Dios lo sabe todo. Es omnisciente. Esta palabra usada para describir uno de los más impresionantes atributos de Dios procede del latín. Es un término compuesto, formado por omnis, cuyo significado es “todo” (de donde también viene la palabra ómnibus: bus de todos); el verbo scio, scis, scire, scivi, scitum que significa “saber” y el sufijo ente proveniente del latino nt que señala al agente. Es un adjetivo singular, de género neutro, (al terminar en “e” sirve para designar tanto al femenino como al masculino) (1).
La palabra omnisciente significa entonces que lo sabe todo. Nadie, sino Dios, es omnisciente. Desde la perspectiva limitada de la mente humana no es posible comprender cómo algo así puede ser. En un arranque de desbordada arrogancia el ingenio humano aborda este asunto por los más disímiles caminos del razonamiento. Algunos argumentan que si Dios fuera omnisciente no existiría el libre albedrío, porque sabiendo Dios la proyección del mal programada por los hombres la limitaría, por tanto “Dios no es omnisciente”, concluyen. Esta es la posición del llamado teísmo abierto, conocido también como apertura teológica, apertura de Dios o teísmo de libre albedrío.
¿Qué es el teísmo abierto? Esta rarísima y desaprobada teología es un intento por explicar la presciencia de Dios con relación al libre albedrío del hombre. El argumento del teísmo abierto esencialmente es éste:
1. Los seres humanos son verdaderamente libres.
2. Si Dios conociera absolutamente todo el futuro, los seres humanos no podrían ser realmente libres.
3. Por lo tanto, Dios no sabe absolutamente todo sobre el futuro.
El teísmo abierto sostiene que el futuro es desconocido. Por lo tanto, Dios conoce todo lo que puede ser conocido, pero Él desconoce el futuro.
La primera aparición del teísmo abierto se remonta a la publicación de Clark Pinnock The Openness of God (La Apertura de Dios), en 1980, reeditado en 1985, bajo el título: The grace of God, the hill of God, a case for arminianism (La gracia de Dios, la voluntad de Dios, un caso para el arminianismo). El craso error no fue detectado por la mayoría, tal vez porque el título daba a entender que el libro era una defensa del arminianismo tradicional; este no era el caso porque, aunque el teísmo abierto se inició con bases en el arminianismo, se proyectaba desordenadamente fuera de los límites de esa posición teológica. La guerra contra el teísmo abierto realmente no explotó, sin embargo, hasta que Pinnock, Richard Rice, John Sanders, William Hasker y David Basinger publicaron, en 1994, The Openness of God: A Biblical Challenge to the Traditional Understanding of God (La Apertura de Dios: Un desafío bíblico de la comprensión tradicional de Dios).
Cuando un calvinista (doctrina originada en las obras de Juan Calvino, Francia, 1509-1564) habla de la omnisciencia de Dios está afirmando que Dios no sólo conoce lo que ha ocurrido (pasado) y está ocurriendo (presente), sino que también conoce el futuro. El calvinista afirma que Dios determina el futuro y no está a merced de las decisiones de sus criaturas, sino que está activo determinando el curso de la historia. Cómo Dios puede estar soberanamente en el control y el hombre puede ser moralmente responsable es un misterio que no podrá ser comprendido en esta vida, pero debido a que se enseña en la Escritura debe ser aceptado por el hijo de Dios.
Jacobus Arminius (1560–1609), nombre latinizado de Jacob Harmenszoon, fue un teólogo holandés, escritor y profesor de la Universidad de Leiden. De él emanó el arminianismo. Los arminianos están de acuerdo con los calvinistas en que Dios es perfecto en sabiduría. Conoce todas las cosas, incluyendo todos los eventos futuros, y por lo tanto nada le toma por sorpresa. Donde el arminiano se aleja del calvinista es en el ámbito del control soberano. Ellos creen que cuando la Escritura habla de la presciencia de Dios habla de su mirar hacia el futuro para ver lo que la humanidad va a hacer, y luego determinar el futuro basado en las acciones previstas de sus criaturas. En otras palabras, el hombre se convierte en la primera causa, Dios es un respondedor. Los arminianos creen en la elección, pero la elección se reduce a Dios eligiendo salvar a las personas que sabía de antemano iban a elegirlo. El arminianismo intenta resolver la tensión de la soberanía-libre albedrío colocando peso en la libre voluntad.
El teísta abierto cree que tanto el calvinista como el arminiano no logran resolver el enigma de la relación que existe entre la soberanía de Dios y el libre albedrío de los hombres. La teología de apertura hace la misma acusación al calvinismo y al arminianismo al afirmar que ambos están diciendo que el hombre es poco más que una marioneta y Dios mueve los hilos. El teísmo abierto intenta resolver el dilema limitando la omnisciencia de Dios. Según sus erráticos postulados Dios es omnisciente, en el sentido de que Él sabe todo lo que es cognoscible, pero ni siquiera Él puede conocer el futuro; puede, por ende, ser engañado, tomar decisiones equivocadas, dar falsa orientación y estar equivocado. Para el teísmo abierto Dios no sólo carece de control, sino que también carece de los conocimientos del futuro, porque esta es la única manera de que los seres humanos pueden ser verdaderamente libres como criaturas morales.
El teísmo abierto es bíblicamente inaceptable. La Biblia afirma que Dios es omnisciente:
“Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; Y su entendimiento es infinito” (Sal. 147:5).
“…pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas” (1 Jn. 3:20).
“Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh, Jehová, tú la sabes toda” (Sal 139:4).
“Pues aun vuestros cabellos están todos contados” (Mt. 10:30).
“Él cuenta el número de las estrellas; a todas ellas llama por sus nombres” (Sal. 147:4).
“Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (He. 4:13).
“Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda” (Sal. 139:1-4).
“¿No demandaría Dios esto? Porque él conoce los secretos del corazón” (Sal. 44:21).
“Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos” (1 Cr. 28: 9a, b).
“¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance” (Is. 40:28).
“Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho” (Is. 46:9-10a, b).
“…tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, y perdonarás, y actuarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, cuyo corazón tú conoces (porque sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres” (1 Re. 8:39).
“Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido” (Hch. 1:24).
El teísmo abierto fracasa al tratar de explicar lo inexplicable: la relación entre la omnisciencia de Dios y el libre albedrío de los hombres. Dios debe ser creído a través de la fe, porque “sin fe es imposible agradar a Dios” (He. 11: 6a). El Teísmo Abierto no es escrituralmente aceptable. Este no es más que otro camino por el que el ser humano con una mente finita y cuadridimensional trata de entender a un Dios infinito y multidimensional. El ser humano se mueve en solo cuatro dimensiones, que son alto, ancho, profundidad y tiempo, Dios se mueve en infinitas dimensiones, que no pueden ser descritas más que por medio de la más alta e incomprensible abstracción matemática. Cada día la física teórica se aventura en consideraciones más abstractas que apuntan definidamente en esa dirección.
Como no podemos entender siquiera los misterios de la mente humana, el inextricable mundo de la memoria, el inconsciente; como no podemos entender los misterios de la fisión atómica y el mundo de las micropartículas; como no podemos comprender los agujeros negros, y un espacio-tiempo que se contrae y dilata según la velocidad de los sistemas, así tampoco podemos entender la omnisciente mente de Dios (2).
Así dice el Señor, Rey de los cielos: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Is. 55:9).
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(1) Artículo: Omnisciente. Definición de. https://definicion.de/omnisciente/ Accedido el 4 de febrero de 2020, 8:04 PM.
(2) O. Ríos. Apuntes acerca del teísmo abierto. Conferencias. Asambleas de Dios. La Habana, Cuba, 2013.
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