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jueves, 2 de marzo de 2023

La desmemoria y la ingratitud

La malvada Atalía ordenó la muerte de los hijos del rey. El sacerdote Joiada y su esposa escondieron a Joás.

 

…Atalía madre de Ocozías …, se levantó y destruyó toda la descendencia real. Pero Josaba …, tomó a Joás hijo de Ocozías y lo sacó furtivamente de entre los hijos del rey a quienes estaban matando, y lo ocultó de Atalía…. Y estuvo con ella escondido en la casa de Jehová seis años; y Atalía fue reina sobre el país.  (II Re. 11: 1-3). 

 

Durante seis años Joiada y su esposa Josaba, guardaron su vida. Cuando llegó el momento Joiada lo empujó al trono y puso la corona sobre su cabeza. «Mas al séptimo año envió Joiada y tomó jefes de centenas, capitanes …, y los metió consigo en la casa de Jehová …; y les mostró el hijo del rey» (v. 4).

En su tiempo murió Joiada y Joás mató a su hijo, Zacarías:

 

Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joiada; y (…) les dijo: Así ha dicho Dios: ¿Por qué quebrantáis los mandamientos de Jehová? No os vendrá bien por ello; porque por haber dejado a Jehová, el también os abandonará. Pero ellos hicieron conspiración contra él, y por mandato del rey lo apedrearon hasta matarlo, en el patio de la casa de Jehová. Así el rey Joás no se acordó de la misericordia que Joiada padre de Zacarías había hecho con él, antes mató a su hijo, quien dijo al morir: Jehová lo vea y lo demande (II Cr. 24: 20-22). 

 

Este es aquel del que habló Jesús: «...desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta generación» (Lc. 11: 51).

 

Isaías fue la ventana al cielo por la que Ezequías recibió la Palabra de Dios en dos de los momentos más críticos de su vida: el sitio de Jerusalén por Senaquerib (II Re. 19) y la enfermedad para muerte del rey (Is. 38).

La celosa tradición judía lo registra en su historia: Murió Ezequías, y su hijo, Manasés, mató a Isaías. No se complació con quitarle la vida; lo mandó a aserrar por la mitad.

 

No confíe en la gratitud extendida de la gente. Suelen tener mala memoria, como Joás y Manasés; olvidan los hijos lo que otros hicieron por sus padres. Hacerlo requeriría cierta grandeza de alma que ya, para aquellos lejanos tiempos bíblicos, escaseaba; cuánto menos se verá en nuestros días. A tal unión de memoria y gratitud nos podrían llevar las palabras de Proverbios 27: 10ª: «No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre», pero la Biblia suele ser un libro olvidado en la vida de muchos, que solo recuerdan las promesas de prosperidad personal. 



2 comentarios:

  1. Excelente reflexión, pastor, me conmueve y me lleva a tomar acciones correctas, memoria y gratitud, deben estar en mi vida siempre!

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    1. Mucho nos alegra que le edifique y haga bien. A la verdad todos debemos revisar a ratos el recuerdo de los que nos hicieron bien y no olvidarlos nunca. Agradecemos sus palabras.

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