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lunes, 3 de febrero de 2020

La crisis de identidad ministerial

Algunos de los peligros que enfrenta la iglesia de nuestro tiempo tienen que ver con las etiquetas ministeriales. “Apóstoles”, “profetas”, “adoradores”, “ujieres”, “servidores”, “colportores”, se llena una inmensa lista de nombres que identifican funciones, y esto no es malo en sí, solo que a veces lleva a muchos “de cabeza” a la llamada “crisis de identidad ministerial”, cuando este y aquel empiezan a pugnar indagando acerca de qué son. En muchos llega a ser una experiencia deprimente, y pasan la vida en el desasosiego de saber para qué Dios les colocó en la grey, funcionalmente hablando.
Ninguno cristiano bíblico equilibrado cuestiona los ministerios establecidos en Efesios 4:11, 12: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”. Los ministerios son indispensables en la vida de la iglesia. Son disposiciones de lo Alto y estructuran el cuerpo de Cristo. El mal al que nos referimos no implica un rechazo a la definición ministerial, sino a la conversión que se hace de ellos en hatchtag (etiquetas) sin los cuales muchos sienten que no pueden vivir. El peligro del asunto está en el hecho de que cuando alguien fracasa en este o en aquel ministerio llega a pensar que ha fracasado para siempre, y usted, amigo cristiano, es algo más que pastor, evangelista o maestro, usted es un siervo de Dios. Watchman Nee escribió: “No me consagro para ser misionero o predicador. Me consagro a Dios para hacer su voluntad donde esté, ya sea en la escuela, la oficina o la cocina, o donde sea que Él, en su sabiduría, me envíe”.
Nunca te dejes arrastrar a esa crisis. Por encima de cualquier etiqueta eres un siervo, y servirás a Dios donde Su gracia te coloque. Él se ocupará de darte la funcionalidad que requieres en el lugar que te ponga. No te dejes etiquetar por nadie, ni siquiera por ti. Un día sabremos en el cielo exactamente qué fuimos. Dios te guarde de la crisis de identidad ministerial.  


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