellos días, y posponer para otros tiempos su interpretación (1) (2).

Tal vez, cuando lea la letra, y la escuche, la comprenda. Tal vez...

 

MADRE   https://youtu.be/a14I5wgE9WI 


Algo se me fue contigo, madre,

algo se me fue prendido, madre,

en las alas de tu alma, madre,

o en tu último suspiro, madre,

esa eterna madrugada, madre,

algo se me fue contigo, madre.

 

Algo se me fue contigo, madre,

algo siento que me falta, madre,

las raíces de mi vida, madre,

en tu vientre se quedaron, madre,

en la tierra que tú abonas, madre,

algo mío te acompaña, madre.

 

Algo se me fue contigo, madre,

las raíces de mi vida y de mi sangre.

Madre.


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(1) La más grande. Rocío Jurado. 4 con Manuel Alejandro.

https://rociojuradolamasgrande.es.tl/4-.--CON-MANUEL-ALEJANDRO.htm Accedido: 24 de octubre de 2020, 8: 45 AM.

(2) TheMorirdeAmores2. “Algo se me fue contigo, madre”. https://youtu.be/a14I5wgE9WI Accedido: 26 de octubre de 2020, 12: 45 PM.



viernes, 27 de noviembre de 2020

A treinta años de aquel examen...

Hoy, 27 de noviembre de 2020, se cumplen treinta años de aquel dramático día en que me examiné como Especialista en Medicina Interna. Me acompañaron, en aquellos épicos momentos, y se examinaron conmigo, mis amigos, los Dres. Eduardo Rodríguez de la Vega Espinosa y Julio Blanco Trujillo. El presidente del tribunal fue el venerable Prof. Dr. Neftalí Taquechel; le asistió como secretario el Prof. Dr. Rodolfo González Mastrapa. Completaron la mesa, como vocales, los conocidos Prof. Dres. Máximo Roiz Balaguer y Néstor Rodríguez Hernández. La sede estuvo en el recién inaugurado Hospital Docente Clínico Quirúrgico “Julio Trigo”, de Arroyo Naranjo, La Habana, donde también rotamos la semana entera, bajo la hermética supervisión del Prof. Dr. Rafael Sardiñas, cumpliendo los más inacabables exámenes prácticos.

Más que memorias docentes, me queda el rico anecdotario de los tiempos de oración que cumplió mi esposa en mi favor. Se levantaba todos los días a las cinco de la mañana, y cubría las horas en que me iba allá, a aquel intimidante tiempo en que debía demostrar capacidades y experiencias, frente a aquel riguroso grupo de experimentados profesores que no cederían un ápice en el terreno de las exigencias.

El 27 de noviembre de 1990, a las 2:00 p. m., defendí la tesis. A las 3:00 p. m., todo había terminado. Alcancé un honroso 99. La tesis llamó la atención, y recibió inesperadas expresiones de elogio. Fue, en mucho, fruto del esfuerzo de mi inolvidable amigo, Manuel Badell. Mi único medio de impresión, para entonces, era una máquina de escribir, muy vieja ya, que aún conservo en La Habana, porque en ella hice la primera carta de amor a mi esposa. Era difícil que me aceptaran la tesis escrita en este humilde medio, tan gastado a fuerza de servir, así es que me fui a ver a mi amigo Badell. Él era programador de computadoras; significaba aquel trabajo un sacrificio de tiempo muy penoso para él. Me llamó a casa, se quedó en su trabajo, en Nuevo Vedado, y me esperó a las 4:00 p. m. Estuvo transcribiendo mi tesis, a mi lado, pacientemente, arduamente, hasta las doce de la noche. Yo estaba muy apenado cuando terminamos. Él tenía que trabajar al otro día. Ante mi expresión, en que se condensaban, visiblemente, la pena y la gratitud, me contestó con esa ancha sonrisa que recordaré siempre: “Ve y haz tú lo mismo” (Lu. 10:37). Desde entonces cada vez que hago algo grande por alguien, e intenta la persona, agradecida, gratificarme, me acuerdo de mi hermano Badell, de su ancha sonrisa, de su expresión de gozo inefable y de paz, y le repito entonces las mismas palabras que esa noche recibí de él, y que me ministraron más que diez sermones: “Ve y haz tú lo mismo”.

Para mis amigos, los Dres. Eduardo y Julio, la experiencia espiritual de aquellos días fue determinante en los derroteros definitivos de la fe. Eran ateos. El día del examen, mientras esperábamos el bus, sentados en un muro, una inmensa paloma blanca descansó reposada a nuestras espaldas. Julio me dijo muy conmovido: “¡Mira! ¡Qué linda!”. Mi esposa oraba y ellos lo sabían. En algún momento, tras aquellos días, los dos vinieron a la fe…

Te regalo el examen que, en la gracia de Dios, cumplí.

 

1. Fisiopatología del estado de mal asmático.

2. Formas clínicas del cáncer de pulmón.

3. Choque cardiogénico. Diagnóstico y tratamiento.

4. Cuadro clínico de la insuficiencia aórtica.

5. Diagnóstico del lupus eritematoso sistémico.

6. Fiebre tifoidea. Diagnóstico y tratamiento.

7. Tratamiento de la úlcera péptica.

8. Conducta ante un paro cardiorrespiratorio.

9. Diagnóstico etiológico de la insuficiencia renal crónica.

10. Causas de esplenomegalia.

11. Enfermedad de Graves Basedow. Diagnóstico y tratamiento.

12. Diagnóstico de la epilepsia.

 

Ejercí Medicina Interna, y posteriormente Cuidados Intensivos del Adulto, en la Unidad de Cuidados Intermedios del Hospital Docente Clínico Quirúrgico “General Calixto García”, de La Habana, entre diciembre de 1990 y febrero de 1997, en que el Señor me llamó al ministerio. Fueron esos los años más difíciles de toda la historia de Cuba en la segunda mitad del siglo XX. Salvé miles de vidas muriéndome de hambre... Nadie me reproche nunca no haber servido a mi pueblo.

 

A Dios sea la gloria de aquel memorable día que recuerdo hoy, y de todo el camino recorrido desde entonces.




jueves, 26 de noviembre de 2020

Qué hacer en el difícil mundo de la comunicación

“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Stg. 1: 5). 

Pídale a Dios todos los días sabiduría para entenderse con la gente, porque no hay cosa más difícil en este mundo. La comunicación humana es mucho más que palabras, está llena de códigos inferidos y sobreentendidos; hay una lectura extraverbal de las pausas, miradas y sonrisas, y las mentes retorcidas tienen interpretaciones muy tortuosas para los gestos casuales, las distracciones, los tonos de voz, los largos silencios…

Cuántos conflictos nacen de esas malas lecturas. Dios nos dé sabiduría en el difícil mundo de la interacción humana.




miércoles, 25 de noviembre de 2020

El dinero es su propia ideología

El dinero es su propia ideología. No sé si ya alguien lo dijo así, pero, sin dudas, por otros caminos pensadores y poetas ya lo advirtieron: “…poderoso caballero es don Dinero”; así rimaba Francisco de Quevedo. “Tanto tienes, tanto vales”, versa la sabiduría popular. No hay dudas acerca de que el grueso de la cuenta bancaria atenúa las faltas cometidas y, si las contribuciones son grandes, estas desaparecen.

Los mayores valores han sido festinadamente tasados. El profeta Zacarías fue por su sustento, y les dijo a los que administraban: “Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata. Y me dijo Jehová: ‘Échalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado!’ Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al tesoro” (Zc. 11: 12, 13). Los ideólogos del dinero se creyeron en el derecho de tasar el valor de la profecía.

Judas Iscariote discutió con los principales sacerdotes acerca del precio de Jesús: “¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata” (Mt. 26: 15). Los ideólogos del dinero se creyeron en el derecho de tasar el valor de Aquel que es el espíritu de la profecía (Ap. 19: 10).

Mientras los cristianos creemos librar una lucha desesperada por la paz en Tierra Santa, en Jerusalén los árabes venden kipás judías y los judíos venden túnicas árabes. El dinero les pone de acuerdo.

Faltó poco para que Benjamín Netanyahu se enredara a trompadas con Barak Obama, el anterior presidente norteamericano. Donald Trump arriesgó su propia vida defendiendo y respaldando a Israel. No han terminado las elecciones de Estados Unidos, nadie puede asegurar lo que se decidirá en la Corte Suprema y el Congreso, y ya Netanyahu felicitó al candidato, Joe Biden, otrora vicepresidente de aquel Obama...

El dinero, el dinero, siempre el dinero. Dios mío…; a veces no sé qué pensar.




martes, 24 de noviembre de 2020

Yogi Berra

Los que nacimos en la llamada “década prodigiosa” de 1960, tuvimos la infancia adornada, entre otras cosas, con los muñequitos del oso Yogi. Muchos no saben que la inspiración de esta importante creación para niños, fue el pelotero norteamericano Yogi Berra (1925-2015). Este lucía en su camisa deportiva el número 8 de los Yanquis, y brilló con ella en las Grandes Ligas. Su nombre se esculpió en el Salón de la Fama. No solo era querido como deportista, más que eso, su carácter natural y siempre desenfadado, le granjeó la simpatía de su generación. Nunca se olvidará su encuentro con el papa Juan XXIII en el Vaticano, cuando al verlo le dijo: “Hola, Papa”, a lo que el Sumo Pontífice contestó: “Hola, Yogi”.

Para sus aficionados nada era más entretenido que oír aquellas ocurrentes frases con las que hizo historia; eran tantas que llegó a compilarlas en El libro de Yogi. Acerca de eso decía: “No sé por qué digo esas cosas, pero la gente me entiende”. Esta tarde pasaba un buen rato leyéndolas; algunas son puras tautologías, que frisan los límites del cantinfleo, como: “Esto no se acaba hasta que se acaba”; otras son redundancias, como: “Cometimos muchos errores malos”; podía también degustar a propósito erratas históricas, como: “Hasta Napoleón tuvo su Watergate”; o decir, con toda intención, relacionado con los entrenamientos deportivos, disparates como: “Hagan parejas de tres” (1); pero a veces dijo cosas con las que hizo pensar; en una oportunidad afirmó: “El futuro no es lo que solía ser” (2). Parece una expresión irracional, pero de ella emana la más sentida inspiración poética; él era un pobre pitcher, el beisbol era toda su vida; no tenía ninguna cultura clásica, y no sabía que, en el pasado, ya alguien había escrito: “Me moriré en París con aguacero/ un día del cual tengo ya el recuerdo” (3).

 

 

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(1) Redacción. La Opinión. “Las grandes frases de Yogi Berra”. https://laopinion.com/2015/09/23/las-grandes-frases-de-yogi-berra/ Accedido: 25 de noviembre de 2020, 1: 03 PM.

(2) Indigo Staff. “Un filósofo del diamante”. https://www.reporteindigo.com/fan/un-filosofo-del-diamante/ Accedido: 25 de noviembre de 2020, 12: 53 PM.

(3) César Vallejo. “Piedra negra sobre piedra blanca”. http://blog.petiteplaisance.it/cesar-vallejo-1892-1938-me-morire-en-paris-con-aguacero-un-dia-del-cual-tengo-ya-el-recuerdo-hay-golpes-en-la-vida-tan-fuertes-yo-no-se/ Accedido: 9 de noviembre de 2020, 12: 53 AM.




lunes, 23 de noviembre de 2020

Jesús está en este lugar

La incomparable adoración del pueblo cristiano de Cuba. Templo “Puerta de esperanza”, Santos Suárez, La Habana, Cuba. Domingo 22 de noviembre de 2020. Al teclado mi primogénita, la Dra. Elízabeth Ríos de la Cruz. Disponible en YouTube: https://youtu.be/bpnC9cPNyY0



domingo, 22 de noviembre de 2020

Hugh Preston Jeter (1911-2004). El más inolvidable superintendente norteamericano para las Asambleas de Dios en Cuba


Contexto de su llegada misionera a Cuba

 

Cuba enfrentaba serias dificultades. La salud de la esposa del esforzado William Lawrence Perrault, superintendente nacional de las Asambleas de Dios en Cuba, exigía un regreso a los Estados Unidos, creándose un vacío en la dirección nacional de Organización. Noel Perkin trató el tema con Hugh Preston Jeter, para entonces misionero asignado a Perú, y con mucha sabiduría, por dos meses, en 1941, este recorre la isla participando en cultos especiales. Con relación a estas experiencias, escribiría: “Después de visitar todas las Asambleas de Dios en Cuba, no vemos motivo para desanimarnos. La perspectiva para la Obra es buena, y la gente responde al evangelio”. Es así que, en diciembre de 1941, regresa a la isla, acompañado de su esposa, Gertrude de Jeter, no para continuar una exploración, sino con el resuelto propósito de realizar un trabajo duradero (1). Al respecto Hugh P. Jeter escribiría:

 

En el año 1941, habiendo llegado recientemente del Perú, el hno. Noel Perkin, el secretario de Misiones, me propuso ir a Cuba para hacerme cargo de la dirección de la obra. Hice viaje a Cuba durante el verano para conocer el campo. La obra había quedado muy reducida en una obra principal en La Habana, otra en Palma Soriano, Oriente, y una misión pequeña en Santiago de Cuba. Había además algunos puntos de predicación. Habría apenas doscientos creyentes en todas las Asambleas de Dios en aquella época.

El Señor puso este campo en mi corazón y sentí que era la voluntad de Dios ir a Cuba para hacer todo lo posible para el desarrollo de la obra en ese país tan cerca de los Estados Unidos.

Había tres motivos principales que me ayudaron a decidir trabajar en la isla de Cuba. En primer lugar, era un campo muy duro y yo quería ver lo que Dios puede hacer en un campo duro. Segundo, su proximidad a los Estados Unidos hacía de Cuba un lugar ideal para nuevos misioneros que querían aprender el idioma y tener experiencia antes de trasladarse a otros campos. Tercero, siendo que hemos dicho un país muy cercano de los Estados Unidos, daba oportunidad para que pastores de las Asambleas de Dios en los Estados Unidos pudiesen visitar un campo misionero para recibir así una visión más amplia de la necesidad del mundo, que es el campo que el Señor nos ha dado. Todos estos tres motivos se vieron realizados durante nuestros diez años de estancia en la bella isla cubana (2). (Sic.)

 

Debe entenderse el contexto histórico de la llegada a Cuba del Rev. Hugh P. Jeter. Sus palabras, cargadas de fe y optimismo en el Señor, no transparentan del todo la verdadera situación: la obra pentecostal de las Asambleas de Dios en Cuba estaba a punto de colapsar. A finales de 1940 el Rev. Francisco Rodríguez Agosto, desde su posición de secretario nacional de las Asambleas de Dios de Cuba, dividió la Obra, y fundó la Primera Iglesia Pentecostal de Cuba; para ello arrastró consigo tres de las Iglesias más grandes e importantes: Párraga, Lawton y Regla, esta última con su pastor, Roberto Reyes (3). En 1941 las Asambleas de Dios se vieron peligrosamente reducidas a siete congregaciones, con una feligresía nacional total de solo doscientos miembros (4). Esta crisis tuvo que sufrirla, en carácter de superintendente, el heroico William Lawrence Perrault (5). El registro histórico oficial de los Archivos de Historia de las Asambleas de Dios de Cuba contempla el estado de salud de su esposa, Jessie Perrault, como la razón por la cual termina el ministerio del matrimonio en la isla (6). El autor ve el momento de la división de la Obra muy próximo a la partida del esforzado Perrault. Aquel golpe demoledor está muy cercano a aquel adiós…

Este es el contexto de la llegada a Cuba de Hugh Preston Jeter: siete congregaciones, doscientos miembros, una obra golpeada por una triste división. De tales dimensiones era el desafío.

 

¿Quién era Hugh Preston Jeter?

 

Hugh Preston Jeter nació el 5 de abril de 1911, en Oklahoma City, Oklahoma, Estados Unidos. Conoció al Señor a la temprana edad de ocho años (7). Sus padres fueron el pastor John E. Jeter y Callie A. King Jeter. Creció por ende en un hogar piadoso, compartiendo la alegría de sus seis hermanos que fueron:

 

J. Ernestine Jeter (1907-1960)

Esther Louise Jeter (1913-1998)

John Clark Jeter (1916-1919)

Horace M. Jeter (1920- ¿?)

David Jeter (1923- ¿?)

Dwight L. Jeter (1925- ¿?) (8)

 

Se gradúa en la Secundaria Presbiteriana en Crest Montain, Ark, en 1925. Comienza su entrenamiento de primer año en el Instituto Bíblico del Suroeste, en Enid, Oklahoma. Su padre, John E. Jeter, (9) un antiguo ministro presbiteriano que había recibido el bautismo del Espíritu Santo bajo el ministerio de C. P. Nelson, era el director del Instituto. Un mes después de la inauguración del Instituto recibió un conmovedor llamado misionero, pero luego del primer año fue forzado a suspender sus estudios. De sus memorias se sabe que debía trabajar. Finalmente pudo graduarse en 1931 con honores, siendo presidente de la clase superior, y predicador misionero en el comienzo de los ejercicios (10).

Pastoreó la Garber-Covington Oil Field de las Asambleas de Dios entre 1930 y 1931. Estudió español y ayudó en el Instituto Bíblico Latinoamericano, entre 1931 y 1932 (11). 

Se casa con Theola Tucker de Dallas, Texas, en 1932 y en octubre de ese mismo año parten en su primer viaje misionero, rumbo a Callao, (12) Perú. En, Ruth Feuerstein Coffey, editora, “Biográficamente hablando. Presentando a nuestro Superintendente de campo. Rev. Hugh P. Jeter”, El llamado cubano, diciembre de 1950, p. 2, aparece: “Esto fue durante los días de depresión [económica mundial] cuando las condiciones financieras hicieron necesario que un número de ministros del Concilio General salieran sin nombramiento. Este fue el caso con Theola y Hugh Jeter”. En el expediente misionero de Hugh Jeter aparece: “Hugh P. Jeter nombrado misionero para Perú dos años después, el 12 de septiembre de 1934”.

Se les ve regresar a los Estados Unidos en 1935. Estos tres años de misión habían tenido efectos devastadores en la salud de Theola Jeter: los desafíos de la altitud, las comidas, las costumbres, una tercera lengua: el quechua…

Del esfuerzo del matrimonio Jeter dan fe las propias palabras del misionero, cuando contó: “Recibí un telegrama de casa diciendo que mi esposa estaba enferma. En el camino mi caballo se rindió y tuve que venderlo; no podía adquirir o rentar otro animal, y me quedaban todavía sesenta millas y dos cordilleras para la casa (el paso más alto que quedaba era de unos dieciséis mil pies)” (13).

A todo esto, se sumaría el ministerio de casi dos años como pastores de la recién fundada Primera Misión de la Asamblea de Dios, en Lima, capital de Perú (14).

Un año después del regreso a los Estados Unidos, en septiembre de 1936, mientras Hugh P. Jeter enseñaba en el American Bible Institute de Saspamco, Texas, en el vórtice de los más misteriosos designios, Theola Jeter partió con el Señor. Murió en Denver, Colorado (15).  

En ese mismo aciago año 1936, Hugh Jeter es Ordenado, el 13 de agosto, por el Distrito Latinoamericano (16). Con los jirones de su alma vuelve solo el heroico Jeter a Perú. Las cumbres nevadas de Los Andes le ven solitario durante tres meses viajando a caballo, con una mula tras de sí, para aligerar la carga. Recorrió después las serpenteantes carreteras de Perú, Chile, Argentina y Bolivia durante más de nueve meses, en un Ford modelo A, mostrando diapositivas de la vida de Cristo y poniendo al alcance de la gente porciones del Evangelio, experiencias que nunca olvidará (17). Contaría de aquellos días:

 

Una vez nos enfrentamos con una muchedumbre de mil quinientos indios dirigidos por un sacerdote, determinados a lincharnos. En otra ocasión nos quedamos tirados en nuestro Ford en el desierto en el norte de Chile, sin agua y a 60 kilómetros (36 millas) del pueblo más cercano.

Fue muy interesante (…), escalar las montañas de Los Andes entre Chile y Argentina; hubo pasos terriblemente empinados y las curvas eran tan empinadas que aún nuestro Modelo “A” tuvo que detenerse y dar marcha atrás para girar. La última parte de la travesía al pie del monumento, “El Cristo de los Andes”, fue hecha en una tormenta de nieve (18).

 

La Antorcha Pentecostal en su número correspondiente a septiembre de 1940, No. 6, p. 7, reporta los viajes misioneros de Hugh Jeter por Suramérica: “Más nuevas de Hugo Jeter, quien, en compañía del hermano Mateluna, está viajando  y predicando el Evangelio en  su camión, en el Perú, en Chile y en Argentina”. Y directamente Hugh Jeter, reproduce el relato de su conmovedora experiencia misionera:

 

Muchas y variadas han sido nuestras experiencias en este viaje hecho en nuestro camioncito tan fiel, en el cual hemos puesto el nombre “La Buena Voluntad”, y que nos lleva de un lugar a otro, y nos provee por la noche de dos buenas camas para reposar (aunque algo estrechas). Estamos contentos por esta nueva oportunidad de sembrar la buena semilla de la palabra de Dios, en tantos lugares que son poco visitados por obreros evangelísticos. Mientras predicamos y enseñamos los cuadros bíblicos al aire libre, muy pocas veces tenemos menos de trescientos oyentes, y muchas veces hemos tenido más de mil. En una de las minas grandes de cobre, de la América del Sur, vendíamos mil porciones de la palabra en una sola noche. Visitamos muchos de los grandes ingenios de nitrato y las llanuras áridas del norte de Chile donde la gente recibía bien la Palabra. En todo nuestro recorrido vendimos más que veinticinco mil porciones de la Palabra en el sur del Perú y el norte de Chile. Oremos que la semilla sea regada y cultivada y que Dios dé una cosecha abundante (19).

Por cierto, hemos sido probados por el Señor —teniendo enfermedades, caminos peligrosos y difíciles, tardanza en recibir nuestra correspondencia, falta de agua en medio del desierto, dificultades con el camión, y pruebas financieras. En Iquique, nuestro farol para la neblina fue robado, y en Ovalle mi guitarra tan fiel, también desapareció. Pero gracias sean dadas a Dios, Él es fiel para suplir toda nuestra necesidad (20).

 Justamente en el tiempo de necesidad, nos encontrarnos con un hermano en un pueblo, que nos dijo: “He oído hablar de ustedes y de su obra y estaba orando por ustedes, y el Señor me mandó a darle esto.  Es nada más que un grano de arena para ayudarles en su senda”. Él puso en mi mano mil pesos chilenos.  ¡Gloria al Señor! Esto sirvió para pagar casi todo el gasto de reparar nuestro motor, y poner nuevas piezas en las ya gastadas, y también para resolver el visé de mi pasaporte para entrar en la Argentina (21).

El Señor maravillosamente nos ayudó a entrar en Chile con el camión cuando cada esfuerzo nuestro resultó inútil para obtener el permiso necesario. Cuando ya habíamos decidido dejar el camión en el Perú y seguir sin él, un hermano de la Iglesia Metodista puso su casa como garantía, así haciendo posible que diéramos la garantía requerida de once mil pesos (22).

Nos gustó mucho la comunión con los hermanos pentecostales de Chile. Su obra ha sido maravillosamente bendecida por el Señor y hay ahora como veintidós mil creyentes pentecostales en aquella República desde las llanuras. . . En Santiago hablamos varias veces en una de las iglesias donde tienen más de ochocientos asistentes en la Escuela Dominical y más de mil personas en los cultos regulares Aquí el pastor nos trató como miembros de su familia (23).

Una de las cosas más destacadas en la obra en Chile es su banda de “Reclutas”, que van a todas partes predicando la Palabra. Se reúnen en grupos en distintas partes del pueblo predicando en las esquinas de las calles, y luego marcan en un grupo a la Iglesia, cantando y recitando los versículos de la Escritura en el camino. También hay grupos de ciclistas que van de pueblo en pueblo con el mensaje. Hace poco que unos diez de ellos fueron de Chile a la Argentina, cruzando la alta cordillera, mientras que otro grupo hizo un viaje de tres mil kilómetros, predicando en más de doscientos pueblos y aldeas. Su celo por la causa del Señor merece elogios y el Señor contesta sus oraciones en una forma maravillosa (24).

De Chile cruzamos los altos Andes, a Mendoza, Argentina. La narración del viaje que fue hecho bajo una tempestad de nieve sería demasiado larga (…). Estamos ahora con los misioneros, los hermanos Dunbar, en Mendoza.  No podremos estar más que tres meses en esta República tan grande y entonces volveremos otra vez al Perú (25). (Sic.)

 

En 1941 Hugh Jeter regresa por licencia a su país natal. Infatigable, visita entonces Centroamérica, especialmente Panamá y México, predicando en numerosas iglesias (26). 

Después de cinco años de penosa y sufrida viudez, en que no se detiene su trabajo ni se agrieta su sacrificada hoja de servicios, conoce a Gertrude Elizabeth Dudte, de Newton, Kansas (27).

 

¿Quién era Gertrude Elizabeth Dudte?

 

Había nacido el 22 de noviembre de 1911 (28) Era la segunda entre ocho hermanos y el campo llenó su infancia. Allí ayudó a su padre en pro a sacar adelante su poblada familia en que predominaban hermanos menores que ella. Adquirió en la escuela habilidades taquigráficas, y tras graduarse trabajaría tres años en el Midland National Bank, de Newton (29). Se graduó posteriormente en el Instituto Bíblico del Suroeste en 1936 (30) (31). Sus habilidades taquigráficas encontrarían terreno para su noble uso en las oficinas de Noel Perkin, secretario de Misiones de las Asambleas de Dios en Springfield, Missouri. Sería feliz haciendo trabajo taquigráfico en una atmósfera misionera, acerca de lo cual le acompañaba un llamamiento desde pequeña (32).

Tres meses después tiene lugar una de las peores pruebas de su vida: súbitamente contrae fiebre tifoidea. Todo parecía terminar y le angustiaba el pensamiento recurrente de no haber ganado suficientes almas para Jesucristo. “Si pudiera tener otra oportunidad”, era su sentir. En respuesta a la oración de todos aquellos que le eran cercanos, Dios le sanó y ella interpretó su restablecimiento como la nueva oportunidad que pedía (33).

El ejemplo de sus padres cristianos y la atmósfera piadosa del hogar, contribuyeron grandemente a la formación de su carácter cristiano. El padre, específicamente, había sido diácono de la Iglesia de los Hermanos y posteriormente lo había seguido siendo cuando se afiliaron a las Asambleas de Dios en 1925 (34).

 

El matrimonio Jeter

 

El lunes 1 de septiembre de 1941, Hugh Preston Jeter y Gertrude Elizabeth Dudte se unen en feliz matrimonio (35). Llegan a Cuba, para ocuparse de la Obra Nacional el 16 de diciembre de 1941 (36) (37) (38) (39). Escribiría acerca de sus primeras impresiones: “Mi esposa y yo llegamos a Cuba en el mes de diciembre de 1941 para comenzar nuestro trabajo. Cuba fue muy diferente del Perú donde antes había trabajado. El pueblo cubano no mostraba oposición abierta al evangelio, sino una indiferencia casi completa. Había mucho espiritismo, también varias clases de curanderismo y hasta brujería. Los suicidios eran muy corrientes. Al principio el trabajo fue muy duro” (40).

Nacerían sus hijos en plena labor misionera: Stanley Preston, el 10 de noviembre de 1942; Robert David, el 23 de agosto de 1944; Donald Hugh y Douglas Lou, el 13 de junio de 1947 y Elizabeth (Betty) Louise, el 17 de noviembre de 1952 (41). Toda su familia haría historia en la humilde nación del Caribe y en toda Latinoamérica.

 

El significado de Hugh Preston Jeter para Cuba y el mundo pentecostal

 

Hugh Preston Jeter fue superintendente nacional de las Asambleas de Dios en Cuba durante diez años, desde 1941 hasta 1952 (42). Fue el primer presidente de la Confraternidad Pentecostal del Caribe, celebrada en Palma Soriano, Cuba, en 1947, siendo posteriormente reelegido en Ciudad México, en agosto de 1949. Fue también editor en Cuba de la revista mensual La Antorcha Pentecostal entre diciembre de 1941 y mayo de 1945.

Las grandes cruzadas evangélicas de 1950 y 1951, en Cuba, con los evangelistas T. L. Osborn, y Richard Jeffery, entre otros, fueron coordinaciones respaldadas e impulsadas por Hugh Jeter, y determinaron un cambio en la historia del evangelio pentecostal cubano (43). La práctica totalidad de los Templos y puntos de predicación del oriente cubano se vieron conmocionados. Cuba fue sacudida por un movimiento del Espíritu Santo sin precedentes en la historia nacional. Nació de este movimiento el Templo más grande de las Asambleas de Dios en la isla: el “Aleluya”, en Camagüey. La edición de La Antorcha Pentecostal, No. 11, correspondiente a noviembre de 1950, tuvo que suprimir todas las secciones permanentes (“Observaciones mundiales”, “Alrededor del mundo” y demás), con el propósito de hacer una edición especial que cubriera informativamente todo lo que el Espíritu Santo había estado haciendo a lo largo del año. Por una vez en la historia los ojos de toda Latinoamérica se pusieron sobre Cuba y todos “los llamados de Su nombre” (44) celebraron con alegría la visitación de Dios a la humilde isla del Caribe, en la gracia de Dios, bajo el liderazgo de H. Jeter.  Él escribiría emocionado, en 1951, tras la campaña central en el Estadio Guarina de la Ciudad de Camagüey: “Más de mil biblias fueron compradas por aquellos que tienen hambre de las cosas de Dios. El fuego sigue ahora por Florida y Ciego de Ávila, y Victoria de las Tunas y Puerto Padre están clamando por campañas. Parece que ha llegado el día de Cuba y tenemos que aprovecharlo antes de que venga la noche…” (45). Estas palabras eran proféticas.

El matrimonio Jeter viaja a España en 1949. Hugh Jeter predica en la inauguración del primer lugar de culto abierto al público de las Asambleas de Dios en España, en la ciudad gallega de La Coruña. Dios estaba preparando otro camino. Aquellos once años en la isla, en la bendita gracia de Dios, cambiaron para siempre el rostro del movimiento pentecostal cubano.

En 1952 termina el trabajo del matrimonio Jeter en Cuba, y marchan a España en 1953. Fijan su residencia en Tánger, después de enfrentar hostilidades debido a problemas con las autoridades civiles, dada su condición de misionero no católico. Allí trabajó en la radio durante cuatro años; fundó también y pastoreó una iglesia de habla hispana, trabajo que continuó hasta su regreso a Estados Unidos (46). 

Durante dieciocho años enseñó en el Southwestern Assembly College de Waxahachie, Texas, y fue director de Misiones de la misma zona. También enseñó durante más de diez años en la Faculty of Southern Arizona Bible College, donde muchos hispanos se preparan para la obra cristiana y misionera. Entre 1962 y 1963 hizo su maestría en el Colombia Graduate School of Missions and Theology de Carolina (47).

Cumplidos los días de su impresionante vida, partió para estar con el Señor el 24 de mayo de 2004 (48). Su esposa Gertrude le acompañaría a la eternidad el 15 de enero de 2013. Su cuerpo descansa al lado de su esposo en Waxahachie, Texas. Allí esperan la resurrección (49).

 

Lo que ellos dijeron de él

 

El Rev. Prof. Donald Hugh Jeter, destacadísimo misionero para España y Latinoamérica, erudito en teología y Biblia, meritísimo miembro del claustro de Global University, digno sucesor de su padre, descorriendo los velos de la vida familiar, expresó al autor:

 

Mi madre, Gertrude Jeter, era dulce y compasiva. Pecaba por no querer hablar a nadie de su necesidad. Tenía uno de los talentos musicales más grandes que he conocido. Era capaz de tocar piano, violín, clarinete, órgano, acordeón y saxofón. Tenía siempre el tono perfecto. Podíamos empezar a cantar solos, ella encontraba al momento el tono en el piano y lo hacía de la forma más perfecta que alguien se pueda imaginar.

Papá y mamá eran un matrimonio de una armonía tan grande que yo no recuerdo una sola ocasión en que discutieran, o se enemistaran. Los problemas de la Iglesia jamás los traían a la casa, ni hablaban mal de nadie ante nosotros.

Papá me disciplinaba y a veces lo hacía con severidad. Al terminar oraba conmigo y cuando lo hacía tocaba el cielo, porque al final rompía en lágrimas (50).

 

En ocasión de escribir el autor, al Rev. Donald H. Jeter, hijo de Hugh Preston Jeter, consultándole acerca del impresionante anecdotario de su padre, el Profesor D. Jeter, muy conmovido, contestó:

 

Mi esposa Cyndie y yo nos pusimos inmediatamente a revisar algunos de los episodios de la carrera misionera de mi padre en cinco países de Sudamérica y también en Cuba. Trae unas tremendas riquezas de anécdotas contando de las intervenciones milagrosas y sobrenaturales de parte de nuestro Dios en respuesta a las oraciones —milagros de sustento, sanidades, protección, provisión, poder—, tan ricas y gráficas que rompimos a llorar y a darle gracias a Dios por sus promesas cumplidas y el sacrificio y consagración de los pioneros. Aunque este tesoro ha residido en la computadora que casi nunca está lejos y con lo cual trabajo todos los días, tengo que confesar (para vergüenza mía) que nunca había leído algunos de los capítulos de la vida y ministerio de mi padre. Sin lugar a duda será de una bendición inmensurable para los pastores, ministros y misioneros que tengan la dicha de poder leerlo (51).

 

El Profesor Eugenio Hunt resalta el significado personal que tiene para Cuba y el mundo pentecostal la vida de Hugo P. Jeter:

 

Hugh Jeter impactó toda una generación para la obra misionera de las Asambleas de Dios. Primero en Cuba y después en Southwestern Assemblies of God College [SAGC], centenares de jóvenes aprendieron de su ejemplo y de sus enseñanzas. Él fue nuestro profesor y director del departamento de misiones en SAGC. Llegamos a ser amigos íntimos, y disfrutamos muchísimo de su experiencia y enseñanzas. Su libro, Por Su Llaga, [By his stripes] marcó nuestras vidas (52). El libro Por Su Llaga es un estudio bíblico sobre la sanidad divina. Fue publicado en el 1978 por la Editorial Vida. Parece que salió primero en el 1977 en inglés publicado por Gospel Publishing House. Tiene veinticuatro capítulos, doscientas páginas, que abarcan el trasfondo bíblico y la aplicación a la sociedad después. También publicó Catolicismo Romano y Entendiendo la Iglesia Católica actual (CLIE) (53).

 

El pastor Rolando Rivero le recuerda: “Era un hombre muy jovial. Recuerdo que cuando terminó su período en 1952 se fue a España. Era un gran hombre” (54).

El Profesor Álvaro Max Rivera, Directivo Internacional de la Facultad de Teología de las  Asambleas de Dios de América Latina, SpringfieldMissouri, conecta su llamamiento misionero con la influencia ministerial del inolvidable Hugh P. Jeter: “Recuerdo que, en una ocasión, en 1970, en El Salvador, el hermano Hugo predicó en nuestra iglesia —Iglesia pastoreada en ese momento por el hermano Juan Bueno— y testificó acerca del trabajo misionero que hacían en el sur de España y en el Norte de África. En ese momento es cuando por primera vez experimenté el llamado misionero. Yo tenía catorce años” (55).

Acerca de su persona y de su obra toda, escribió el inolvidable Rev. Prof. Floyd Woodworth (1927-2017), en entrevista que le realizara el autor de esta publicación:

 

El hermano Hugo P. Jeter tenía grandes cualidades de ejecutivo. Tenía visión. Amaba mucho a la Perla de las Antillas (56) y a su pueblo. No tenía sentido de inferioridad. Había sido misionero ya en el Perú [donde] murió su primera esposa. Hablaba admirablemente el castellano. Su padre había sido profesor en un Instituto Bíblico en Oklahoma. Trabajaba armoniosamente con los líderes cubanos en la Obra. Viajaba constantemente. Predicaba bien. Enseñaba bien. Amaba mucho la obra de la preparación de obreros y le daba importancia al Instituto Bíblico (57).

 

Ruth Feuerstein Coffey, editora de The Cuban Call (El Llamado Cubano), en el número correspondiente a diciembre de 1950, en el artículo: “Biográficamente hablando. Presentando a nuestro Superintendente de campo, Rev. Hugh P. Jeter”, p. 8, refrescando los peligros verdaderamente hollywoodenses de la vida misionera del legendario Hugh P. Jeter en Centro y Suramérica, regala a la posteridad la revelación que escuchó de su propia boca, acerca de cuál fue la mayor emoción de su vida: “El hno. Jeter dice: “Como pueden ver fácilmente, me fue difícil decidir cuál es la escapada más interesante,” pero agrega que su mayor emoción ha sido el ser privilegiado de predicar a más de diez mil personas a la vez, viendo miles de manos levantadas para salvación, y ver muchos más sanados, por el poder de Cristo, de ceguera, sordera, parálisis y otras muchas enfermedades. Esta gran emoción le sucedió este mismo año [en Cuba, 1950]”.

Cuando me escuche decir en los más importantes estrados, que el Rev. Hugh P. Jeter, fue el más importante misionero y superintendente norteamericano que tuvieron las Asambleas de Dios en Cuba, antes de contradecirme, deténgase a entender el contexto en que él asumió la dirección de la Obra nacional y cuál fue el estado en que la entregó, once años después. Saberlo le costará a usted diez minutos de lectura. Al autor le costó un año de investigación, y una confrontación que todavía no termina.

Disfrute la lectura de la grande e inspiradora vida misionera del Rev. Hugh Preston Jeter. Camine sobre sus pasos y viva en la bendición del legado que nos dejó con su incomparable trabajo y su maravillosa familia. Andando en los derroteros trazados por aquel padre, los Revs. Prof. Donald y Cyndie Jeter han sido pan a la mesa de miles de pastores y misioneros; su hermoso hogar nunca se cerró al descanso de los itinerantes viajeros de la fe; su abrazo caluroso, su hablar desenfadado, su ministerio y vida toda, han significado lo que aquel islote de oasis llega a ser para los que nos hemos sentido un día perdidos en medio del desierto. El Señor lo recuerde en favor de ellos el día de la eternidad. “…A mí lo hicisteis” (Mt. 25: 40). Amén, así sea, Señor Jesús.

 

 

__________

 

 

  (1) Rachel Peterson. CubaArchivos de Historia. Asambleas de Dios de Cuba, p.6.

  (2) Hugh P. Jeter. Cuba. Archivos de Historia. Asambleas de Dios de Cuba, p. 2.

  (3) La Iglesia de Regla sería devuelta a la Iglesia Evangélica Pentecostal en Cuba (Asambleas de Dios) el 4 de julio de 1946, por Roberto Reyes, en el contexto de su salida del país. (Victoria Schott, “Noticias breves”, La Antorcha Pentecostal, agosto de 1946, p. 3.)

  (4) Luisa Jeter de Walker. Siembra y Cosecha. T. III. Florida: Editorial Vida, 1996, p. 153.

  (5) Marcos Antonio Ramos. Panorama del Protestantismo en Cuba. Miami: Caribe, 1986, p. 435.

  (6) Raquel Peterson. Cuba, p. 6.

  (7) Pablo Branco. Ficha biográfica de Hugh P. Jeter, Editorial Clie. Ferrocarril, 8 08232 Viladecavalls (BCN) España Tel: (34) 93 788 4262 • Fax: (34) 93 780 0514 • e-mail: libros@clie.es. Esta información se conserva como un documento en los Archivos de Historia de las Asambleas de Dios en Cuba.

  (8) Alva I. Walker y Louise Walker, Expediente ministerial, Archivos de Historia, Asambleas de Dios, Cuba.

  (9) Pablo Branco, Ibíd.

  (10) Ruth Feuerstein Coffey, editora, “Biográficamente hablando. Presentando a nuestro Superintendente de campo. Rev. Hugh P. Jeter”, El llamado cubano, diciembre de 1950, p. 2.

  (11) Pablo Branco, Ibíd.

  (12) Callao. Ciudad importante y principal puerto del Perú, capital de la provincia constitucional o región del mismo nombre, Callao; está situada en una bahía al oeste de Lima, ciudad con la que forma una importante conurbación, en la desembocadura del río Rímac.

  (13) Ruth Feuerstein Coffey, editora, “Biográficamente hablando. Presentando a nuestro Superintendente de campo. Rev. Hugh P. Jeter”, El llamado cubano, diciembre de 1950, p. 2.

  (14) Ibíd.

  (15) Pablo Branco, Ibíd.

  (16) Hugh P. Jeter, Expediente ministerial del Departamento de Misiones, enviado por las Oficinas Centrales de las Asambleas de Dios, Springfield, Missouri, EUA. Archivos de Historia. Asambleas de Dios. Cuba.

  (17) Ruth Feuerstein Coffey, editora, Ibíd.

  (18) Ibíd., p. 8.

  (19) W. L. Perrault, “Campos Misioneros. Viajando en la América Latina”, La Antorcha Pentecostal, septiembre de 1940, p. 7.

  (20) Ibíd.

  (21) Ibíd., pp. 7, 8.

  (22) Ibíd., p. 8.

  (23) Ibíd.

  (24) Ibíd.

  (25) Ibíd.

  (26) Ruth Feuerstein Coffey, editora, Ibíd.

  (27) Pablo Branco, Ibíd.

 (28) Hugh P. Jeter, Ibíd.

 (29) Ruth Feuerstein Coffey, editora, “Biographically speaking presenting our Field Superintendent’s Wife Mrs Gertrude Jeter”, El llamado cubano, noviembre de 1951, p. 2.

  (30) Ibíd.

  (31) Ruth Feuerstein Coffey, editora, “Biográficamente hablando. Presentando a nuestro Superintendente de campo. Rev. Hugh P. Jeter”, El llamado cubano, diciembre de 1950, p. 2.

  (32) Ruth Feuerstein Coffey, editora, “Biographically speaking. . . Mrs Gertrude Jeter”, Ibíd.

  (33) Ibíd.

  (34) Ibíd.

  (35) Hugh P. Jeter, Ibíd.

  (36) Ibíd.

  (37) Pablo Branco, Ibíd.

 (38) Alvio García, “Historia de las Asambleas de Dios en Cuba. La Obra continúa extendiéndose”, La Antorcha Pentecostal, enero-marzo-2000, p. 4.

 (39) Hugh P. Jeter, Cuba, p. 2.

  (40) Jeter, Ibíd.

  (41) Hugh P. Jeter, Expediente ministerial del Departamento de Misiones, enviado por las Oficinas Centrales de las Asambleas de Dios, Springfield, Missouri, EUA. Archivos de Historia. Asambleas de Dios. Cuba.

  (42) Alvio García, “Precursores y líderes de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios) a través de su historia”, La Antorcha Pentecostal, No. 3, julio-diciembre, 2000, p. 1.

  (43) Pablo Branco, Ficha biográfica de Hugh P. Jeter, Editorial Clie. Ferrocarril, 8 08232 Viladecavalls (BCN) España Tel: (34) 93 788 4262 • Fax: (34) 93 780 0514 • e-mail: libros@clie.es. Esta información se conserva como un documento en los Archivos de Historia de las Asambleas de Dios en Cuba.

  (44) “…todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice” (Is. 43:7).

  (45) Hugh P. Jeter, “El rincón del Superintendente”, La Antorcha Pentecostal, No. 2, febrero de 1951, p. 7.

  (46) Ibíd.

  (47) Ibíd.

  (48) Ibíd.

 (49) Donald Hugh Jeter Jr, entrevistado por O. Ríos, miércoles 13 de agosto de 2014, Oficinas de la Global University, Springfield, MO, EUA. Usada con permiso.

  (50) Donald Hugh Jeter Jr, entrevistado por O. Ríos, miércoles 13 de agosto de 2014, Oficinas de la Global University, Springfield, MO, EUA. Usada con permiso.

  (51) Donald Hugh Jeter Jr. Entrevistado por O. Ríos, vía electrónica, 27 de febrero de 2014, 12:51 PM. Usada con permiso.

  (52) Eugenio Hunt, entrevistado por vía electrónica por O. Ríos, 8 de febrero de 2014, 6:35 PM. Usada con permiso.

  (53) Eugenio Hunt, entrevistado por O. Ríos, vía electrónica, 12 de febrero de 2014, 5:11 PM. Usada con permiso.

  (54) Rolando Rivero, entrevistado por Octavio Ríos. Templo “Palabras de Vida” en Santa Amalia, el 16 de marzo de 2009, 10:00 A.M – 2:00 P.M. Usada con permiso.

  (55) Álvaro Max Rivera, entrevistado por O. Ríos, vía electrónica, 7 de febrero de 2014, 6:44 PM. Usada con permiso.

  (56) Nombre con que a veces se designa a Cuba. (Nota del autor.)

  (57) Floyd Woodworth, entrevistado por O. Ríos, vía electrónica, 28 de marzo de 2009, 1:14 AM. Usada con permiso.




sábado, 21 de noviembre de 2020

Gavilondo

Era el profesor Jorge Gavilondo un anciano de apariencia imponente, con una mirada dura y penetrante, alto, fuerte, de ojos azules, mirada inteligente, nariz aguileña, pelo blanco como la nieve y andar seguro. Tenía un fuerte acento anglo; los Estados Unidos habían dejado huellas en su formación profesional y laboral. Reunía en sí, al presentarse, toda la expresión de un anciano venerable. 

Mi profesora básica de Radiología era la Dra Aleida Zaldo. El Pr Gavilondo me impartiría dos o tres clases, en el contexto de algunos ajustes de claustro, en el pabellón mismo de Radiología, que es el primero ubicado delante y a la derecha, al entrar por la puerta principal del Hospital Clínico Quirúrgico “General Calixto García”, en El Vedado habanero.

Era mi tercer año de la carrera de Medicina, en 1983, y recuerdo de aquellos lejanos días una historia que nos contó el profesor Gavilondo, en su clase de Radiología, sobre lo difícil que le fue estudiar. Nos dijo: “Pacientemente reuní, centavo a centavo, un pequeño fondo para comprar mis libros de medicina. Esta pequeña cantidad alcanzó para el pago inicial, una especie de crédito. Pude hacer dos o tres pagos más, y de pronto me vi en una crisis tal que, por más que me esforcé, no pude pagar más. Perdí los libros y perdí el dinero…”.

Percibí la carga sentimental de aquella historia, y me ensombrecí, pero algunos se rieron. “No se rían”, les dijo muy serio el viejo profesor. “Esa fue una de las experiencias más dolorosas de mi vida”, sentenció finalmente.

Por alguna razón aquellas palabras se quedaron en el recuerdo; nunca las he olvidado. Desde entonces, cuando pienso en alguien que lo perdió todo, recuerdo la tristeza del profesor Gavilondo. Ha tenido un efecto proverbial en mí.

Las pérdidas son un mal inevitable en la vida. A veces, por sus dimensiones, llegan a ser brutales. Persona alguna las puede evitar: perdemos a los padres, se va la juventud, se aleja la gente buena. A muchos les abandonan la salud, el trabajo y el dinero, que es el camino más seguro para que también les abandonen los amigos.

Las pérdidas son el capítulo más doloroso de la vida, y todos las tendremos que sufrir. Para muchos significa el naufragio definitivo. Solo el evangelio del poder, el amor y la gracia de Dios en Cristo Jesús, nos prepara para tan cruenta experiencia, y de ella aprendemos que “…tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos” (II Co. 4: 7-9). 




viernes, 20 de noviembre de 2020

Dos fiestas, una va a continuar, la otra no

Me llaman la atención. Son dos fiestas diferentes. La primera tiene que ver con la escena que se desarrolla en la parábola del hijo pródigo. Este hizo un desperdicio total de toda la herencia. En harapos, reacciona, “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre…” (Lc. 15: 17, 18). A la par que sus despojos se mueven en el camino, el padre lo ve en la distancia, “…y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó (v. 20), y ordenó de inmediato a sus siervos: 'Hagamos fiesta'” (v. 23).

El hermano de aquel que regresó, se enojó mucho, y trabajó en el ánimo de su padre para detener la fiesta; de hecho, no quería entrar. Con esto no resolvió nada. Aquella fiesta no se podía detener porque había nacido en el amor de aquel padre. No se trataba del alborozo irreflexivo de un hato de patanes ebrios; en aquellos tamboriles retumbantes que hacían de fondo al shofar, estaban amalgamadas, en un mar de amor, las muchas misericordias de un padre. Aquella gran celebración nadie la podía detener.

Hay otra fiesta en la Biblia. El rey Belsasar reúne en ella a mil príncipes, y los convida a beber. Era una de las orgías que solían hacer. Ya ebrios todos, el rey mandó traer “los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas” (Dn. 5: 2). Es toda una fiesta. Reina en ella un desorden que se diluye en un caos moral, al que ahora se agrega la blasfemia. En los vasos sagrados del Templo de Jerusalén “bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra” (v. 4). Se sentían seguros, y creyeron que no les iba a pasar nada…

“En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía (v. 5). Sobre la pared aparecieron las palabras: “MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN” (v. 25). Nadie lo entendió. “Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra” (v. 6). “El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos…”, pero persona alguna pudo descifrar aquel enigma (v. 7). Una vez más fue necesario traer al profeta Daniel. Este hizo la interpretación: “Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin”. “Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto”. “Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas” (vv. 26-28). 

Murió Belsasar, los persas invadieron y tomaron el reino. Todo ocurrió esa misma noche. Dios terminó aquella fiesta.

 

La primera fiesta no se podrá detener; la sostiene el amor del Padre; con ella expresa su sentido de la justicia que se íntegra en la más compasiva misericordia. La segunda fiesta está condenada. Por más seguros que se sientan los que están allí, “toda injusticia es pecado” (I Jn. 5: 17). Sí que es grande el poder de los que la celebran; es una posición desde la que la gente olvida que “sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos” (Ec. 5: 8). 

Tenga cuidado con los móviles que llevan a la fiesta, porque no todas podrán continuar. Algunas ni siquiera empezarán. En diciembre de 2007, organicé, en La Habana, una actividad multitudinaria en un estadio. No era la primera, fui secretario nacional de evangelismo; mi hoja de servicios estaba llena, y me avalaba. Tenía los permisos de las autoridades sociales, del superintendente del distrito y del vicesuperintendente general. Un alto líder montó en cólera, al parecer porque el predicador no era él (tampoco era yo). Reunió a un grupo que pudiera manipular, y fui citado, reconvenido, calumniado, injuriado; de haber podido me hubieran escupido. Fui odiado por aquel grupo con odios que no son de este mundo. Después de estar todo organizado la actividad fue cancelada, para beneplácito de los enemigos de la fe, que tenían en ellos magnos representantes. Aquel líder decidió asumir una actividad así. Con hondo cinismo usó para ella el mismo nombre que le había puesto yo. Hizo una gran convocación, y en esa tarde acordada de diciembre, todos comenzaron a llegar, llenando los espacios y templos habilitados. Cientos y cientos de hermanos respondieron a aquella convocación. Escasos diez minutos antes de comenzar, el cielo se cerró; nubes gruesas y grises eclipsaron la escasa luz del atardecer. La más fuerte lluvia, inesperadamente, comenzó. Espantosos rayos del cielo, ininterrumpidos, sembraron de terror las calles y edificios; la empresa eléctrica retiró el servicio, la gente corrió a buscar refugio. Todo se inundó…

La actividad se canceló. Nunca se pudo hacer. Dios terminó aquella fiesta.

Aquel líder fue destituido pocos años después en total demencia. Murió en la más lamentable condición, de regreso a casa, mientras corría por las carreteras cercanas, discutiendo con personas que había muerto ya. ...A quien se haya dado mucho, mucho se le demandará (Lc. 12: 48).

El evangelio no es “taco” y “tortilla”. Los asuntos del Reino son delicados en extremo. Tenga cuidado con su percepción de las fiestas. Algunas las detiene Dios.