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lunes, 22 de marzo de 2021

La Cabaña

Me sentía mal cada vez que visitaba La Cabaña. Me embargaban tinieblas desde que llegaba hasta que me iba. Demoré en darme cuenta de la relación que tenía el lugar con aquellas sombras de alma que terminaba por tener cada vez que estaba allí. Mi amor a los libros me llevaba, y estaba presente en cada Feria desde que se comenzaron a hacer, anualmente, en 2000. La Cabaña era la sede principal del evento nacional. A veces fui el primero en llegar. Invertía unos $200.00 MN y cerca de $10.00 CUC. Con ese, mi habitual presupuesto, regresada premiado con valiosas publicaciones, pero la alegría del enriquecimiento literario se me eclipsaba por las experiencias espirituales que sufría en el lugar. Un día ya no fui más…

La Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, en la principal bahía de La Habana, fue construida entre 1773 y 1774, después de la toma de La Habana por los ingleses. Fue tan alto su costo y tan pretendida la fastuosidad de sus muros que se cuenta como Carlos III intentaba verla con un telescopio desde Madrid. Protegía a La Habana de ataques por mar. Guarecía en sus celdas a los peores bribones. Recluían allí, a la par, a los que disentían con relación a la colonia, de modo que ante sus farallones fueron fusilados en los siglos XVIII y XIX nadie sabe cuántas personas. Luego, devenida Cuba en República, continuó la Fortaleza su triste suerte como lugar de sufrimiento y muerte de miles de personas. Tras el triunfo revolucionario los fusilamientos en sus fosos eran diarios. Cientos de hermanos en la fe, de todas las confesiones cristianas, estuvieron en sus lúgubres galeras. Cuántas personas por siglos encontraron allí el dolor y la muerte…

Un día, leyendo las obras del Presbítero Alberto I. González Muñoz, presidente de la Convención Bautista de Cuba Occidental entre 2002 y 2007, descubrí un puente de identificación con aquellas experiencias que tenía, cada vez que iba. Él escribió:

 

Siempre que visitamos la fortaleza tengo mi momento de depresión. La última vez, esperé que la multitud de visitantes comenzara a salir y cuando casi no quedaba nadie entré a uno de sus salones de exposición, que corresponde, según su tamaño a la descripción que [Herbert] Caudill (1) hace de las galeras. Cerré los ojos e imaginé aquello lleno de hombres presos. Y di gracias a Dios porque ahora es un sitio turístico y porque se llena diariamente de hombres, mujeres y niños que van allí a recrearse. ¡Ojalá fuera posible que esto sucediera con todas las cárceles del mundo! (2).

 

Ojalá, Pastor, y un día sea así. Mientras tanto creo que nunca más iré, al menos mientras esté de este lado de la vida.

 

 

__________

 

(1) Herbert Caudill. Presidente de la Convención Bautista de Cuba Occidental hasta 1965, en que es acusado y recluido en la Fortaleza de La Cabaña, junto a cerca de cincuenta pastores.

(2) A. González. Y vimos su gloria. La Habana: Editorial Bautista de la Convención Bautista de Cuba Occidental, 2007, p. 53.




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