Dios tuvo misericordia de él, y lo promovió. Era presbítero en 2003. Desde su posición recibía el parte que le llevaban a diario acerca de los problemas. Recuerdo siempre su reacción: se reía. Él se mofaba de los problemas que tenían los pastores, y decía, delante de todo el mundo: “¿Por qué le pasará eso?”. Se sentía muy seguro y menospreciaba el ministerio y las presiones de sus hermanos. Quiso intervenir en mi sede, destructivamente, y el superintendente del Distrito se lo impidió, por la inconstitucionalidad de sus pretensiones. Pastoreaba en San Antonio de los Baños, La Habana, y por más que se jactara, carecía del rendimiento bíblico que presumía.
En 2007, se le rebeló la grey. Dieciocho miembros firmaron una carta donde expresaban total inconformidad con los serios problemas de gobierno que tenía y la elevaron a las instancias más altas de la organización. Hasta allí llegó todo para él. No solo terminó su sonrisa de burla, también terminó su dudoso ministerio. Emigró.
El síndrome de E.R.C, es el síndrome que adolece un médico cuando cree que nunca va a enfermar. E.R.C enfermó.
“…El que piensa estar firme, mire que no caiga” (I Co. 10: 12).
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