La interpretación alegórica de la Biblia tuvo más influencia en la historia de la que el estudiante bíblico moderno, educado en una sana hermenéutica histórico-gramatical, pueda suponer; de hecho, desde el siglo IV hasta La Reforma (siglo XVI), fue la metodología imperante para la interpretación escritural. Descansaba de lleno en la filosofía griega platónica, de modo que, para entender el asunto hay que ir a Platón y a sus raíces (1).
La filosofía griega estaba dominada por la relación entre la apariencia y la realidad, que era una forma de referirse a la relación entre lo eterno y lo temporal. Partía del pensamiento de que si algo es perfecto no puede sufrir cambio alguno; si algo cambiaba es porque no era perfecto. Para el pensamiento griego la estabilidad es una premisa de la perfección. El problema se les creaba al contemplar que el mundo era un torbellino de cambios (1). Temprano lo advirtieron, y ya el oscuro Heráclito decía: “Todo es y nada deviene”, y nos dejaba la idea dialéctica de que “no es posible pasar por el mismo río dos veces” (2).
Basados en la premisa de que todo cambia en este mundo llegaron a la conclusión de que era imperfecto. Sus cambios lo indicaban así. Lo “último” o “perfecto” se debía buscar en otro mundo. Platón propuso entonces la existencia de dos esferas de existencia: una de cambio e imperfección propia del mundo de los humanos, y otra esfera estática y perfecta de ideas. Visto así, el mundo de los hombres era una reflexión, o imitación imperfecta de realidades perfectas de otro mundo ideal. En ese mundo ideal estaban los modelos perfectos de todo lo que los hombres ven y experimentan, y esos modelos les daban sentido a las cosas del mundo de los hombres. Si hay una mesa en este mundo es porque en el otro mundo (esfera de las ideas) existe la mesa perfecta. Algo semejante era válido para la existencia humana; si hay hombres en el mundo es porque en la esfera de las ideas existe la forma perfecta humana. Al respecto Rob Haskell escribió: “Esta diferencia entre lo ideal y lo actual, entre esencia y fenómeno, entre el modelo perfecto y la cosa imperfecta en este mundo es básica para poder comprender no solo la filosofía griega, sino también el método alegórico y muchas otras cosas como el gnosticismo y la historia de la filosofía en general” (1).
No es difícil entonces entender el llamado mito de la caverna de Platón, que no es sino una alegoría de sus ideas presentadas en su libro La República. En él describe la situación imaginativa de unos hombres encadenados en las profundidades de una caverna desde su nacimiento, sin haber podido salir nunca y sin poder mirar hacia atrás para entender cuál es el origen de su inmovilidad. Detrás de ellos, a cierta distancia y algo por encima de sus cabezas, hay una hoguera que ilumina el área, y entre ella y los encadenados hay un muro. Entre el muro y la hoguera se mueven otros hombres que llevan consigo objetos que sobresalen por encima del muro, de manera que su sombra es proyectada sobre la pared que están contemplando los hombres encadenados. De este modo, estos últimos ven las siluetas de los árboles, animales, montañas distantes, personas que vienen y van y demás. Platón sostiene que, por rara que pueda resultar la escena, esos hombres encadenados se parecen a los seres humanos que, en este mundo, solo ven esas sombras engañadoras, que evocan una realidad que existe de una forma perfecta fuera de la caverna (3). La caverna, para Platón, es este mundo, y las sombras que se divisan en la pared, son las alegorías de lo que está fuera. La meta del filósofo era entonces, conocer las formas eternas e instruir a los demás acerca de este conocimiento (4).
Este es el camino por el que el método alegórico pretendió entender todas las imágenes bíblicas. Los que por siglos siguieron esta metodología intentaron descifrar todos los objetos, hechos, personas, y animales de la Biblia como sombras en la pared de la caverna de Platón, e intentaron descifrar con el más esforzado ejercicio alegórico qué significaban en el mundo perfecto espiritual.
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(1) Rob Haskell. Hermenéutica: interpretación eficaz hoy. Barcelona, España: CLIE, 2009, pp. 114, 115.
(2) José Ingenieros. Las fuerzas morales. La Habana, Cuba: Vida habanera, 1961, p. 7.
(3) Adrian Tiglia. Psicología y mente. “El mito de la caverna de Platón (significado e historia de esta alegoría)”. https://psicologiaymente.com/psicologia/mito-caverna-platon Accedido el 6 de febrero de 2020, 6:00 AM.
(4) Grandes pensadores/ Historia / Platón y Aristóteles/ https://sites.google.com/site/grandespensadoresdelafilosofia/filosofia-griega/historia Accedido: 8 de julio de 2020, 5: 45 PM.
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