Me encanta leer a Howard Hendrick; es sincero cuando escribe, y vierte en sus publicaciones sus más sentidas experiencias. Uno de los temas que toca en su célebre Enseñando para cambiar vidas, es el de la persona-recurso. Este es un asunto importante que muchos pasan por alto. Acerca de esto escribió:
…No se dedique solo a leer libros, sino también a leer personas. Los dos factores que le influenciarán más en los años venideros serán los libros que lee y las personas con las cuales se rodea (…). Si está con personas que saben más que usted, aproveche sus conocimientos y saque ventaja de lo que ellos saben. Deje que ellos sean los que hablen y le digan todo lo que saben.
Nunca deja de asombrarme lo poco que aprovechamos al máximo a la persona recurso. Me han hecho volar por toda Norteamérica y me han pagado una cuota de consultor solo para sentarme con un grupo de personas que han pasado la mayor parte del tiempo discutiendo las unas con las otras (1).
La persona es más importante que el cargo que tiene o el libro que escribe. Cuando muere alguien digno de ser llamado hombre-recurso, muere una biblioteca integrada, y un explorador del pasado; muere una preciosa fuente de intuiciones, una brújula gigante y un señalizador probado por el tiempo. Los tales son males irreparables. Ojalá un día todos lo entendamos.
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(1) Howard Hendrick. Enseñando para cambiar vidas, Miami: UNILIT, 2003, pp. 26, 27.
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