Entre los muchos males sufridos a causa del virus SARS-CoV-2, a cuya enfermedad se ha dado en llamar COVID-19 (acrónimo del inglés coronavirus disease con referencia al año 2019) (1), quizá el menos citado es el de los serios trastornos mentales que ya llevaron al suicidio a un número no pequeño de personas. Desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020, y hasta finales de año, se asignaron más de ciento setenta mil millones de dólares a fondos de emergencias de hospitales e instituciones de salud. Es notable, sin embargo, que menos del 1% de esta cifra estuviera destinada a paliar los efectos de los problemas mentales nacidos de tal azote. Muchos analistas llaman la atención respecto a esto. Desde el 20 de enero de 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha venido alertando enfáticamente acerca de un aumento significativo de suicidios y desequilibrios psicológicos generales relacionados con la pandemia. La Organización Internacional del Trabajo constató a su vez, que la mitad de los jóvenes comprendidos entre los 18 y 29 años sufrieron penosos cuadros de depresión y ansiedad. En Europa el Observatorio de la Vida Estudiantil de Francia, por su parte, reporta que uno de cada tres estudiantes expresa, al presente, señales de disturbios psicológicos (2).
Para un grupo más restrictivo, correspondiente a los jóvenes que están entre los 18 y 24 años de edad, las cifras son más alarmantes: el 75% sufre depresión y ansiedad, y un 25% piensa seriamente escapar a tal presión a través del suicidio. Más dramático aún es considerar el crecimiento de intentos suicidas en niños, para 2020. Instituciones infantiles como Riley Hospital for Children, de Indianapolis, aseguran haber asistido a 108 menores, cifra que contrasta con los 67 casos atendidos en 2019 (3).
Según estudios adicionales hechos en el heroico personal esencial de apoyo que se enfrenta a la pandemia, dos de cada diez trabajadores sienten que colapsan mentalmente (3).
Como siempre sucede en las calamidades masivas, sean guerras, hambrunas o pandemias, los grupos bajo presión previa son los más afectados. Estos viven en condiciones que predisponen a males mayores. “Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas” (Sal. 42: 7). Es así que, según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CCPEEU), agencia del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, los hispanos marchan a la cabeza en lo referido a pensamientos suicidas, con 18.6%; seguidos por los negros, con un 15.1%; a lo que sigue un descenso siguiente hasta un 7.9% en los blancos (3).
La psicóloga Valcourt Rodríguez resalta algunas causales para los latinos, entre ellas el hecho de que la pandemia suprimió marcadamente ese “compartir que nos destaca”, relacionado con la vida afectiva de los hispanoamericanos. “La falta de alternativas, las situaciones impuestas, la carencia económica, las pérdidas inmediatas a nivel físico, a nivel económico, a nivel familiar, todo eso ha generado que la mente humana se sienta abrumada”, concluye la destacada psicóloga (3).
Pienso que, casi todas las presiones actuales de los hispanos en este contexto de pandemia, giran en torno a esa superior necesidad de satisfacción afectiva que tienen, respecto a otras culturas. En otro orden de cosas, los latinos tienen, desafortunadamente, menos escapes a la presión que supone el aislamiento social. Una de ellas, entre otras tantas, tiene que ver con el hecho de que, en promedio, no desarrollan el hábito de la lectura. A diferencia de los norteamericanos que leen mucho, los latinos no quieren leer. Muchas culturas han advertido la importancia del impulso de tal práctica, y los rumanos, desde hace años, en ciertas líneas de bus, no cobran pasaje a las personas que viajan leyendo. Desgraciadamente y, pese a que los libros están al alcance de todo el mundo, no importa el nivel de pobreza que se tenga, la formación propia del hogar latino influye en ese triste desinterés.
Los que solo necesitamos un libro para no estar «solos», sentimos compasión por los que nunca lo abren, y desconocen, por ende, la fuente de diario enriquecimiento interior que constituye. Es una gruta, un escape y un camino por donde todos podemos evadir las presiones del aislamiento, y las pérdidas que nos impone la actual pandemia. La lectura es un lugar a dónde ir, cuando nos sentimos solos; allí nos esperan muchos «amigos».
No puede concluirse un tema así sin decir, pastoralmente hablando, que el evangelio llena todo vacío del corazón humano. No hay presiones o penumbras de vida que no puedan ser resistidos por los altos y seguros muros del evangelio. Desconocer la Obra del Espíritu Santo que sigue al momento en que se recibe a Jesucristo como salvador personal, es menoscabar la más poderosa fuente de supervivencia de que puede disponer un ser humano en momentos tan oscuros como los que vivimos. Como nunca es menester, por todos los medios al alcance, la predicación del evangelio.
La Línea Nacional de Prevención de Suicidio, está disponible en español e inglés en el número telefónico: 1-888-628-9454. Si no le alcanzan las fuerzas para hablar, puede enviar un mensaje de texto con la palabra «Home», al número 741741. No olvide, aun antes de hacerlo, mirar arriba. La comunicación con Dios es aún más directa. Él sigue sentado en el Trono y el poder de Aquel que fue crucificado por ti, y resucitó de los muertos en total victoria, está a tu alcance. “Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Ro. 10: 8, 9). Serás salvo no solo de la condenación eterna que supone un destino sin Dios, sino también de toda presión y desesperación que está llevando a tantos hoy a la mutilación, la depresión, el colapso y el suicidio.
Desde esta tormenta de nieve que vivo, que es nada para los que hemos estado a punto de morir por calor, te bendigo, y Aquel que murió por ti te asista, abrace y ministre; te salve y te sane. Es mi más sentida oración.
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil. 4: 7).
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(1) Buscador urgente de dudas. “COVID-19, nombre de la enfermedad del coronavirus”. https://www.fundeu.es/recomendacion/covid-19-nombre-de-la-enfermedad-del-coronavirus/ Publicado: 12/02/2020. Accedido: 20 de marzo de 2020, 1:50 PM.
(2) Euronews. “Europa | La OMS alerta de un repunte de suicidios y trastornos psicológicos debido a la pandemia”. https://es.euronews.com/2021/01/28/europa-la-oms-alerta-de-un-repunte-de-suicidios-y-transtornos-psicologicos-debido-a-la-pan Publicado: 20 de enero de 2021. Accedido: 17 de febrero de 2021, 12:01 AM.
(3) Redacción de Telemundo. https://youtu.be/ABsl1YodSnQ 17 de febrero de 2021, 12:01 AM.