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sábado, 16 de mayo de 2020

Hermenéutica bíblica. Regla primera

Regla primera: es preciso, mientras sea posible, tomar las palabras en su sentido usual y ordinario.

Esta regla limita la liberalidad en la interpretación bíblica. Por ejemplo, en el Salmo 8: 6-8, puede leerse:

Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;
Todo lo pusiste debajo de sus pies:
Ovejas y bueyes, todo ello,
Y asimismo las bestias del campo,
Las aves de los cielos y los peces del mar;
Todo cuanto pasa por los senderos del mar.

Por extraño que parezca, las escuelas alegóricas del pasado interpretaron que las ovejas y los bueyes mencionados aquí eran los creyentes, mientras las aves de los cielos y los peces del mar eran los incrédulos. Por ese camino nunca podrá entenderse el mensaje de la Biblia, y se le abrirá toda clase de puertas al desorden interpretativo. El significado de la Biblia está en la propia Biblia, y no en la interpretación figurativa que algún “iluminado” quiera hacer de ella.
Debe trabajarse en la interpretación literal más cercana posible del texto. Ahora bien, téngase cuidado, no siempre la interpretación literal es la real, porque todos los idiomas tienen recursos expresivos (polisemias) y simbologías semánticas, cosas así, que le cambian a veces el significado a una palabra. Por ejemplo, en Génesis 6: 12, se lee: “Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra”. Aquí la palabra “carne” significa persona, obviamente (1).


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(1) Eric A. Lund. Hermenéutica. Introducción bíblica. Sección 1. Miami: Editorial Vida.1989, pp. 31, 35. 


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