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viernes, 28 de febrero de 2020

Caminaban cerca de Dios los profetas

Me espanta ver la ligereza actual con la que se le llama profeta a cualquiera. Caminaban cerca de Dios los profetas… Isaías declaraba en oración: “Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte” (Is. 26:9b). Eso le llevó a ser, más que el mensajero, la imagen del propio mensaje:

En el año que vino el Tartán a Asdod, cuando lo envió Sargón rey de Asiria, y peleó contra Asdod y la tomó; en aquel tiempo habló Jehová por medio de Isaías hijo de Amoz, diciendo: Ve y quita el cilicio de tus lomos, y descalza las sandalias de tus pies. Y lo hizo así, andando desnudo y descalzo. Y dijo Jehová: ‘De la manera que anduvo mi siervo Isaías desnudo y descalzo tres años, por señal y pronóstico sobre Egipto y sobre Etiopía, así llevará el rey de Asiria a los cautivos de Egipto y los deportados de Etiopía, a jóvenes y a ancianos, desnudos y descalzos’… (Is. 20:1-4ab).

Es tiempo de que, como Isaías, seamos el mensaje que predicamos. Siempre que pienso en esto recuerdo a un conocido cantante de mi pobre pueblo, llamado Ignacio Villa; era un negro grande y grueso, y siempre reía. Rita Montaner le apodó para siempre como Bola de Nieve. A él se le escuchó decir un día: “Yo soy la canción que canto”.
Es difícil esa meta en el poeta y el cantor del pueblo, pero es inexcusable en el profeta, y el propio Isaías, que nos sirve de imagen, trazó el camino para lograr ser más que el mensajero, el propio mensaje: “…madrugaré a buscarte”.
La gente está aburrida de predicación, y son como aquellos griegos que le dijeron a Felipe: “Señor, quisiéramos ver a Jesús…” (Jn. 12:20c). Ellos no querían oír hablar de Jesús; querían verlo.
Puedan verlo en ti en este día. El mundo espera que, más que el mensajero, seas el mensaje.


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