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jueves, 11 de junio de 2020

¡Todos somos fundamentalistas!

…edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo (Ef. 2: 20).

El tema ha llegado a molestarme, tal vez porque los que con más bríos nos tildan de fundamentalistas son aquellos que más “méritos” acumulan al respecto. Hablando como los muchachos del barrio: “¡son los que más lo son!”.

Me recuerdo hace treinta y cinco años recorriendo las iglesias de La Habana, con mi amigo Luis Guerra, buscando un buen lugar donde congregarnos. La pregunta de orden que hacíamos al entablar diálogo con los líderes de la sede a dónde llegábamos era: “¿Ustedes son fundamentalistas?”. Ellos contestaban con un “¡sííííííí! …”, que hacían acompañar con la mirada propia de un león al que le preguntan si sabe rugir.

Luego, entre 1989 y 1993, estudié, como pude, los cuatro años de los Estudios Dirigidos de Superación Bíblica de las Asambleas de Dios de Cuba (EDISUB), y en el folleto de «Historia de la Iglesia» se dedicaba un espacio notable a tratar, con epítetos loables, el surgimiento del fundamentalismo cristiano, que se enfrentó, como movimiento, al creciente liberalismo de finales del siglo XIX; de modo que me encontré leyendo “maravillas” del fundamentalismo. Veinte años después vino a ser, súbitamente, una “mala palabra”, aun entre cristianos. Ya el término no se podía usar. Tenía connotaciones de extremismo salvaje, brutal y despiadado; era algo así como la carga de una caballería de Gengis Kan contra una aldea mongola indefensa. Prohibido en la semántica desde entonces. “¿Qué digo que soy? ¿Cómo me describo?”. “Diga que es conservador…”, me indicaron.

Así que conservador… Me sentía como Galileo Galilei saliendo de la Santa Inquisición. Seguro lo sabe, igual se lo cuento: después de que al célebre físico le mostraran los “persuasivos” instrumentos de tortura que usaban contra los herejes, terminó por decir: “Está bien, ¡la tierra no gira…!”. No crea que fue el Josué bíblico el único que detuvo el sol y la luna; Galileo también puso su granito de arena. Bueno…, salvemos la honrilla del físico italiano; dicen que a la salida mascullaba entre dientes: “pero gira, ella gira…”. Hmmm…

Salvando la distancia, eso era lo que me pasaba a mí.

Entonces…, ya no soy fundamentalista; me ordenan decir que soy conservador. Miro desde entonces en derredor, y ¿qué veo? ¿Sabe lo que veo? Ahí va la lista:

 

Fundamentalistas islámicos

Fundamentalistas judíos

Fundamentalistas mormones

Fundamentalistas hindúes

Fundamentalistas budistas

Fundamentalistas comunistas

Fundamentalistas neoliberales

Fundamentalistas nazis

Fundamentalistas maoístas

Fundamentalistas populistas

Fundamentalistas blancos

Fundamentalistas negros

Fundamentalistas homosexuales

 

¡Todo lo que veo es fundamentalismo! Yo no sé quién se sintió autorizado para cambiarle el significado a la palabra. El fundamentalismo cristiano no es una denominación, es una actitud, todo un movimiento de gente que se adosa a los fundamentos de la fe cristiana. Ellos creen —¡yo también! — en la inspiración total, verbal y plenaria de las Escrituras. ¡Qué extremismo!, ¿verdad?, permítame la ironía.

A finales del siglo XIX el protestantismo norteamericano se había vuelto rico, culto e influyente, pero, con la honrosa excepción de unos pocos grupos conservadores, su estado espiritual era de honda decadencia. Imperaban el liberalismo, el formalismo, la mundanalidad, el profesionalismo ministerial, la conciencia de clases y la ausencia de experiencias con Dios. Instituciones teológicas y académicas levantadas para preservar la fe, se habían vuelto al darwinismo y al escepticismo. El nacimiento físico, en vez del espiritual, se convirtió en la base para pertenecer a una iglesia; los términos “nacer de nuevo” o “conversión repentina” se volvieron arcaicos. El conocimiento de las doctrinas sustituía a la experiencia personal con Dios. “Separación del mundo” se volvió un término tan en desuso en el vocabulario cristiano que, para los protestantes, sólo tenía un significado: ¡muerte física! (1) Este es el contexto del nacimiento del movimiento pentecostal y del fundamentalismo cristiano. Este último fue, inequívocamente, una reacción contra la teología liberal, que in crescendo alcanzaría su punto más alto en la Alemania de la década de 1940, con el movimiento de «desmitificación de la Biblia», protagonizado por Rudolf Karl Bultmann (1884- 1976) (2).

El «fundamentalismo», como posición teológica, se hizo célebre tras las publicaciones de los hermanos Milton y Lyman Stewart (1840-1923), dos abogados californianos, que entre los años 1910 y 1915, como filántropos, financiaron los dos volúmenes de la obra The Fundamentals: A Testimony to the Truth [Los fundamentos: Un testimonio de la verdad]. Esta publicación tuvo la colaboraron de casi cien autores, de diferentes procedencias confesionales; unieron fuerzas obispos episcopales, presbiterianos, metodistas, y otros. Se distribuyeron gratuitamente tres millones de ejemplares. Estos fueron los fundamentos definidos:

 

a. Inspiración, infalibilidad e inerrancia de las Escrituras.

b. Deidad de Cristo y nacimiento virginal, como evidencia de la misma.

c. Muerte vicaria o sustitutoria de Cristo.

d. Resurrección física de Cristo y su ascensión al cielo.

e. Regreso personal de Cristo o segunda venida, interpretada literalmente (3).

 

¿Alguno de esos postulados le parece «extremista-terrorista»? La histórica publicación aludida tuvo tal impacto que influyó decisivamente en los fundadores de dos organizaciones para la traducción de la Biblia a más de mil cien idiomas: los Traductores Wycliffe (Instituto Lingüístico de Verano) y la Misión Nuevas Tribus (4).

El término «fundamentalismo» prendió en la semántica teológica y cristiana, y se incorporó, con significado propio, el 1 de julio de 1920, empujado por Curtis Lee Laws, editor del periódico conservador bautista The Watman Examiner, como autodefinición de quienes estaban dispuestos a darlo todo por la verdad recogida en The Fundamentals (5). El impulso inicial del fundamentalismo se vio reforzado por acciones cristianas-sociales como “God Bless America” (la canción correspondiente es de 1918), y el “In God We Trust” que, con la ayuda también de la Guerra Fría, se convirtió oficialmente en lema nacional norteamericano desde 1956, presente desde entonces en todos los billetes y monedas de la gran patria americana) (6).

Décadas después se irían distinguiendo o comenzarían a ser definidos en español fundamentalismos específicos, en forma de rótulos.

 

Año      Tipo de fundamentalismo

 

1951. «fundamentalismo científico»                  

1968. «fundamentalismo teológico»                 

1970. «fundamentalismo religioso»                   

1972. «fundamentalismo islámico»                     

1973. «fundamentalismo pictórico»                   

1978. «fundamentalismo bíblico»                       

1979. «fundamentalismo catalanista»                

1979. «fundamentalismo musulmán»                

1980. «fundamentalismo bizcaitarra»                

1980. «fundamentalismo derechista»                 

1980.«fundamentalismo jacobino»                     

1981. «fundamentalismo marxista-leninista»  

1981. «fundamentalismo kantiano»                 

1985. «fundamentalismo democrático» (7)              

 

El Seminario de Princeton, en los Estados Unidos, fue uno de los primeros lugares donde el liberalismo expansivo del siglo XIX fue confrontado con fuerza. Una de las primeras señales de este, tuvo lugar en 1914 cuando el Rev. Joseph Ross Stevenson (1866-1939) se convirtió en presidente del seminario. Él estaba más interesado en lograr metas ecuménicas que en la sana teología de la institución. Todo estalló en 1923, cuando la Asamblea General se dividió, y un grupo consecuente se alejó de allí, y siguió a John Gresham Machen (1881-1937), fundando el 25 de septiembre de 1929 el Seminario Westminster, con cincuenta estudiantes y un escogido claustro. Ellos siguieron los fundamentos doctrinales enumerados (8).

En resumen: aquellos que, en la historia, rechazaron el liberalismo cristiano y se adhirieron a los cinco fundamentos bíblicos mencionados antes, fueron llamados FUNDAMENTALISTAS. Perdone la mayúscula; no trato de ser agresivo, sino enfático.

Si hace una extrema retrospectiva los apóstoles de Jesucristo, aquellos doce, y luego el apóstol Pablo, fueron los fundamentalistas mayores de la historia. Ellos, de hecho, pusieron el fundamento; así escribió Pablo a los Corintios: “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento…” (I Co. 3: 10). A los cristianos de la Iglesia de Éfeso, escribió: “…edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Ef. 2: 20).

En apoyo a esto, el autor de la Carta a los Hebreos (¿Pablo también?), afirmó, en un tono de alta exhortación: “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno” (He. 6: 1, 2).

El término «fundamentalismo» fue «negociado» por aquellos que buscaron una salida para no morir por el evangelio. Para lograr esto debían sortear el camino trazado por los discípulos del Señor Jesús; estos últimos perecieron crucificados, alanceados, sus cuerpos fueron destrozados. Los discípulos de los discípulos fueron quemados vivos y echados a las fieras. Ninguno «negoció» las verdades esenciales de la fe. Todos perecieron de este lado de la vida afirmando que habían visto a Cristo resucitado. Prefirieron ser desgarrados antes que negar un hecho como ese. ¡Qué extremismo!, ¿verdad? ¿No era más fácil consentir en aquello de “César es Dios”? Solo debían aceptarlo; ¿sabe qué impidió que lo hicieran?: su fundamentalismo cristiano.

Le cambian el nombre al fundamentalismo cristiano aquellos que responden a otros fundamentalismos. Aceptan hacerlo aquellos para quienes pertenecer a determinada «tribu» de la sociedad es más importante que defender la verdad del evangelio. Se cede a cambiar el nombre al fundamentalismo cristiano cuando «la cuenta no da» y se necesita un poco de «flexibilidad» en aras de lograr ciertas prebendas. Se admite cambiar el nombre al fundamentalismo cristiano cuando se olvida que “…el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (II Ti. 2: 19).

El mundo le cambia el nombre a todo, buscando trastornar las identidades, como hizo el jefe de los eunucos de Nabucodonosor con los jóvenes hebreos (Dn. 1: 7). Olvidan que las etiquetas no cambian las realidades, y todo el que esté dispuesto a morir por aquella bandera que enarbola tiene un sentido fundamentalista de la vida.

Dígame en qué cree, y le diré a qué fundamentalismo está adscrito, porque todos somos fundamentalistas.

 

 

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 BIBLIOGRAFÍA ACTUALIZADA EL 1 DE JUNIO DE 2021.


(1) John Walker, Elenir Eller Cordeiro y Ruth Walker. “La Historia que no fue contada”. Fue consultada la edición digital de la Biblioteca de la Universidad Teológica Pentecostal de Cuba (UTPC), pp. 9, 10. Este documento está disponible en formato Kindle, para consulta en: https://issuu.com/pabloodavid/docs/la_historia_que_no_fue_contada Publicado: 22 de octubre de 2017. Accedido: 1 de junio de 2021, 12: 50 p.m.

(2) Gustavo Bueno. Panfleto contra la democracia realmente existente. Madrid: La esfera de los libros, 2004, pp. 35-36. Ver en: https://www.filosofia.org/ave/002/b024.htm Accedido: 1 de junio de 2021, 11: 45 p.m.

(3) John Fletchter y Alfonso Ropero. Historia general del cristianismo: Del siglo I al siglo XXI. Barcelona: CLIE, 2008, pp. 422, 423.

(4) Gustavo Bueno. Panfleto contra la democracia… Ibíd.

(5) FletchterHistoria general del cristianismo… Ibíd.

(6) Gustavo Bueno Sánchez. “Fundamentalismo”.

 http://www.filosofia.org/ave/002/b024.htm Accedido: 1 de junio de 2021, 1: 45 p.m.

(7) Ibíd.

(8) Ernest Reisinger. “Una Historia del Dispensacionalismo en los Estados Unidos de América”. http://www.iglesiareformada.com/Reisinger_Historia_Dispensacionalismo_EEUU.pdf p. 2. Accedido: 31 de junio de 2020.




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